viernes, 3 de junio de 2011

INDIGNADOS

En la ya famosa fecha del 15 de mayo, un grupo de insatisfechos ha logrado acaparar el interés y despertar las simpatías de cientos de miles de personas enarbolando un mensaje pletórico de indignación: “Democracia real ya”. El argumento es: la agudeza de la crisis, con un paro juvenil superior al 43%, y el desencanto con una clase política incapaz de ofrecer un relato atractivo a su electorado y plagada de dirigentes a los que ya sólo les interesa hacer declaraciones sin posibilidad de pregunta y que no muestran ningún remilgo en incluir en las listas (cerradas) a imputados en casos de corrupción. Se vive tal clima de incertidumbre laboral y pérdida de credibilidad política que, en la práctica, vivimos en una democracia menor y a muchos jóvenes, utilizando las redes sociales, no les ha quedado otra que salir a la calle y proclamar sus frustraciones; posteriormente se les ha unido todo tipo de colectivos aburridos del pobre espectáculo que estaban presenciando, identificándose con sus reivindicaciones.

Confieso que, personalmente, me agradó este “Movimiento 15-M” porque pensaba que nuestros jóvenes eran incapaces de rebelarse ante un hecho tan contundente como es la falta de futuro, de protestar contra el obsoleto y antinatural modelo económico, contra el ansia y la acumulación de poder de unos pocos, contra el brutal desempleo, contra una democracia descafeinada señalando directamente a los dos grandes partidos. Me equivoqué y me alegro. No entendía su desidia y dejadez. Cuando escribo estas líneas, aún perdura su singladura, su constancia. Ignoro hasta cuándo, pero lo que si han dejado patente es su disconformidad, su exigencia de cambiar muchas cosas, empezando por algunas leyes; entre ellas la Ley Electoral que muchos ya hemos denunciado su necesidad.

Aunque cada uno de los “indignados” tenga su propia historia personal, tienen motivos generalizados para estar ahí. Se echaron a las calles para gritar a los políticos que están hartos y que se han cansado de que no se molesten en escucharlos. ¿Qué pasará ahora?, ¿nuestros políticos les harán caso?, ¿será su rebeldía neutralizada por los grandes partidos? El movimiento es imparable e irá a más porque recoge el hartazgo de mucha gente y esto no ha hecho más que empezar. Deberían escucharles porque había una heterogénea representación de la sociedad: familias con niños, jubilados, funcionarios de todas las edades, aparte de jóvenes universitarios. Los políticos deberían de tomar nota porque les está hablando el futuro.

La historia se escribe en el presente, y no se puede mirar atrás para comparar esta manifestación con otras, de hecho no es comparable con ninguna otra manifestación. Esta claro que el caldo de cultivo de esta concentración no se habría formado sin la ayuda de los 5 millones de parados indignados, mil euristas explotados y demás afectados por la crisis. No olvidemos que esto ha sido un movimiento social ciudadano y de forma espontánea. Hay mucho que cambiar. Pongámonos todos a la faena. Nadie está exento.


Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com