jueves, 25 de julio de 2024

¿POR QUÉ MIENTEN LOS POLÍTICOS?


La mentira en política es muy común en la actualidad. Es un fenómeno ampliamente conocido y, lamentablemente, hemos sido testigos de numerosos casos en que los políticos han recurrido a la mentira como una estrategia para obtener votos, ocultar información o justificar sus acciones. Esta práctica crea una gran desconfianza en la población (la gente no es idiota), y ha debilitado la legitimidad de las instituciones democráticas. La mentira en política puede adoptar diversas formas y manifestarse en distintos niveles. Algunos políticos utilizan medias verdades, manipulación de datos, o el uso de estadísticas sesgadas para engañar a la ciudadanía y crear una percepción distorsionada de la realidad; otros, directamente, recurren a la falsedad absoluta, inventan hechos o difunden rumores infundados para conseguir sus objetivos políticos.

    Una de las razones por las que los políticos mienten con tanta frecuencia, es el afán de poder y el deseo de mantenerse en el poder o de alcanzarlo. La mentira pueden ser una herramienta útil para manipular a la opinión pública, generar miedo o inseguridad, presentarse como la única opción viable o desacreditar a sus oponentes políticos. Otra razón importante es la falta de consecuencias reales para que mientan los políticos. A menudo, las mentiras quedan impunes y no se les exige a los políticos responsabilidades por sus falacias. Aquí, a diferencia de otros países, no dimite nunca nadie. Esto crea un ambiente propicio para que continúen mintiendo sin temor a las repercusiones. Además, el hecho de que la política esté marcada por la confrontación y las disputas partidistas, en lugar de un enfoque en el bienestar de la ciudadanía, fomenta el uso de la mentira como una herramientas más en política.

    La mentira no sólo causa un daño a la confianza entre los ciudadanos y sus líderes, sino que también socava la democracia. Cuando los políticos mienten de manera sistemática e impune, la opinión pública se ve afectada negativamente y la discusión política se desvirtúa. La polarización y el discurso divisivo son algunas de las consecuencias de esta situación. Además, la mentira en política puede tener un impacto directo en las políticas públicas y en la toma de decisiones, ya que se basan en información falsa o manipulada. Combatir la mentira en política es fundamental para fortalecer nuestras instituciones democráticas y restaurar la confianza ciudadana. Esto implica la exigencia de la verdad por parte de los votantes y la responsabilidad de los medios de comunicación al verificar los hechos, y no reproducir sin cuestionamientos las mentiras políticas.

    Todo esto que escribo está muy bien pero, en la práctica, sabemos que ni ocurre así, ni va a ocurrir nunca. Para eso, sería necesario un código ético de que quien mienta, tenga su responsabilidad; también una justicia al margen de ideologías y alejada de planteamientos políticos. Una justicia totalmente independiente que no esté sujeta al poder político que le nombró; unos jueces designados por otros jueces y no por el poder que legisla las leyes; unos jueces capaces de, independientemente de su ideología, administrar la justicia conforme a derecho sin mirar a nadie. Esa es la imagen de la justicia: con los ojos vendados y la balanza de equilibrio y equidad en una mano y, en la otra, la espada justiciera si hubiera lugar.

    Asimismo, los políticos que mienten deben ser señalados y castigados por sus falseamientos. Esto no sólo implica condenas morales, sino también consecuencias legales cuando las mentiras tienen consecuencias negativas para la sociedad. En resumen, la mentira en política es un problema grave que debilita las instituciones democráticas y socava la confianza ciudadana. Es responsabilidad de todos exigir la verdad y castigar a aquellos políticos que recurren a la mentira como una estrategia para alcanzar sus objetivos. La transparencia y la honestidad son valores fundamentales en la política y deben ser defendidos por todos los ciudadanos.

Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com

lunes, 11 de septiembre de 2023

EL POLÍTICO DEL FUTURO


 Nuestro mundo es complejo, con enfrentamientos muy agresivos y unos cambios sociales y económicos que, debido a la tecnología, va a cambiar el espectro socioeconómico tal como lo conocemos. Pero, necesitamos líderes que miren más allá de su propio beneficio, unos políticos con formación específica, ¿por qué no una universidad de políticos? No podemos poner nuestras vidas, hacienda y dignidad en manos de personas completamente incapaces, que no tienen más virtud que trepar en política. Hemos asumido la mentira como algo normal, y necesitamos personas que tengan ética, estética y épica; todo adornado con la eficiencia, personas que resuelvan problemas no que los creen.

 

         Ahora lo que se busca es el control total, tanto desde el punto de vista económico, como la identidad digital, a lo que nos quieran obligar. Todos somos alguien, nuestros datos individuales se extrapolan de forma colectiva para conocernos por edificios, calles, barrios, ciudades, etc. Saben todo de nosotros y, cuando te conocen, el próximo paso es la manipulación con motivos económicos y políticos. Brindamos datos muy valiosos. El mero hecho de tener un móvil o una cuenta bancaria, ya es una imposición, no es una opción. Perdemos libertad e intimidad. La utopía perversa ha quedado desfasada, los dispositivos de control ya no los ponen los gobiernos, sino otros. Nos espían sin permiso. Vamos a un mundo de élite muy reducida, pero más pequeña, rica e influyente que va a estar ligada a IA (Inteligencia Artificial) y los demás vamos a sobrar. Ya se habla de reducción de población.

 

         La crisis del sector primario es una realidad. Estamos arruinando nuestra propia riqueza. Existen normas administrativas creadas por personas que no conocen la realidad del campo y las penurias que se pasan. Sobre el ecologismo urbanita, no sabemos cómo nos afectará en el futuro. El consumo de insectos o alimentos que nacen de procesos químicos, como los productos vegetales que imitan la carne, nadie sabe cómo van a sentar al conjunto de la sociedad, si crearán enfermedades o alergias.  No hay estudios, pero nos dicen que no comamos carne tradicional. La carne está demonizada y las vacas y corderos también. La carne sintética es otro negocio, así como los transgénicos. Evocamos un tiempo en el que aún se tenía fe en el poder, y en general de las ideologías que la sustentaban. Y eso es lo que habría que conseguir, romper moldes, y hacer, eso que nos parece imposible: hablar del futuro sin hablar de política.

 

         Mi abuela, como todas las abuelas, tenía una gran sospecha y cierto temor a realizar cualquier trámite administrativo. La actitud de la burocracia no ha cambiado mucho, sigue siendo a menudo condescendiente. Y es que da la sensación que el ciudadano está al servicio del estado, cuando debería ser al revés. ¿Por qué me piden siempre documentos que ya poseen? Se preguntaba. Lamentablemente recuerdos de trámites espeluznantes no son tan lejanos. Los ciudadanos quieren que el estado les simplifique la vida, quieren reglas claras, procesos simples y resultados visibles. En una palabra: transparencia. Por eso, el político debe reinventarse constantemente para lograr cerrar la brecha entre una sociedad cada vez más digitalizada, y una burocracia a veces desconectada.

