miércoles, 2 de diciembre de 2009

¿TENEMOS NAVIDAD?


Ya llegó de nuevo diciembre y con él, otro período de Navidad que se convertirá, una vez más, en la gran fiesta del consumo. Hoy, aunque quizá este año sea más leve por aquello de la crisis, lo que se considera Navidad es un período del año en que comprar, comer y beber es un fin en sí mismo y nuestra única tarjeta de visita es la de crédito.

La Navidad siempre ha pivotado sobre el nacimiento en Belén de Jesús (es el niño que más veces ha nacido en el mundo); pero ha desaparecido el principal protagonista de esta historia. Ahora, sencillamente se le ignora, se le camufla, se le cambia, ya no interesa lo de antes. Tanto es así que, en la mayoría de hogares, existen más árboles de navidad y papás Noel que “nacimientos”. La Navidad ha perdido mucho su carácter religioso reduciéndose a una fiesta familiar y de consumo; muchos consideran que Dios es un ser alejado de los acontecimientos cotidianos y perjudicial para sus propios intereses. Viven como si no existiera y representa un obstáculo de tipo moral para alcanzar sus fines. Cada vez se reza menos y al único santuario donde acudimos es al de los centros comerciales.

Seamos creyentes o no, vivimos tiempos de intolerancia e indiferencia. Hace algunos años me llamó la atención una estadística realizada a niños en edad escolar, sobre qué representaba para ellos la Navidad. La mayoría de las respuestas tenían como destino los regalos y las vacaciones; sólo un mínimo porcentaje se referían a la reunión familiar, y prácticamente era nula la referencia al niño Jesús. Este es el mensaje que han heredado. Dentro de pocos años, ¿sobrarán también palabras como paz, amor, solidaridad, etc.?

En este momento de postmodernidad, de pasar despreocupado, de estómagos llenos, de convite a todo trapo, que no nos deja contentos del todo, a veces, se nos cuela algún sentimiento que conecta con lo inmaterial: quizá lo llamemos alma. Más allá de fabricarnos nuestro particular becerro de oro que significa el dinero, necesitamos la búsqueda de lo trascendente porque nadie es tan pobre para no dar, ni tan rico para no recibir; aunque sólo sea una palabra amable adornada con una sonrisa.

Como ya dije hace tiempo, mientras haya un niño con hambre, un enfermo que no tenga atención médica ni medicinas, unos ancianos sin atenciones; mientras haya guerras entre los pueblos, o pobres que no tengan agua ni pan, podremos tener fiestas, pero no tendremos Navidad.

Deseo, de corazón, una hermosa Navidad y un año cargado de buenas noticias. ¡¡¡Felicidades!!!



Miguel F, Canser
www.cansermiguel.blogspot.com