viernes, 2 de diciembre de 2011

DEVOLVIENDO FAVORES

La Audiencia Provincial de Barcelona condenó al consejero delegado del Banco Santander y ex presidente de Banesto, Alfredo Sáenz, junto a otros dos directivos, a seis meses de prisión por un delito de acusación y denuncia falsa contra unos deudores de la entidad. El tribunal impuso al Sr. Sáenz una multa de 9.000 euros, y añade que los tres directivos condenados deberán indemnizar a uno de los perjudicados con 100.000 euros en concepto de responsabilidad civil con el objetivo de reparar los daños y perjuicios causados por su "injusto ingreso en prisión por una prevaricadora actuación judicial". Según la sentencia, los ejecutivos citados interpusieron una denuncia falsa contra directivos del grupo Olabarría por el impago de una deuda al banco de 600 millones de pesetas (3,6 millones de euros), hechos que se remontan a hace diecisiete años.

El Consejo de Ministros de un Gobierno ya en funciones, ha aprobado este viernes indultar parcialmente a Alfredo Sáenz una vez resueltos los expedientes, a la vista de los “informes pertinentes y conforme a lo dispuesto por la Ley”. La concesión de este indulto parcial, conmuta la pena impuesta de arresto mayor y la accesoria suspensión de ejercicio profesional por la multa máxima prevista en la legislación aplicable al caso. (que era de unos 36 mil €). El consejero delegado del banco Santander seguirá cumpliendo los requisitos de "honorabilidad" que exige el Banco de España para los ejecutivos del sector financiero. Motivos para el indulto… Ninguno. El único argumento jurídico es que ha pasado mucho tiempo desde que acontecieron los hechos. El Sr. Sáenz ha conseguido dilatar el proceso 17 años; aún se está esperando su disculpa o arrepentimiento y encima después de retrasar durante años el proceso recibe el indulto. ¿Alucinados?

Pues esto es lo que hay: La banca presenta una querella criminal falsa para presionar y cobrar una deuda y recibe el indulto del Gobierno. Un descarado trato de favor, sólo porque se es rico e influyente. Por la cara, sin siquiera disimular demasiado. Han esperado a después de las elecciones, eso sí, para que no les pase factura electoral. Hay una casta política-económica que se preocupa principalmente por sus propios intereses y para los cuáles lo público sólo es un instrumento más a su servicio. Izquierdas o derechas, tanto da, lo primero es lo primero, y ya nos han dejado claro qué es lo primero para ellos. Lo más gracioso es eso de "a la vista de los informes pertinentes" que puede parecer que éstos eran favorables al indulto, cuando al menos el Tribunal Supremo se ha pronunciado en contra del mismo. No por esperado deja de ser muy lamentable.

Porque ya es de por sí difícil conseguir que se logre imputar a un personaje de esta “categoría” económica; conseguir que se le haga un juicio y que éste llegue hasta el final..., difícil conseguir que un banquero corrupto a vista de todos sea declarado ¡culpable! ¿Y luego le perdonan? Bueno, lo hace un grupo de ministros y un presidente el día antes de quedarse en el paro, a cambio de algo, seguramente. Si uno pide el indulto es porque admite el delito. En este caso un banquero admite el delito y el gobierno le perdona. Ejemplarizante, si señor.

El Sr. Sáenz mantiene intacta -al menos legalmente- la "honorabilidad" que se le exige para poder seguir trabajando en ese honrado negocio que es la banca. Para que esto ocurra, el propio Gobierno de Zapatero acaba de tirar la poca "honorabilidad" que aún le quedaba. Y durante la rueda de prensa posterior al Consejo, el malogrado José Blanco se ha encargado de poner la puntilla, haciéndose el sueco a pesar de las preguntas explícitas. Imagínense qué favores tendrán que pagar para que indulten a esta persona con el gobierno en funciones y después del grandísimo batacazo del 20-N.

El ciudadano se queda mudo, inerme, pasivo, espectador inmóvil de una farsa que le afecta en su recorrido vital, pero de la que en el fondo, no tiene ni voz, ni voto.