 

         El buen político debe ser, aparte de honrado, cada vez más efectivo, eficiente y abierto, sustentar sus políticas públicas con mayor evidencia y fortalecer su capacidad de ejecución de las mismas. Debe ser abierto, transparente y participativo en su modo de actuar; debe ser eficiente en su visión estratégica y gestión interna, y debe ser efectivo en la provisión de sus servicios públicos, buscando soluciones a los problemas cotidianos de la gente. Huir de la partidocracia: el partido es menos importante que las necesidades sociales. Los estados, en definitiva, deben tener al ciudadano al centro de sus preocupaciones. ¿Será posible?

 

Miguel F. Canser

www.cansermiguel.blogspot.com

 

 

 

 

jueves, 3 de agosto de 2023

ADOLESCENTES


 ¿Qué piensan los jóvenes hoy? La adolescencia es una época de cambios físicos, emocionales y sociales en la que los jóvenes se enfrentan a diversos retos. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, en el mundo, uno de cada siete jóvenes entre 10 y 19 años, padece algún trastorno mental. En estas líneas queremos centrarnos en las preocupaciones de los adolescentes para ver de cerca y entender mejor, qué piensan y cómo actúan los jóvenes de hoy en día.

 

Cuando los niños y niñas se van haciendo mayores, comienzan a escuchar en su casa y en la escuela, que las decisiones que tomen en ese momento influirán en toda su vida. Esto genera una gran responsabilidad. Suelen surgir temas importantes que condicionan su futuro, o que pueden ser fundamentales en su presente como pueden ser las notas, el estudio en la universidad, la educación sexual etc. Las preocupaciones de los adolescentes no son las mismas que las de las personas adultas, pero son muy importantes. En esta fase de la vida tienen que hacer frente a retos y situaciones difíciles en las que pueden cometer errores, pero también en las que aprenden. Las preocupaciones de los adolescentes suelen estar relacionadas con la aceptación social, la seguridad en sí mismos o su propia identidad.

 

         Es bastante habitual que los adolescentes comiencen a pedir una mayor libertad en su vida, respecto a la que han tenido cuando eran niños/as. En este sentido, los padres y madres tienen un papel bastante importante, pues deben encontrar un equilibrio entre la autoridad que tienen y la libertad de sus hijas/os que comenzarán a criticar y a cuestionar las prohibiciones o limitaciones que les imponen sus padres. La adolescencia es una época de la vida en la que buscamos ser aceptados, a la vez que intentamos definir nuestra propia identidad que se diferencia de la de nuestros padres. Suelen preocuparse por su integración en grupos de personas de su edad, lo que puede provocar miedo o ansiedad en el caso de no ser aceptados. Por ello, es necesario plantear la necesidad de prevenir situaciones de violencia de género entre adolescentes, enseñándoles valores como el respeto, la igualdad, o la tolerancia, sin olvidar unas dosis necesarias de empatía que tanta falta hace.

 

         La adolescencia es una época en la que el cuerpo cambia y puede que la expectativa que se tenga sobre su propio cuerpo, sea diferente de la realidad. La falta de coincidencia o la comparación con otros adolescentes, genera preocupación y requiere apoyo necesario para que entienda que cada persona es distinta. Los trastornos relacionados con la comida afectan a la población entre los 15 y 16 años, en su mayor parte, mujeres. También en esas edades, comienzan a sentir atracción por otras personas sin saber cómo actuar que les genera inquietud. Muchas veces no saben gestionar esta situación. Es esencial la educación sexual de los adolescentes para evitar enfermedades de transmisión sexual, o incluso, embarazos no deseados. Lo habitual en estas edades es la ausencia de recursos económicos, y que dependan de las pagas que les dan sus progenitores. No deja de ser una limitación adicionar a lo que puedan comprar o hacer. Muchas veces pueden sentir que, al no tener acceso a la misma ropa que llevan otros adolescentes de su grupo, les excluye del mismo.

 

         El miedo al futuro y la búsqueda de una identidad propia, diferente a la de sus progenitores, pueden generar conflictos que afecten a su desarrollo y generar un trastorno depresivo. Esos síntomas pueden ser: tristeza, irritabilidad, aislamiento respecto a sus amigos, problemas para dormir, etc. En definitiva, las personas que forman parte de su entorno, deben conocer sus necesidades y preocupaciones, así como evitar errores que puedan perjudicar su desarrollo futuro.

 

Miguel F. Canser

 

 

 

 

miércoles, 26 de julio de 2023

EGOCENTRISMO Y SOBERBIA


 Hay personas que se creen todopoderosas, muy por encima de los demás, y que creen siempre tener la razón. Son aquellos que sienten tanta pasión por sí mismos, que todo se les queda pequeño y que nadie les puede enseñar o mostrar nada que no lo supieran ya. Sus oídos están cerrados y sus ojos están ciegos para todo aquello que no tenga que ver con ellos. Están tan concentrados en sí mismos, que se pierden todo lo demás aunque, quizá, no son conscientes de ello. Su apariencia es de seguridad, pero no hay nadie más inseguro que aquel que se cree poseedor de la verdad siempre. En realidad, lo que les ocurre es que están llenos de soberbia.

 

         En la soberbia hay grandiosidad, altanería y egocentrismo, pero también inseguridades, miedos y vacíos. Se trata de una trampa del amor propio que deja ciegos a quienes entran en su juego. Es la pasión desenfrenada sobre uno mismo, la falta de humildad y de lucidez. Se trata de un sentimiento de valoración en el que la persona concentra su foco de atención en ella misma porque se considera excelente, única y muy por encima de los demás. Así la soberbia es amiga del orgullo, la vanidad, las ansias de poder, el narcisismo y, cómo no, el egocentrismo.

 

         Considerarse el ombligo del mundo, sentirse más importante que nadie, pensar siempre en sí mismo y creer que las opiniones e intereses propios están por encima de los pensamientos ajenos, son varios de los rasgos que caracterizan quien utiliza el egocentrismo. Se autoproclaman especiales y superiores, pero la arrogancia les acarrea diferentes problemas en sus relaciones sociales. Un ególatra puede tener una personalidad encantadora y comportarse como un déspota a la vez. En las relaciones familiares y de pareja son aprovechados y muy manipuladores. Suelen encontrar dificultad para trabajar en grupo y suelen tener problemas para establecer amistades y mantenerlas. Al creerse especiales, no aceptan la crítica y menosprecian las opiniones de los demás. Se sienten infalibles, aunque se presentan como personas seguras y llenas de autoestima. Estas armas las usan como mecanismo de defensa porque, en el fondo, son personas solitarias y llenas de inseguridades; por eso necesitan sentirse adulados y admirados constantemente.

