viernes, 1 de marzo de 2013

QUISIERA PEDIR AUXILIO

En cualquier lugar de este País donde usted encienda su TV, radio, lea la prensa, o sitio de Internet, los noticieros están llenando nuestros oídos con las peores malas noticias. Cada día que me levanto me sorprende un nuevo ERE, violencia, corrupción, la ineficacia y lentitud de la justicia, el paro galopante, colapso económico, ayudas a Bancos, autónomos y pequeñas empresas luchando por subsistir, desahucios, amnistía fiscal a los que más tienen, indultos a altos cargos ya juzgados y culpables, condonación de deudas millonarias a los partidos políticos, subvenciones injustas a la Iglesia y Sindicatos, pérdida de poder adquisitivo de las familias, recortes en sanidad y educación, en definitiva: pérdida del estado de bienestar y, sobre todo, y lo que es peor, un grave deterioro de la democracia en nuestro País. No hay una semana sin que pase algo que nos haga sacudir la cabeza en señal de asombro ante la corriente aparentemente interminable de toda esta suciedad y fango.

El gobierno español y el resto de las administraciones públicas, agobiadas por la escasez de dinero, siguen apretando la soga sobre el cuello de los ciudadanos y acribillándolos cada día más con impuestos, y los ayuntamientos y comunidades autónomas incrementan, por su parte, impuestos y tasas, convirtiendo la vida del expoliado ciudadano español en un infierno. El problema del vertiginoso incremento de los sacrificios en España, generados por una mezcla explosiva de voracidad fiscal, exigencia europea, y durísimos recortes en los servicios, prestaciones y derechos, es que los ciudadanos no entienden ni comparten que se le pidan esfuerzos suplementarios mientras el gobierno se niega a adoptar las medidas que el ciudadano desea y la racionalidad demanda.

Recuerdo que, cuando era niño, mi padre me repetía siempre que si él quería que yo hiciera algo bueno, primero lo tenía que hacer él; lo que siempre se ha dicho de “practicar con el ejemplo”. En España, donde los políticos que han saqueado las cajas de ahorros y parte del erario público siguen libres, sin ser juzgados y sin que la justicia les obligue a devolver lo robado; el gobierno español, al mantener el tamaño injusto y gigantesco de un Estado que tiene más políticos cobrando dinero público que Francia y Alemania juntas, y no renunciar a lujos, privilegios y caprichos que el pueblo rechaza abiertamente, carece de autoridad moral para pedir rigor, cumplimientos y sacrificios a sus ciudadanos. Cuando las promesas electorales sólo están para ser incumplidas sin que repercuta ninguna responsabilidad política de quien las ha hecho, cuando las dos grandes formaciones políticas de este país son incapaces de llegar a un acuerdo para afrontar los principales problemas, tirándose los trastos a la cabeza sin aparcar sus ideas ideológicas, en definitiva, cuando la indecencia y la mentira gobiernan, carecen de autoridad moral para imponer sacrificios. Y de esto es de lo que carecen nuestros gobernantes: DAR EJEMPLO.

Una idea, económica, ideológica, o de otro tipo, se combate con otra idea, pero bajo la premisa que ninguna de ellas es una certeza absoluta y, por tanto, siempre debe primar el bien común aunque ello suponga renunciar o matizar algún pensamiento propio y ceder al argumento del otro. La sensación de "injusticia" económica y fiscal existente en España es grave y profundamente antidemocrática porque la democracia es un sistema que se basa en la confianza y la satisfacción del ciudadano, algo que no existe en la España actual, donde esos sentimientos cívicos han sido sustituidos por el rechazo, el desprecio y hasta el odio por una clase dirigente a la que se acusa, abiertamente de corrupción, abuso de poder y un sinnúmero de arbitrariedades. Los sentimientos de rebeldía e insumisión crecen en una población cada día más distanciada de sus dirigentes, una situación explosiva e inédita en una Europa que, además de problemas financieros, tiene gravísimos problemas éticos y democráticos y que se aleja de un patrón que tiene por banderas la democracia, la sintonía entre administradores y administrados y la decencia de los dirigentes políticos.

¡Qué tiempo tan difícil vivimos! ¡Qué inseguridad e incertidumbre anida en el ánimo de la gente! ¡Qué desconfianza se ha apoderado del sentimiento de todos nosotros! Quisiera pedir auxilio, gritar con todas mis fuerzas para denunciar tanto desmán, pero no puedo, algo en la garganta me oprime y me impide hacerlo. Es como si una mano poderosa se haya apoderado de mi lenguaje y haya secuestrado mi voluntad. Pero, ¿a quién pedir auxilio?, ¿existe ese alguien o ese algo a dónde recurrir y que surta efecto este SOS?

Que mucho tiene que cambiar en España es bastante claro, pero parece que queremos que esta “revolución” empiece desde arriba, desde los políticos, sindicatos..,y esto no puede ser así. Una vez más, todo tiene que empezar desde abajo, el ciudadano, guiado siempre por el sentido común de la humanidad y la protección de los derechos fundamentales, debe decidir con su conducta y reivindicación pacífica, trabajar para darle la vuelta a todo esto. De momento, hasta ahora, sólo nos dejan hacerlo cada cuatro años. Me viene a la memoria una frase de la filósofa española Victoria Camps: “La democracia necesita una virtud: la confianza. Sin su construcción, no puede haber una auténtica democracia”.


Miguel F. Canser

www.cansermiguel.blogspot.com