Miguel F. Canser
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lunes, 7 de noviembre de 2011

REFORMA NECESARIA

Cuando escribo estas líneas faltan pocos días para que se celebre el gran “Debate”, el cara a cara entre los señores Rubalcaba y Rajoy. No es un secreto para nadie que uno de los mayores retos a los que se enfrenta España es la reducción del déficit, atajar el ascenso imparable de las cifras del paro, y confeccionar el modelo productivo necesario para afrontar cuanto antes esta demoledora crisis económica que, aunque afecta globalmente a todo el mundo, en nuestro país se hace todavía más acuciante. De que se consigan estos objetivos, cada vez dudan más analistas, economistas, y buena parte de nuestra sociedad.

Sin duda todos estos temas serán tratados y discutidos en el famoso “Debate”. Cualquiera de los dos aspirantes dará su receta y asegurarán que tienen la llave y, por tanto, la solución para estos problemas. En definitiva ambos contendientes nos darán su discurso y tratarán de convencernos de que su programa es el mejor y el más eficaz; unos bajo el lema de “pelea por lo que quieres” y los otros con “súmate al cambio”, afrontan esta campaña electoral que más bien parece un programa de famoseo con temas transcendentales; pero, si nos fijamos bien, cualquier partido con opciones reales de gobernar hará lo mismo que el otro y se tirarán los trastos a la cabeza mutuamente. Pero, ante todo, este será el debate de la imagen personal porque se ha cuidado con todo detalle todo para que, un candidato, no destaque sobre el otro: que la altura de ambos sea idéntica, que los tiempos de intervención sean iguales, y que los contenidos a tratar hayan sido de antemano pactados.
En definitiva, ante las dificultades de la situación actual, no sucumben al desaliento y tenemos por delante una campaña electoral calentita. No les importa la grave situación de los problemas existentes, ni su dificultad para afrontarlos, lo único importante es coger el poder, y una vez en él, ya veremos. El reto será para el Ejecutivo que salga elegido el próximo 20N; aunque, a juzgar por los mensajes que se están lanzando, ambos candidatos están dibujando un escenario más halagüeño que real: pese a que habrá que ajustarse el cinturón, siguen prometiendo políticas que conllevan un aumento del gasto social y disminución de impuestos.
Lo que sí es seguro que no tratará ninguno en esta campaña será la tan necesaria modificación de nuestra Ley Electoral. No sólo que prevalezca la idea de una persona un voto, sino que todos los votos valgan lo mismo aquí que en cualquier otro sitio del País. El encorsetamiento de las listas cerradas, el tratamiento de los votos por el sistema D´ondt que permite obtener el número de cargos electos asignados a las candidaturas, en proporción a los votos conseguidos, que está deliberadamente diseñado para favorecer la creación de mayorías, perjudica notablemente a ciertos grupos políticos en beneficio de otros porque el sistema de listas cerradas convierte a los parlamentarios en rehenes de los líderes del partido. Los reglamentos que regulan el comportamiento de los grupos parlamentarios apenas dejan resquicio para una actuación individual responsable, sino que se trata a los parlamentarios como si hubieran recibido un mandato imperativo que restringe casi por completo su libertad, máxime si en las próximas elecciones pretenden mantenerse en las listas. Nadie accede al Parlamento por méritos propios -aunque algunos, o muchos, puedan tenerlos-, sino por la voluntad de aquellos que los colocan en la lista en un puesto de salida. El Parlamento, lejos de ser la plataforma en la que poner de manifiesto la valía personal, se rige por la consigna de que "el que se mueva, no sale en la foto".
En fin, son tantas cosas las que habría que cambiar…, empecemos por las más urgentes y perentorias. Ya está bien de 'Hooligans' de izquierda o de derecha con discursos trasnochados, caducos y cutres. Estamos en el sigo XXI.

Miguel F. Canser
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lunes, 3 de octubre de 2011

LOS MERCADOS Y LA POLÍTICA

Se ha escrito tanto de esta crisis económica, se han debatido las múltiples recetas que los políticos tienen para salir de ella, se han tomado tan diferentes medidas para su erradicación, (austeridad en el gasto, subida de impuestos, merma de servicios sociales, etc.) que la impresión que algunos tenemos es que son ineficaces.