 

         Lo característico de la soberbia es que, además de ser ilusoria y rimbombante, es un disfraz que encumbre a la inseguridad, a la falta de confianza en uno mismo, y al sentimiento de inferioridad. La persona que padece una soberbia excesiva, está ciega ante sus errores porque está atrapada por sus aires de grandiosidad. Esconde un profundo temor a la carencia, a ser menos que los demás y trata de sobrevivir y ser querida. Así, detrás de la soberbia hay miedo: miedo a no ser capaz, a no ser bueno, suficiente o reconocido; y ante la incapacidad de asumirlo, de aceptar esos temores y heridas, trata de maquillarlos. Es una autodefensa porque ayuda a rechazar antes que ser rechazado. Por esta razón, cuando se sienten atacados, suelen enfadarse, ponerse a la defensiva, o dejar de hablar durante un tiempo. Tienen la madurez emocional de un niño. En la soberbia los otros no existen. Todo le queda pequeño.

 

         El mejor antídoto para la soberbia, es la humildad: aprender a llevar una vida más sencilla que predomine el valor de lo importante, como el amor, la sencillez y la generosidad. Además es importante comprender que no sólo existe uno mismo, sino también están los otros; trabajar la empatía, que consiste en ponerse en lugar del otro, aceptar los errores y defectos propios, reconocer las propias limitaciones. No somos el centro del universo. No queramos aparentar ser grandes ante los demás, porque quizá, no hemos dejado de ser tan pequeños como nos creemos. Aparentar lo que no somos, no conduce a nada positivo porque podemos engañar a la gente, pero también nos engañamos a nosotros mismos.

 

Miguel F. Canser

 

 

 

sábado, 3 de junio de 2023

LOS ERRORES DE SÁNCHEZ

 



Se cumplieron todas las encuestas: bueno, todas no. La del CIS del Sr. Tezanos daba ganador amplio al PSOE, y no es la primera vez que se equivoca por lo que podemos considerar que no era imparcial, que manipulaba los datos socioeconómicos y que, a estas alturas, no sé cómo no ha dimitido o le han cesado ya. El PP ha sido un claro vencedor en los comicios de ayuntamientos y CCAA, arrebatando al PSOE algunos feudos que siempre han gobernado ellos. Ante esta debacle, y como un niño pequeño que le da una rabieta, disuelve el Congreso y convoca elecciones generales para el próximo 23 de julio en medio de época estival y coincidiendo con el puente de Santiago Apóstol. ¡Cuántas veces le hemos escuchado decir que la legislatura llegaría a su término!

 

         La impresión que cunde en las propias filas socialistas es de desánimo porque Pedro Sánchez se equivocó al plantear unas elecciones autonómicas y municipales como si fueran un plebiscito sobre su gestión o su persona. Los anuncios electoralistas de cada fin de semana para salir en los telediarios han tenido un efecto contraproducente. Lo españoles no han entendido cómo problemas tan complejos como los de la vivienda o la sanidad, se pretendan solucionar en un fin de semana, después de haber permanecido de brazos cruzados durante los cinco años en el poder. Se han sentido engañados. Propuestas como subvencionar los viajes en interrail para combatir la precariedad laboral, o subvencionar dos euros para el cine de los jubilados, causan sonrojo fuera y dentro de estos colectivos.

 

         El talón de Aquiles de Sánchez en esta campaña fueron los 44 terroristas que Bildu lleva en sus listas. Aparte de las mentiras que nos ha concedido durante los cinco años de su mandato diciendo lo que no iba a hacer lo que luego sí hizo, está el clima de confrontación permanente con la oposición. Parecía que la oposición era él. Quizá haya influido la presencia de Podemos que hubiera impedido un acercamiento entre PP y PSOE. Otro error son las  cesiones a los independentistas. En ningún país serio, alguien que atente con desfragmentar la integración de una nación, que es un delito muy grave, es indultado modificando la ley de rebelión, sedición, usurpación de funciones públicas, desobediencia y malversación de fondos públicos como se ha hecho aquí. Esto no lo hace nadie. No olvidemos que Sánchez ha pasado de ser un fervoroso defensor de la aplicación del 155, a ceder en algo tan simbólico como es el carácter del castellano como lengua vehicular en la educación. Y es que cualquier cesión ante los nacionalistas, no sirve para resolver el problema de fondo, sino que es un paso más en su camino independentista.

 

         Aquí incluyo también al PNV que es más paciente que sus homólogos catalanes, pero que comparten, no nos engañemos,  el mismo objetivo de romper España. Otro error es acabar con la separación de poderes y autorizar el “asalto” a la Justicia, con el disparatado nombramiento de una ex ministra y diputada socialista al frente de la Fiscalía General del Estado. “¿De quién depende la Fiscalía?”, se preguntó: “del Gobierno” se contestó a sí mismo…. ¡¡Toma ya!! Lo de RTVE es tan escandaloso como esperpéntico, pero como lo hacen el PSOE y Podemos, la inmensa mayoría de los medios permanecen sin pronunciarse. La gestión de la Covid-19 ha oscilado entre el voluntarismo y la propaganda, sin duda con las mejores intenciones, pero sin establecer un equipo de expertos (aunque se anunció luego resultó no ser verdad) que es lo que marca el sentido común. El Sr. Sánchez presume que, durante su mandato, han sido aprobados tres Presupuestos Generales que, en vez de regar y satisfacer los deseos de la sociedad, se han beneficiado los socios gubernamentales, deseosos de meter sus zarpas en ellos, repartiendo millones aquí y allá. El coste final es una deuda inmensa que nos hipotecará y tendremos que pagar en muchos años.

 

         Sánchez cree que el pésimo resultado de su partido se ha debido a factores externos a su gestión; es decir, a la insistencia de sus rivales en “embarrar la campaña” con elementos como las listas con etarras o la compra de votos. Y no se da cuenta que es justamente su gestión y su política de alianzas, lo que los españoles han repudiado este 28-M. Si la distancia entre el PP y el PSOE no ha sido mayor, es porque todavía una parte del voto se ha decidido en clave local y autonómica, donde los socialistas tenían buenos candidatos. Manifestar que el PP es “derecha extrema” es, sencillamente, haber perdido el sentido de la realidad. No todo vale en política.

 

         El mensaje de las urnas municipales y autonómicas ha sido tan demoledor para su partido y sus socios, que aconseja una clarificación sobre la voluntad de los españoles sometiendo el mandato democrático de su Gobierno a la voluntad popular; aunque el 68% de los españoles creen que Sánchez lo hace por intereses personales,  el resto lo considera una decisión responsable. Ya veremos qué ocurre.

 

Miguel F. Canser

 

 

miércoles, 29 de marzo de 2023

LACAYOS DE LA POLÍTICA

En poco más de una década, se ha devaluado el prestigio de las instituciones y de sus actores políticos; ha cambiado la tipología del sistema de partidos, que ha pasado de un bipartidismo imperfecto, a un multipartidismo polarizado y se ha transformado, para peor, la manera en que los jóvenes definen y proyectan sus expectativas socioeconómicas a medio plazo.        Pero esta década ha sido de una gran complejidad política. Hemos sufrido una crisis económica, otra territorial y otra de carácter sociopolítico. A raíz de ello, en el mapa político español se han sucedido conflictos internos en los partidos tradicionales, aparición de nuevas formaciones, un proceso de judicialización política y, finalmente, un descenso social en bloque que ha supuesto el empobrecimiento de un sector de la ciudadanía, a través del incremento del desempleo y la precarización laboral, con una especial afectación a las generaciones más jóvenes.

