domingo, 4 de noviembre de 2012

DESAHUCIOS

Estamos viviendo con verdadera preocupación y angustia la situación tan trágica que se está dando en nuestro país con el tema de los desahucios. El número de ellos aumenta cada vez más, llegando a ser, se dice pronto, de 517 diarios en la actualidad. Desde que empezó la crisis a comienzos de 2008 hasta ahora, han sido ya unos 400.000 los desalojos de viviendas. Sólo para este año se espera llegar al número de 180.000 nuevos desahucios, pues el número de ellos aumenta de modo exponencial. Esto contrasta con el número de pisos vacíos que existen en España: más de 3,8 millones. Esta situación está afectando a centenares de miles de personas que, perdido el trabajo e imposibilitados de poder pagar su hipoteca, se ven condenados a quedar en la calle o a expensas de familiares o amigos que los puedan acoger en sus casas con los problemas angustiosos de todo tipo que ello conlleva.

No es de extrañar que algunos de ellos, ante lo agobiante de la situación, opten por el suicidio. Estos días, hemos comprobado cómo tres personas se han suicidado en el margen de tres días, provocados por problemas de desahucios. Y este tema está adquiriendo ya unas dimensiones de gran insatisfacción y preocupación popular. El actual sistema de préstamos hipotecarios español es, sencillamente, inmoral e injusto, un abuso, y se hace necesaria una modificación urgente por parte del poder legislativo para modificar una ley hipotecaria de 1909, que sólo favorece a los bancos y no a las personas. Tan grave es la situación que ha llevado al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a reconocer en el Congreso, que está dispuesto a adoptar más medidas para ofrecer una solución alternativa a los desahucios por impago de los créditos hipotecarios modificando la ley relacionada con la dación en pago.

Y aunque siempre se puede decir eso de que al firmar la hipoteca ya sabías a lo que te exponías, no podemos olvidar que la actual situación de crisis económica con el cierre sistemático de empresas y pérdida de empleo, que las entidades financieras propiciaron en su día facilitando todas las ventajas del mundo para acceder a estos préstamos, sin ningún rigor de análisis del riesgo, tasando las viviendas muy por encima de su valor real, y creando una burbuja inmobiliaria desmesurada, sin olvidar que el mercado de alquiler era igual de caro que pagar una hipoteca, hemos propiciado una cultura de compra en propiedad que, quizá, no hubiera sido lo más conveniente.

Resulta paradójico que unos bancos (mayormente antiguas cajas de ahorro dirigidas por políticos en vez de profesionales), que son los que han provocado la crisis y a los que se les está inyectando miles de millones de euros para intentar sanearlos a costa de la sangría general de los más débiles de la sociedad, sean los que desahucian a los ciudadanos que, con sus impuestos, les ayudan económicamente; desahucios que, una vez producidos, las viviendas quedan vacías a expensas de que alguien las ocupe ilegalmente. ¿No sería mejor llegar a un acuerdo con el propietario que, si no pueden pagar la hipoteca, sí podría quedarse en la vivienda abonando un alquiler inferior a la cuota hipotecaria? Soluciones las hay; empezando por obligar a las entidades que se benefician de las ayudas, a paralizar los desahucios con fórmulas imaginativas que ayuden a sus propietarios a no dejar su vivienda.

Jueces y fiscales de todas las asociaciones profesionales, conservadores y progresistas, están hartos de la situación que ha creado la normativa que regula los desahucios por impago de las hipotecas y han comenzado a denunciar públicamente las malas prácticas que desarrollan las entidades bancarias y que fuerzan sus actuaciones en un auténtico drama en el que se ven obligados a intervenir.

Sólo con la modificación necesaria de la ley tendente a favorecer sentencias favorables a la dación en pago, para que sea de obligado cumplimiento y no voluntario como hasta ahora sólo para usuarios muy selectivos; una modificación de la ejecución hipotecaria para que deje de ser un privilegio procesal de los bancos, que paralice los desahucios y promueva el alquiler social de esas viviendas, sería ya una forma de evitar los hechos verdaderamente dramáticos que han ocurrido en las últimas semanas.

¡¡Por favor señorías!! ¡¡Espabilen, despierten!! Vayan en auxilio de sus ciudadanos, de la inmensa mayoría de este país, de los componentes de la sociedad más débiles que para eso están ahí. Se lo está pidiendo la sociedad a voces, pero no escuchan, no interesa. ¡¡¡Lástima!!!

Miguel F. Canser

www.cansermiguel.blogspot.com