Mercado y política son dos trenes que van a diferente velocidad. Esta crisis global y mundial ha venido sin darnos cuenta, sin avisar; los que sí lo sabían se procuraron muy mucho de no decirlo, pero seguro que tomaron las debidas precauciones. Parece que los últimos en enterarse fueron los dirigentes políticos. Tanto si fue por ignorancia o por no sembrar alarma, es igualmente deleznable. Los mercados se adaptan fácilmente a los tiempos. Su objetivo principal, que es la obtención de beneficios, está por encima de todo; no importa lo complejo de la situación pues la obsesión por rentabilidad sus inversiones no decaerá nunca, y los grandes capitales no están dispuestos a ceder el más mínimo terrero en este sentido. Para ellos el fin siempre justifica los medios. Es decir, los mercados son camaleónicos y se adaptan rápida y perfectamente a cualquier situación. Ante este hecho, la respuesta política suele ser tardía e ineficaz porque está condicionada por el poder económico, y las medidas que se toman siempre van encaminadas a no perjudicarles; no se entiende de otra manera. La crisis no existe para los ricos; prácticamente ni la notan. Quien la soporta verdaderamente son los de siempre: la clase media que, además, son los destinatarios de todas esas medidas que se aportan para atajarla y que, al final, son las que la pagan y padecen.

Los ciudadanos contemplan impotentes a unos poderes financieros globales incontrolados por el poder político causantes de la crisis, que no sólo han quedado intactos, sino que se han visto ayudados y que parecen invulnerables ante la ley. ¿Por qué esta estrecha unión entre política y dinero?, ¿Por qué a nuestros políticos les cuesta tomar medidas para controlar las operaciones de los grandes bancos?, ¿quizá porque son deudores de ellos? Un ejemplo: en algunas comunidades autónomas se está debatiendo la necesidad de eliminar las ayudas a los centros de mayores, discapacitados, y similares. El importe que esto supondría sería de unos 5.000 millones de euros. ¿Saben cuánto supone la ayuda a la CAM (Caja de ahorros del Mediterráneo)?.... Esa misma cantidad. ¿Ustedes lo entienden? Yo no.

Llegar a ser diputado o senador en nuestro país se ha convertido en un objetivo esencial para el desarrollo personal y económico de la persona. Mantenemos una clase política excesivamente dimensionada. Estados Unidos que tiene una dimensión de casi 10 millones de Km2, y más de 308 millones de habitantes, está representado por 100 senadores; en España con medio millón de Km2, y sin llegar a los 50 millones de habitantes, tenemos la friolera de 274 senadores. ¿Son necesarios tantos?, ¿sirve realmente el Senado para algo? La clase política debe reaccionar y atender las demandas que, día a día, solicita la sociedad. Los políticos deben dar ejemplo de austeridad en tiempos de crisis y manifestar su voluntad de servicio al ciudadano. Urge recuperar la capacidad regulatoria de la política sobre el mercado. Pero esto podemos abordarlo sólo con nuevos instrumentos políticos institucionales y nuevos mecanismos de intervención económica.

Es imprescindible fortalecer las instituciones económicas y crear una nueva y sólida capacidad tributaria. Solamente esto puede restituir a la democracia lo que nunca debió perder, esto es el predominio de la política, el poder de las mayorías, expresadas en el voto libre, sobre el capitalismo desregulado. Si queremos mantener el Estado de bienestar, disminuir la deuda nacional e impulsar la recuperación económica, necesitamos nuevos y mayores ingresos tributarios justos, progresivos que hagan pagar más al que más tiene y evitar que el coste de la crisis lo paguen los más débiles.

Alguien dijo en alguna ocasión que “cuando hay dinero por medio es muy difícil la libertad”. Hoy la dialéctica entre política y mercado está rota a favor de éste.


Miguel F. Canser
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jueves, 28 de julio de 2011

LAS VACACIONES

Cuando escribo estas líneas, finales de julio, tengo la sensación de que todo el mundo está ya de vacaciones. Lo observo en que las terrazas de mi barrio están llenas hasta altas horas de la noche, sin prisa para ir a trabajar al día siguiente; vemos y oímos que, en cada puente festivo, nuestras carreteras se llenan de desplazamientos para escaparnos de nuestra rutina de todos los días. Igual ocurre en aeropuertos, estaciones de tren y terminales de autobuses. La verdad, no sé dónde está la crisis porque para el ocio no escatimamos; pero hoy no es este el tema de este artículo. ¿Son necesarias las vacaciones?