 

         Y es que en política, no debería valer todo. Los casos de corrupción son tan frecuentes, que parece nos estamos acostumbrando a que existan. La falta de responsabilidad es tan grande que al que roba, no sólo no devuelve lo robado, sino que no le sucede nada. Si un político está juzgado y condenado a años de prisión, y argumenta que está enfermo, no entra en la cárcel. ¿Acaso no existen en prisión medios necesarios para administrar un tratamiento adecuado? Todo el mundo sabe que los políticos son una casta aparte, tienen otro status. Incluso se hacen leyes exclusivas para ellos; véase las derogaciones de los delitos de sedición y malversación por ejemplo. El descrédito, para la gente de a pie, es tan evidente que ya no nos asombra nada de lo que pueda ocurrir.

 

         La política actual ha dejado de ser representativa de la voluntad popular. No hay más que fijarse en el desarrollo de las sesiones del Congreso. No se debaten leyes en libertad. Cada diputado está condicionado a apretar el botón del “sí”, el “no” o la “abstención”, según lo dicte su líder. Son lacayos del partido que les han puesto en las listas; por no mencionar los excesivos “Decretos ley” que se han celebrado en el hemiciclo, parcheando problemas de calado que no solucionan su imperfección en origen. Además este tipo de procedimiento, realizado a menudo con tanta urgencia, suele estar mal hecho y eso hace que se modifiquen sobre la marcha.

 

         A poco más de dos meses de las elecciones autonómicas que, sin duda alguna, serán un termómetro que nos marque lo que pasará en las elecciones generales de octubre, mucha gente se estará preguntando a quién destinará su voto. Todo el mundo sabe que a los distintos partidos y sus candidatos, sólo les preocupa su futuro político; es decir, si van a seguir contando con el cómodo y beneficioso puesto que les permita seguir siendo diputado en cualquiera de las CCAA o en el Congreso de los leones. Todas las trifulcas y disputas entre ellos, incluso del mismo partido, se deben a una lucha de poder, de estar colocados en las listas. Por ejemplo las diferencias entre Podemos y Sumar de Yolanda Díaz, es simplemente eso, ver quién figura como número dos, tres, cuatro, etc. Lo más curioso es que me temo que, pese a quien pese, van a acabar pagando justos o menos justos por pecadores evidentes. En el caso de PODEMOS, pagarán todos los adictos “al coletas” por sus constantes vaivenes y cambios de opinión en nuestra política. Y los esfuerzos de Yolanda Díaz con su SUMAR, que pretende desmarcarse total y absolutamente de su promotor inicial, sin estar contaminada por los múltiples errores y consecutivos de su padrino original.

 

         Ignoro el resultado en las próximas convocatorias electorales, pero estoy seguro que los errores de calado producidos durante la actual legislatura, pasarán factura a sus protagonistas. El PSOE no será una excepción: las promesas de no pactar y luego pactó, las ya enumeradas leyes de sedición y malversación, la chapuza de la Ley del “sí sólo es sí”, la corrupción de los ERES en Andalucía, el peaje pagado a los socios de investidura (ERC y BILDU). El gobierno de Pedro Sánchez ha tenido que afrontar un cúmulo de retos como pocos: Una pandemia con miles de muertos y enfermos, la paralización de la actividad para frenar los contagios, sin olvidar la tormenta Filomena, la erupción del volcán en la Palma, los devastadores precios de la luz y el gas y aún hoy, los delirantes precios de los alimentos básicos que traen de cabeza a los consumidores. Y es que el PSOE no tiene socios sólo vasallos: lacayos a precio de oro. Pedro Sánchez, aparte de sus constantes cambios de opinión y mentiras, es un presidente atado de pies y manos por sus socios de gobierno y de investidura sin poder cesar, como seguramente sería su deseo, a más uno/a.

 

         Las encuestan dicen que el PP ganará las elecciones pero, con toda seguridad, necesitará los votos de VOX para poder gobernar. Veremos. El Gobierno, llamado a sí mismo progresista, ha criticado esta alianza olvidándose con quién pactó él. El resultado será, como siempre, lo que dictamine con su voto esa mayoría silenciosa, que no da guerra, que no se manifiesta, pero que decide. Nos vemos en las urnas.

 

Miguel F. Canser

 

 

 

 


martes, 7 de marzo de 2023

MEDIOCRIDAD


 Mediocre significa de poco mérito, tirando a malo. La persona mediocre suele ocultar que los demás sepan que lo es. Actúan en la vida tomando decisiones con el propósito de agradar al resto, por temor a perder el afecto de las personas que les rodean. Viven con la ilusión de que lo importante es sólo el ahora y, por lo tanto, se comportan de manera dispersa en sus asuntos relevantes. Recurren permanentemente a las excusas para explicar los fracasos, sin hacerse cargo de la responsabilidad por los resultados que generan en la vida. Se quejan literalmente por todo y sienten que la vida les juega permanentemente malas pasadas. Es el victimismo de siempre. En sus trabajos hacen lo justo y necesario, no se esfuerzan nada adicionalmente por hacerlo con entusiasmo y mejor. No suelen generar una conexión emocional con los demás. Dicen que la vida es injusta con ellos, y están esperando la ayuda de los demás para resolver sus problemas. Y, lo que es peor, alimentan y generan la envidia cuando alguien triunfa y no han sido ellos.

 

         La mediocridad en la clase política se percibe como un lastre que limita las potencialidades de un país que se ha modernizado en todos sus ámbitos. Son muchas las voces que señalan que, efectivamente, debería incorporar las virtudes y buen hacer de otros colectivos. El enorme embrollo que acompaña la conformación de una mayoría parlamentaria, alimenta la sensación de que la política se ha convertido en un reducto de mediocres. Desde hace años, los ciudadanos españoles perciben a los partidos políticos como uno de los mayores problemas. El desafecto ciudadano es ya una realidad extraordinaria. Me pregunto hasta qué punto puede resultar cierto que, en una sociedad abierta, un colectivo como el político, se convierta en una especie de isla de mediocridad, rodeada de otros espacios en los que luce la excelencia.

