lunes, 25 de febrero de 2008

¡ QUE VIENEN LOS MÍTINES !

¡ QUE VIENEN LOS MÍTINES ¡


Ya ha comenzado oficialmente la campaña electoral para las próximas elecciones generales del 9 de marzo. A partir de hoy, --aunque bien mirado hace tiempo que empezó, o quizá, siempre estemos en campaña-- sufriremos día a día la invasión de los distintos candidatos solicitando nuestro voto. En fin, como dice el refrán: “no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista”. Habrá que resignarse, e intentar pasar estas fechas lo mejor posible. Porque los mítines son la forma más democrática de perder el tiempo y de derrochar esfuerzo y dinero.

En esta nueva campaña electoral va a existir un despliegue extraordinario de logística: (transporte, movilización de simpatizantes, montaje, acondicionamiento del lugar, etc.), con el consiguiente costo de hoteles, dietas, y medios de transporte. Y este dinero no crea que sale del bolsillo de los candidatos, nada de eso. El Estado, es decir, todos nosotros, subvencionará con 21.167,64 Euros cada escaño conseguido en el Congreso y el Senado: así como 79 céntimos por voto recibido, siempre que se haya traducido en escaños. También existe un límite de gasto de campaña, que será el resultante de multiplicar por 37 céntimos, el número de habitantes de cada población. Aún así, si decidimos hacer cuentas, comprobaremos les compensa sobradamente el esfuerzo que los distintos partidos políticos hacen en esta campaña.

Ahora bien, ¿por qué ese esfuerzo tan fatigoso de hoy aquí y mañana allí?, porque lo que pueda decir, por ejemplo, el Sr. Zapatero en León, lo podía decir perfectamente en un plató de Televisión. Si se organizaran debates entre los candidatos (todos) y mítines en televisiones de cobertura nacional, se evitarían gastos superfluos, movimiento de masas inútiles, con la ventaja de que, quien lo desee, estaría informado de lo que ofrece cada candidato, y conocería su programa político. Me dirán: ¿Qué pasa con el público local? Pues es cuestión de que el autobús tire para los estudios de TV en vez de ir a León; porque, ¿acaso no es de pago el público que asiste a los platos?, ¿y no llevan los partidos en autobús a sus afiliados y simpatizantes? Con la ventaja de que si no interesa, tan simple como darle al botón del mando a distancia, cambiando de canal, o apagando la TV que, de vez en cuando, no vendría mal.

En las distintas televisiones sólo asistimos a debates políticos protagonizados por periodistas --siempre los mismos--, partidarios de uno u otro bando, cuando lo que el ciudadano desea es escuchar directamente a los distintos candidatos debatiendo entre sí. Una programación de debates y mítines en las TVs, reduciría ostensiblemente el costo de la campaña electoral, y sería posible una mayor participación ciudadana, pues se podría formular preguntas directas. Pero no podemos olvidar que de por medio está el marketing, que considera a la política un producto más de venta. No vende nada físico, sino ideas, proyectos, propuestas, logros………, y, casi siempre, errores del contrario.

Nos inundarán con promesas de difícil digestión intelectual, que caducarán al día siguiente posterior a las elecciones. Los políticos no son previsores. Viven de la inmediatez. Es más apropiado decir una chorrada desternillante a tiempo para provocar una risotada, que decir algo con verdadero sentido. Se enquistan en criticar los errores del contrario y, lo lamentable, es que siguen sin exponer apenas reflexiones hondas a los sufridos copartícipes de un mitin. Aquí también tienen mucha culpa los medios de comunicación que, en sus resúmenes y reseñas, sólo prevalecen los titulares que generan espontaneidad iletrada, que provoca la risa por lo ocurrente, sin desentrañar más a fondo el significado real y verdadero de sus ocurrencias.

Hay que dejar una luz para la esperanza. Me gustaría que esta campaña fuese una explicación pensada de los distintos programas, cotejar los pensamientos de nuestros candidatos; dejar una rendija de aire fresco para ejercer la moderación, el debate de ideas para que podamos elegir la opinión más sabia, las más austera, sin florituras y aspavientos; aquella que sea más esencial –o lo parezca--; la que, en definitiva, nos convierta en personas que piensan con generosidad y devoción en bien de todos.



Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com