Creo que todo el mundo responderá que sí. Yo también. ¿Serán las vacaciones un concepto que el ser humano inventó para justificar sus deseos de descansar, o son parte del reposo que necesitan la mente, el cuerpo y el espíritu? Más bien lo segundo; es necesario que las personas dispongan de un descanso total o de un receso de sus actividades cotidianas; cambiar de actividad es una necesidad ineludible para que el estrés, la ansiedad, además de otras patologías físicas y emocionales, no sigan alimentándose y aprovechar esos días de descanso para incrementar la convivencia y, por ende, la afectividad de nuestros seres más queridos, porque si bien es cierto que la vida nunca es fácil, la complejidad y las presiones aumentan cuando se está trabajando. Es de vital importancia que en las vacaciones se realicen actividades que generen satisfacción, pues incluso el simple recuerdo de los momentos agradables produce placer y es una fuente de energía para el resto del año.

Si bien cada persona utiliza las vacaciones de manera muy personal y diferente, el objetivo más común es descansar y relajarse placenteramente; aunque las vacaciones también pueden servir para traer alguna que otra adversidad. Me refiero a las vacaciones escolares. Para muchas familias que trabajan ambos cónyuges, es una complicación poder atender a sus hijos pues éstos tienen más de dos meses de vacaciones, mientras que sus padres sólo tienen un mes. Y aquí surge la ayuda de los abuelos, que aportan cariño y dedicación sacrificando sus propias actividades, y que no siempre se les reconoce merecidamente.

Pero sobre todo las vacaciones son una excelente oportunidad para ahondar en la convivencia familiar, porque de dicha convivencia, surgen espacios para la conversación, el contraste de opiniones, el debate de ideas, comunicar preocupaciones, etc., que durante el resto del año obviamos por la fatiga del trabajo, la esclavitud de horarios y otros asuntos familiares. En definitiva se trata de que nuestras relaciones personales con los demás miembros de la familia, se complementen, se cubran carencias, se conozcan más nuestras inquietudes. Esto es lo mejor de las vacaciones. Lo peor es, quizá, cuando se terminan.

Aún así hay personas que no podrán disfrutar de unas merecidas vacaciones. Por aquello de la crisis, en el mejor de los casos porque estarán trabajando o, por el contrario, porque no disponen de medios para disfrutarlas. Vivimos tiempos difíciles. La vida es como una escalera, si miras hacia arriba siempre serás el último de la fila, pero si miras hacia abajo verás que hay mucha gente que quisiera estar en tu lugar.

Quiero desearles un feliz verano y unas vacaciones espléndidas.


Miguel F. Canser
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lunes, 4 de julio de 2011

MI AMIGO HELIODORO

Hacía mucho que no nos veíamos y de esos días que te pones a darle a la agenda del móvil, salió su nombre. No lo dudé, enseguida marqué su número:
--¿Sí?-- (siempre responde de la misma manera)
--¡¡Ilustre!!,¿cómo estás?, ¿cuánto tiempo?—

Establecimos día y hora para vernos. Era una cafetería que no conocía, pero me pareció confortable y nada bulliciosa. Mi amistad con Helio nació en nuestro tiempo de estudiantes; después nuestras vidas siguieron caminos distintos por motivos de trabajo, cambio de residencia, etc., pero siempre hemos estado en contacto hablando en numerosas ocasiones. Podría decir que Heliodoro es el amigo que todo el mundo ha deseado, el amigo perfecto. Y precisamente nuestra conversación última fue sobre la amistad. Se quejaba de que, al vivir en otra ciudad, había conocido y hecho amistad con personas muy distintas, pero no por ello menos interesantes.

--Mira chache, (muchas veces me llama así) a lo largo de mi existencia he conocido todo tipo de gente, que me ha llevado a la convicción de que en esta vida existen tres tipos de amigos: los que están a tu lado por el interés, los que necesitan de los demás para desarrollar su propio yo, y los que están contigo de forma desinteresada porque les agrada tu compañía, tienen inquietudes similares, y se preocupan por lo bueno o lo malo que pudiera pasarte. Sobre los primeros poco hay que decir: Sólo están a tu lado por los beneficios que puedan conseguir porque, durante el tiempo que están contigo, les resulta provechoso de alguna manera y te exprimirán como se exprime un limón hasta dejarte seco--, dijo.
-- De eso hay mucho sí, pero….--
--No me interrumpas, deja que termine—
--Los siguientes suelen ser personas que necesitan de los amigos para desarrollarse a sí mismos. Siempre necesitan tener a su lado a alguien, aunque jamás cederán el protagonismo a los demás. Son egocéntricos y no aceptarán que se han equivocado, ni pedirán perdón casi nunca, porque siempre llevarán la razón--. Hizo una pausa que aproveché
-- ¿Y sobre los terceros?—balbuceé
--Los terceros son el “espécimen” mas raro, menos frecuente, no se prodigan, y son difícil de encontrar. Es cierto que este tipo de amistad no se encuentra de un día para otro, sino que se llega a el después de tratar a las personas durante mucho tiempo; y aun así, no es fácil.