 

              A la política deben llegar los más preparados porque de sus decisiones o de la redacción de las leyes, dependemos el resto de ciudadanos. Si hoy tuviéramos que plasmar el curriculum de la mayoría de los miembros del Gobierno y muchos de los políticos, nos sobraría la mitad de una cuartilla y nos limitaríamos a una licenciatura en lo que fuere, un doctorado a cualquier precio, unos estudios universitarios no finalizados o no iniciados, y en algunos casos ni siquiera el bachiller. Ser político hoy se ha convertido en una una carrera de avispados. Hoy la democracia está en crisis, esa democracia que siempre se consideró como la participación del pueblo en las tareas del estado; no es la democracia que pretendían Platón y Aristóteles que debería ser el gobierno de los mejores. Hoy fabricamos en tiempo récord un líder y lo lanzamos a la plaza y a la calle, lo llevamos a la televisión, a la prensa y, en poco tiempo, sacamos del anonimato a alguien y lo hacemos famoso y atractivo como se puede “lanzar” una canción o un intérprete.

 

         Hoy día, en España, no hay una cultura democrática, nos dejamos llevar por impulsos y nos dejamos arrastrar aún por la historia, por una guerra civil, creando nuevos hooligans, herederos de un fanatismo que hay que votar a determinado partido político sí o sí, aunque sus dirigentes sean unos inútiles. No somos críticos y aún estamos mediatizados por acontecimientos, revanchas, odios y venganzas. En este país se está más pensando en un gobierno que nos de subvenciones y que nos dé una renta para vivir. No estamos pensando en prepararnos para afrontar el reto de un trabajo, no. Hay una inmensa mayoría de ciudadanos que sólo están pensando en vivir sin trabajar. No pensamos en el bienestar o en el futuro del país, estando buscando el bienestar propio sin esfuerzo y sin trabajo.

 

         El político mediocre promociona e impulsa este sistema. Se acaba de reformar la ley sobre los delitos de sedición, malversación y de bienestar animal que han supuesto un encendido debate y han resultado ser de una constante polémica. Permanecer en el poder, lo perdona todo. El Estado es tan grueso y seboso, que no puede financiarse sin esquilmar a ciudadanos y empresas y sin endeudarse de manera suicida. Más de 600.000 políticos viven, directa e indirectamente, de los presupuestos públicos y cientos de instituciones que dedican más de la mitad de sus presupuestos, a pagar las abultadas nóminas.

 

         La clase política española, tanto la derecha como la izquierda, y los nacionalismos parásitos y chantajistas que les venden sus votos para gobernar, se han convertido en centros de colocaciones y dispensadores de lujos y privilegios, todo pagado por el contribuyente que, comparativamente, es el más expoliado de Europa, y uno de los más esquilmados del planeta. Una de las mayores pruebas de mediocridad es no acertar a reconocer los errores propios ni la superioridad de otros, dando paso a la soberbia y la falta de humildad. Lo que importa es el poder, sin más.

 

Miguel F. Canser

 

 

 

 

 

domingo, 5 de febrero de 2023

FANATISMO Y PRIVACIDAD

 

FANATISMO


El fanatismo político es el apasionamiento de una persona que defiende con tenacidad desmedida y ciegamente sus creencias u opiniones políticas, suponiendo una adhesión incondicional a una causa; produciendo en el fanático un comportamiento considerado, en algunos casos, violento e irracional pues está convencido de que sus ideas son las mejores y las únicas válidas, menospreciando las opiniones de los demás, aunque éstas estén en lo correcto. Por tanto, el fanatismo se identifica por el deseo de imponer sus propias ideas y despreciar a quienes son diferentes. Basarse en una serie de pensamientos que son incuestionables, tener una visión sesgada de las cosas donde todo es blanco o negro, y carecer por completo de todo espíritu crítico, eso es el pensamiento único. Decía Winston Churchill que “un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema”.


Este tipo de pensamiento es patrimonio de sistemas autoritarios y dictatoriales, que cuando llegan al poder político, suelen desarrollar todo un régimen para la imposición de sus creencias, castigando a los opositores, buscando eliminar cualquier tipo de reflexión, porque donde no existe reflexión, tampoco hay contradicción. En tiempos electorales este fenómeno es bien común, reflejado en la preferencia de líderes políticos en tener fanáticos y no compañeros, pues los primeros confunden lealtad con sumisión, convicción con creencia, poder relativo con poder absoluto, tolerancia con debilidad, flexibilidad con blandura, paciencia con inoperancia y entereza e integridad con fanatismo. Son los mismos que alababan a Hitler, Mussolini, a Pinochet o a Franco. Prefieren el orden antes que la justicia. Cuando escucho a ciertos políticos tengo la sensación que me quieren manipular; muy diferente a cuando hablo y escucho alguna conversación con un amigo, un familiar. No podemos sorprendernos porque intentan meterse en nuestras vidas. La verdad absolutamente cierta nadie la tiene, y cada cual tenemos nuestros sesgos ideológicos y cognitivos, pero, en cualquier caso, intentamos trasladarnos con honestidad.


PRIVACIDAD


Cuando damos nuestro permiso para que algunas aplicaciones sepan nuestra ubicación, estamos permitiendo que sepan dónde estamos, qué sitios frecuentamos, donde compramos, etc. Ya existen empresas que son capaces de, aparte de facilitar nuestra ubicación, saber las tiendas que estamos visitando, lo que nos atrae de ellas, el tiempo que permanecemos en ella para así, averiguar qué es lo que nos interesa y, a la postre, poder ofrecernos esos productos. Lo saben todo, y esos datos, luego se venden a personas que quieren abrir un negocio (gimnasio, fisioterapia, etc.) y les dicen dónde es el sitio más apropiado y dónde existe más demanda del producto que se desea vender. Uno puede pensar: ¿para qué quieren mis datos si soy un particular que no interesa a nadie? Precisamente por eso los datos se extrapolan colectivamente. Se fijan en los grandes almacenes, si te fijas o te interesa algo en especial, si te atrae más algún tipo de música. Todo se utiliza con fines comerciales, pero también con fines políticos; porque sabiendo perfectamente lo que más impera en un barrio concreto, se buzoneará información del partido político adecuado para “animar” al voto. Es la máxima expresión del control vital.


Cuando protestas y te rebelas, te dicen que con esos datos tuyos “no van a hacer nada malo” y que “va a ser mejor para tu seguridad”. Bueno, ofrecen seguridad en detrimento de libertad individual y falta de privacidad. Ya no te digo si, además, utilizamos una tarjeta de crédito para pagar: saben dónde compramos y qué compramos. Nada se hace gratis, Los censos, históricamente, se hacían para saber cuántos ciudadanos había y poder satisfacer sus necesidades; ahora, aparte de saber cuántos somos es, primordialmente, para pagar impuestos. El cambio es totalmente radical. Está dirigido al control total y absoluto de la sociedad.


Las grandes plataformas como Google y compañías de servicio y suministros, ya están utilizando la inteligencia artificial. Cuando solicitan su atención, casi nunca conectas con una persona humana al principio. Nos dirigen por donde ellos quieren. Intentan habituarnos a que la inteligencia artificial prenda totalmente en nuestras vidas. Existe el caso en EEUU de un abogado que ya es inteligencia artificial; incluso jueces en China que, para los casos más rutinarios, también son inteligencias artificiales. Es ir metiéndose poco a poco en nuestras vidas para que lo veamos como una cosa normal, y una vez que nos hemos acostumbrado, lo veremos lo más normal del mundo. Se intenta, en definitiva, que no te molestes, que las cosas no te cuesten esfuerzos, y lo que es peor: que no pienses, “ya lo hacemos nosotros por ti”. Esto lo desarrollan los grandes magnates de la tecnología, las élites que no son hermanitas de la caridad porque pretenden ejercer un control social de otra forma sobre nosotros, sin que nos demos cuenta de esa manipulación.


Ya se están dando casos, subliminalmente, si debemos comer esto o lo otro por el bien del planeta (que sí que es un problema), cuándo debemos acudir al médico y cuándo no. Nos hablan del consumo responsable. Hemos visto los menús que se han dado en la reciente cumbre de Davos, y no han sido precisamente a base del escarabajo pelotero ni otros insectos, nada de eso, Las buenas carnes y los mejores pescados han estado presente. Nos dicen que nosotros tenemos que poner remedio a esto del cambio climático, pero también la cantidad de vuelos privados que surcan el cielo, o la cantidad de coches oficiales con toda la parafernalia de seguridad que circulan a diario, ¿no? Nos piden que utilicemos la bicicleta, pero ellos van a su trabajo en coche oficial. ¿Han visto ustedes a algún diputado, alcalde o concejal ir en bici a trabajar? Yo no. Quizá haya alguno.


Miguel F. Canser

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domingo, 1 de enero de 2023

CARRIL BICI SÍ, CARRIL BICI NO

La polémica está servida. Nuestra ciudad está experimentando –de facto ya es un hecho-- una modificación importante en su devenir diario. Los nuevos carriles bici segregados, han dividido a las fuerzas políticas de Rivas Vaciamadrid. Mientras unos los defienden como avances en el camino hacia una ciudad más sostenible, otros los consideran problemáticos e innecesarios. Y es que, se ha hecho todo tan rápido, tan deprisa, prácticamente sin avisar, que a todos nos ha pillado a “traición”. Es interesante comprobar que, cuando se tiene intención de hacer algo, se puede hacer de forma inmediata. Y es, igualmente ejemplarizante, comprobar la rápida disposición de los recursos tanto humanos como materiales para transformar, en tan poco espacio de tiempo, la creación de estos carriles bici. Y es que cuando se quieren hacer modificaciones, se hacen sin vacilar, sin miramientos y, quizá, sin pensar en las consecuencias.


Pero, no sólo están divididas nuestras fuerzas políticas que, al fin y al cabo, no es ninguna novedad, sino --y esto es lo peor-- que también existe una fuerte discrepancia entre la ciudadanía. Podíamos decir que se ha creado un problema donde no lo había. Se empezó en el pasado mes de agosto, con la creación de las zonas de bajas emisiones escolares (ZBE) aprovechando que la mayoría de los vecinos estaban de vacaciones y sus resultados los veremos a partir del 1º de enero de este año cuando entren en vigor. Habrá muchos automóviles que les estará prohibido circular por dichas zonas; incluso para llevar a sus hijos al colegio bajo amenaza de la sanción correspondiente. Y es que cumplir con la famosa Agenda 2030, hay que hacerlo poco a poco, sin que recaiga sobre el ciudadano toda la responsabilidad. Hay cosas que se necesita tiempo para implantarlas, sin prisas y que la nueva situación sea lo menos lesiva para todos.


La Agenda 2030 está integrada por 17 objetivos de desarrollo sostenible y 169 metas que, lógicamente, no vamos a enumerar. Suponen un nuevo reto de toda la comunidad internacional para lograr erradicar la pobreza, extender el acceso a los derechos humanos, lograr un desarrollo económico global sostenible y respetuoso con el planeta y los recursos que ofrece…... Bien. Perfecto. Y ¿creemos que, de aquí a 7 años, vamos a conseguir todo eso? No se lo cree nadie. El objetivo que persigue es necesario y compartido, pero su puesta en marcha no puede hacerse con prisas….. A lo nuestro: carriles bici y asfaltado de las calzadas todo junto. Y es que las elecciones están a la vuelta de la esquina, y después de casi cuatro años de inacción e inmovilismo, ahora quieren hacer todo de una vez.


Todos queremos una movilidad más sostenible y una ciudad libre de humos, pero no a costa de complicar la vida a los ripenses. La realidad es que vivimos en una ciudad dormitorio, donde la mayoría de sus habitantes trabajan fuera de la ciudad, lo que supone que la utilización del automóvil es muy necesaria y el transporte público por carretera muy deficitario; siendo necesario sacar el coche aunque sólo sea para dejarlo en el parking del Metro, pues la extensión de Rivas es tan grande, que no existe cerca una estación y no es operativo utilizarlo por los transbordos a efectuar. Los carriles bici se han puesto en muchas de las arterias principales que los vecinos deben usar para su día a día: comprar, ir a trabajar o llevar a los niños al colegio; sin olvidar a los repartidores que no tienen sitio para poder cargar y descargar sin perturbar la circulación normal. Se ha cercenado la libertad de movilidad, siendo el pequeño comercio el más perjudicado. Obligar a la gente a circular a 30 Km hora, requiere tiempo y una metodología constante a nivel informativo y pedagógico.


Mónica Carazo, portavoz del PSOE de Rivas Vaciamadrid y vicealcaldesa de la ciudad, ha dejado vislumbrar que “la red de carriles bici es un proyecto de nueva forma de movilidad sostenible; eso no significa que no se vayan a realizar cambios en el futuro. En todo caso, el proyecto será evaluado y revisado, para poder introducir las mejoras o modificaciones que sean necesarias”. Eso es lo correcto. La experiencia nos va a decir si fue acertado o no la implantación masiva de estos carriles. Lo que está claro es que el carril bici no debe provocar atascos como los que he vivido a nivel personal. Quizá se han copiado modelos de otros sitios que no tienen que ser los adecuados para Rivas. La bicicleta o el patinete eléctrico es un medio de transporte interesante, pero su utilización es minoritaria y recreativa, y no pueden ser la única apuesta de este Ayuntamiento. Además, cualquiera puede comprobar la infrautilización de estos carriles generalmente vacíos, siendo su ocupación muy testimonial.


Asimismo, la Portavoz de Podemos Rivas, Vanessa Millán, ha manifestado que “estos cambios que afectan al ciudadano deben darse poco a poco, buscando soluciones alternativas y minimizando los problemas, buscando soluciones efectivas que puedan generar los desplazamientos”. Pues eso, con informes técnicos precisos adecuados a una ciudad como la nuestra. Creo en la necesidad de tener unos carriles bici bien orientados, que no modifiquen y trastoquen en exceso el día a día de los ripenses, mejorando los ya existentes, sin necesidad de crear otros nuevos de esta envergadura a escasos 30 metros de los anteriores; porque modificar los hábitos para conseguir un beneficio ecológico y renunciar al coche, debe hacerse de forma pausada y con estudios detallados, reforzando el transporte público, sin que sea una imposición inquisitorial.


Miguel F. Canser

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jueves, 1 de diciembre de 2022

HONESTIDAD


 La honestidad es hablar y actuar con sinceridad, es más que no mentir, engañar, robar o hacer trampas. y actuar con sinceridad, es más que no mentir, engañar, robar o hacer trampas. Implica mostrar respeto hacia los demás y tener integridad y conciencia de sí mismo.  Es un valor moral fundamental para entablar relaciones interpersonales basadas en la confianza, la sinceridad y el respeto mutuo. Una persona que actúa con honestidad, lo hace siempre apoyada en valores como la verdad y la justicia, y no lo antepone a sus propias necesidades o intereses. Es una persona apegada a un código de conducta caracterizado por la rectitud y la honradez. La honestidad verdadera debería estar presente en todos los aspectos de la vida de una persona; se manifiesta socialmente, pero también en el entorno íntimo del individuo, de su vida misma, de su comportamiento coherente, donde sus acciones son consecuentes con lo que piensa, dice y predica.


Desgraciadamente, nuestro mundo no es un ejemplo y virtud de honestidad. Nuestra interacción con los demás: en el trabajo, en el tráfico, en nuestra comunidad, en los estudios, no digamos en política. Como seamos aquí, así seremos en nuestra vida más íntima, en nuestras relaciones afectivas, de amistad y familiares; y en aquéllos aspectos de nuestra vida que no estamos obligados a compartir con los demás: nuestros sentimientos, gustos e intereses. Un individuo honesto, en definitiva, es ante todo, honesto consigo mismo y no se traicionará a sí mismo. Informar al vendedor que se ha equivocado a nuestro favor con el cambio (aunque casi nunca se equivocan en su contra), devolver a la persona el billete que se le acaba de caer sin notarlo, cumplir con nuestras obligaciones aún cuando nadie nos vaya a gratificar por ello, vigilar nuestras palabras en la medida en que éstas puedan herir o afectar a terceros, guardar discreción, asumir la responsabilidad de nuestros errores, rectificar y corregir cuando sea necesario, ser leales y transparentes en nuestras relaciones con los otros; todo ello no es sino una breve enumeración del largo catálogo de acciones donde podemos manifestar activamente nuestra honestidad.


El deterioro, en cuanto a valores morales nos referimos, es cada vez más marcado en el mundo entero, en la sociedad. Tiempo atrás, la palabra lo era todo. No había necesidad de más. La conciencia, la reputación, la dignidad y la ética eran los pilares donde la honestidad se cimentaba y se creía en la gente. Con el paso del tiempo y la evolución de las sociedades, cosas como la ambición, el poder, el dinero, el status, la codicia y el éxito, empezaron a corroer eso que antes estaba al otro lado de una pared impenetrable. Hoy en día, hemos llegado al extremo donde el concepto de honestidad, se tiende a relativizar de tal manera, que como bien dicen, “el fin justifica los medios”.


El camino fácil se ha instaurado como la mejor manera de llegar a lo que se quiere llevándose por delante ética y valores. ¿Qué está pasando con nuestra sociedad?, ¿en qué momento empezó a ser más importante tener dinero que tener dignidad?, ¿en qué momento empezó a ser más importante quedar bien ante los demás, y fallarnos a nosotros mismos? Básicamente se ha dado un cambio de valores , que influye desde el momento en el que criamos a nuestras nuevas generaciones. Antes la palabra, la sociedad, la ética, el respeto y la autoridad eran valores; pero ahora lo que importa son el éxito, la competitividad, la mayor productividad y la perfección. Teniendo en cuenta que los seres humanos perseguimos ser aceptados por los otros a toda costa, nos adaptamos a los valores que generan aceptabilidad. Por eso hoy, ser el mejor y la necesidad de éxito, hacen que todo valga. En este ambiente de individualidad, los valores como el honor y la autenticidad, cada día están más perdidos.


Ya estamos inmersos en plenas fiestas, ya huele a Navidad, ya nos llueven los abrazos y los buenos deseos; sin embargo, ese despliegue de ternura, solidaridad y generosidad que tan poco nos cuesta mostrar en esta época del año, quizá no haya sido lo mismo el tiempo vivido anteriormente. En este mundo marcado por la turbulencia, por la inseguridad, por las tensiones de la lucha diaria para sobrevivir, existen unos momentos donde podamos encontrar un espacio de conciencia, alrededor de un éxito incluyente que genere ganancias, no sólo para un individuo, sino para quienes están a su alrededor. Siempre hay una esperanza de cambio.


Miguel F. Canser

www.cansermiguel.blogspot.com







lunes, 31 de octubre de 2022

UN MERCADO PERSA


En estos días se han debatido y aprobado los presupuestos generales para 2023 que se han convertido en eso, en un mercado persa: El paso solemne del "califa" visitando el mercado, la llegada de los camelleros al paso majestuoso con sus iphones nuevos, los malabaristas y encantadores de serpientes y, cómo no, el canto que nadie atiende de los mendigos. Porque los presupuestos son eso: un mercado donde se intercambian no productos, pero sí un "tú me concedes estos y yo te doy mi voto favorable". Dicen que estos presupuestos son los que más carga social tienen, que van destinados mayoritariamente a la gente más necesitada y a la clase media. Bien. No seré yo quien critique eso, al contrario. Ahora bien, el Gobierno quiere recaudar 200.000 millones entre IRPF e IVA (impuesto al consumo). Para el año 2023 espera recaudar 13.000 millones más; es decir, al final, la recaudación sube un 7,7% por no deflactar y poner fin al plan anti-crisis; y ha limitado su rebaja fiscal sólo a los asalariados inferiores a 21.000€ y deja a la clase media sin paraguas hasta el IPC.

El aumento fiscal es significativo para poder hacer frente a los gastos previstos que son muchos. La subida de las pensiones al ritmo de la inflación --aunque como pensionista me beneficia-- no deja de ser preocupante porque para que se produzca, el Gobierno tiene que recaudar más impuestos. No hay que dejar de lado que, en este País, somos más de 9MM de pensionistas y que el año 2023, es año electoral. Pero, echemos un somero vistazo a las partidas presupuestarias: En el apartado IRPF, se quiere conseguir 8.083 millones más (7,7%), en el IVA, que grava el consumo, 782 millones más (7,7%); luego está el impuesto de sociedades que esperan recaudar 2.000 millones más que, curiosamente, es otro 7,7%; lo que significa que los ingresos tributarios, contando con otros impuestos, supondrán 18.710 millones de euros más que 2022. Sí, es otro 7,7% más.

En toda economía, ya sea familiar o de cualquier negocio, existen unos ingresos y unos gastos aunque siempre se pretende que los ingresos, sean superiores a los gastos por aquello de guardar o tener un colchón para imprevistos. Pues bien, en los presupuestos presentados, algo inaudito, los gastos superan a los ingresos. Concretamente, los ingresos se estiman en la cantidad de 389.000 millones (3,4% más) y los gastos serán de 584.000 millones (10,7% más). Lo que ha sucedido en este País en un lustro (5 años), desde 2018 a 2023, y sin entrar en quién gobernó en ese tiempo, es que los impuestos han subido un 41,53% que es una auténtica barbaridad. Ya sé que en el 2020 hemos sufrido una pandemia, el volcán de La Palma, que estamos inmersos en una guerra que nos afecta, una economía al borde de la recesión; pero, un 41,53% me parece una exageración. Para no aburrir, sólo indicar que la mayor partida de los presupuestos se la lleva el apartado pensiones (191.000 millones, un 11,4% más), seguido por Defensa (12.300 millones - 25,8% más), I+D+I y Digitalizaciones (16.000 millones - 22,8% más) esto último, totalmente necesario.

Decía al principio que estos presupuestos se habían convertido en un mercado. Un mercado donde se intercambian concesiones y permanencias. No entiendo cómo unas comunidades (Euskadi y Navarra), que no participan de dichos presupuestos, porque tienen un concierto económico distinto; es decir, que ni les va ni les viene, tienen que dar su aprobación o no a los mismos, que sí nos afectan a los demás ciudadanos españoles. ¿Tienen que decidir ellos dónde y cómo debemos gastar nuestros dineros, pero nosotros el de ellos no? Votan a favor o en contra, dependiendo de lo que les concedas, aunque los presupuestos no les afecten. ¿Era necesario modificar, deprisa y corriendo, las penas de sedición antes de aprobar los presupuestos?, ¿no hubiera sido mejor posponer modifica la ley posteriormente? Esta claro que era una exigencia independentista como condición para votar favorablemente.

No se pueden hacer unos presupuestos donde los gastos sean superiores a los ingresos, Eso es de primero de economía, no lo hace nadie, y sin establecer unas prioridades de gasto. ¿Hay que gastar lo que sea necesario? Rotundamente sí, pero no sin saber si la estimación de ingresos va a ser la que se presupuesta. Lo que siempre son seguros son los gastos, de ahí la subida que todos deberemos afrontar. Según el economista Niño Becerra, se estima que con estos presupuestos, cada españolito de a pie, incluidos los nacidos en 2022, heredamos una deuda de 30.000€ por habitante. Los impuestos son necesarios para mantene una sociedad próspera y equitativa, pero ¡¡jolín!!.

sábado, 1 de octubre de 2022

ASÍ SE PIERDEN LAS ELECCIONES


Existe una preocupación candente en toda Europa por los últimos resultados electorales donde están imperando las derechas. Y, ¿por qué el voto cambia de un lado a otro? La gente está muy harta de ciertos políticos, muchos han dejado de acudir a las urnas porque no confía en ellos. La abstención empieza a preocupar. Eso de mirar y leer los distintos programas electorales está muy bien, pero no sirven de referencia, ya que nos tienen acostumbrados a no cumplirlos ninguno. Sencillamente “se sirven del pueblo para llegar al poder y, una vez allí, se olvidan de él”. Esta opinión la comparten muchos miles de ciudadanos, de una inmensa mayoría silenciosa, que no les interesa saber de qué partido es la persona que les gobierne, sino que contraiga el compromiso de trabajar por el bien de todos, siendo consecuente con la responsabilidad adquirida, con el cumplimiento de las promesas que hizo en período electoral, y con la única visión de servir a los demás, y no servirse para sus propios fines, ideología, o intereses de partido.

 

         Las elecciones no se ganan con los votos de los profesionales de la política, ni con los incondicionales de los distintos partidos, ni tampoco con los periodistas con cierta ideología, cuando no a sueldo, de ciertos ideales políticos. Se ganan o se pierden con los votos de esa inmensa mayoría que no es tonta, que tiene memoria, y no se deja manipular fácilmente aunque no se manifieste. Me refería antes a la abstención. Aquí se sabe que, aunque existe el voto en blanco, forma de votar para los que no confían en nadie, éste no sirve para nada pues ya se han preocupado los políticos de legislar, para que se lo repartan los más votados. Considero que si el porcentaje de votos en blanco, por ejemplo, suponen uno o dos escaños, éstos deberían quedar vacíos, porque así lo han querido las urnas. Pero no, de ahí la abstención, en fin, allá ellos. 

 

         Todos prometen ciertas cosas que, cuando llegan al poder se olvidan de realizarlo, bien porque sus socios de gobierno se lo impiden, o porque han prometido cosas que ya sabían antes, que no iban a cumplir.  Cuando se asegura que nunca se asociarán con cierto partido, y se hace lo contrario, cuando se asevera que los impuestos no se pueden retocar a la baja, porque se lo impide Bruselas, y se bajan (podían haberlo hecho antes)

porque se acercan las elecciones, cuando se critican las puertas giratorias para después hacer tú lo mismo, cuando persiste y no se corrige una ley de ocupación injusta, que protege más al okupa que al propietario; cuando no existe un mínimo de autocrítica y de humildad: se han cometido múltiples errores durante la pandemia que, no sólo no se han reconocido, sino que se han vanagloriado de su gestión, cuando se ha triplicado el gasto político con 22 ministerios y nombrando a excesivos consejeros y cargos de confianza, cuando la deuda pública alcanza ya unos niveles insoportables, a pesar de una recaudación de impuestos histórica, y no se mejora la calidad de vida de los ciudadanos,  etc., etc.

 

         Y no podemos olvidarnos de nuestro Congreso de los Diputados, porque cada sesión parlamentaria, cada debate de proyecto de ley, cada acto institucional, se hacen palpables los oídos sordos ante los argumentos del contrario que es lo que impera en todos los feudos políticos; y aquí, incluyo a todos los partidos. Cada sesión será para prorrogar el actual estado de cosas, con un Gobierno partido en dos, con los “socios” que apoyaron hace años la moción de censura contra Rajoy en continuas exigencias. La sociedad, con administrar un mínimo de análisis político, así lo demuestra en las distintas encuestas.

 

         No hacía falta contratar a Iván Redondo para deducir que, antes de liquidar a tu principal adversario electoral, debes encargarte de comprobar que su sustituto no será más lesivo para tus intereses. No se reparó en que la distancia a las elecciones, empequeñecía a un inflamado Pablo Casado, que ni siquiera entusiasmaba al numeroso gentío que asistían a sus mítines. Las frases más escuchadas –mayoría silenciosa-- en las tertulias de bar, en conversaciones de vecinos y en confidencias de amigos es: “No podemos seguir así”. Vivimos en un mundo cabreado, donde la insatisfacción está muy presente. La gente está muy mosqueada porque esto no hay quien lo aguante: subida de precios desmesurada, crisis económica, crisis política, crisis moral y social…Esto es lamentable…. “Rectificar es de sabios”.

 

Miguel F. Canser

www.cansermiguel.blogspot.com