--¡Helio!, para mí tu eres de éstos últimos—quise aclarar
--¡Toma, pues claro! No lo dudes—aseveró
--De todas maneras, me parece un poco simplista catalogar sólo en tres clases los tipos de amistad. ¿Dejas que te de mi opinión?-- dije
--¡No faltaba más!— invitándome a proseguir.
--Mira Helio, cada persona es un mundo y no se puede ir clasificando a la gente porque corremos el riesgo de equivocarnos. ¿Te gustaría que te clasificaran a ti? Cada uno es como es y muy importante aceptarlos como son. Con sus defectos pero también, seguramente, con las virtudes que todos poseemos. Donde vayas encontrarás a gente de todo tipo, pero sólo frecuentarás las personas que son más afines a ti. Cada persona que pasa por nuestra vida es única, siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. —concluí.
-- Me encanta hablar contigo—dijo
--A mí también—dije


Miguel F. Canser
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viernes, 3 de junio de 2011

INDIGNADOS

En la ya famosa fecha del 15 de mayo, un grupo de insatisfechos ha logrado acaparar el interés y despertar las simpatías de cientos de miles de personas enarbolando un mensaje pletórico de indignación: “Democracia real ya”. El argumento es: la agudeza de la crisis, con un paro juvenil superior al 43%, y el desencanto con una clase política incapaz de ofrecer un relato atractivo a su electorado y plagada de dirigentes a los que ya sólo les interesa hacer declaraciones sin posibilidad de pregunta y que no muestran ningún remilgo en incluir en las listas (cerradas) a imputados en casos de corrupción. Se vive tal clima de incertidumbre laboral y pérdida de credibilidad política que, en la práctica, vivimos en una democracia menor y a muchos jóvenes, utilizando las redes sociales, no les ha quedado otra que salir a la calle y proclamar sus frustraciones; posteriormente se les ha unido todo tipo de colectivos aburridos del pobre espectáculo que estaban presenciando, identificándose con sus reivindicaciones.

Confieso que, personalmente, me agradó este “Movimiento 15-M” porque pensaba que nuestros jóvenes eran incapaces de rebelarse ante un hecho tan contundente como es la falta de futuro, de protestar contra el obsoleto y antinatural modelo económico, contra el ansia y la acumulación de poder de unos pocos, contra el brutal desempleo, contra una democracia descafeinada señalando directamente a los dos grandes partidos. Me equivoqué y me alegro. No entendía su desidia y dejadez. Cuando escribo estas líneas, aún perdura su singladura, su constancia. Ignoro hasta cuándo, pero lo que si han dejado patente es su disconformidad, su exigencia de cambiar muchas cosas, empezando por algunas leyes; entre ellas la Ley Electoral que muchos ya hemos denunciado su necesidad.

Aunque cada uno de los “indignados” tenga su propia historia personal, tienen motivos generalizados para estar ahí. Se echaron a las calles para gritar a los políticos que están hartos y que se han cansado de que no se molesten en escucharlos. ¿Qué pasará ahora?, ¿nuestros políticos les harán caso?, ¿será su rebeldía neutralizada por los grandes partidos? El movimiento es imparable e irá a más porque recoge el hartazgo de mucha gente y esto no ha hecho más que empezar. Deberían escucharles porque había una heterogénea representación de la sociedad: familias con niños, jubilados, funcionarios de todas las edades, aparte de jóvenes universitarios. Los políticos deberían de tomar nota porque les está hablando el futuro.

La historia se escribe en el presente, y no se puede mirar atrás para comparar esta manifestación con otras, de hecho no es comparable con ninguna otra manifestación. Esta claro que el caldo de cultivo de esta concentración no se habría formado sin la ayuda de los 5 millones de parados indignados, mil euristas explotados y demás afectados por la crisis. No olvidemos que esto ha sido un movimiento social ciudadano y de forma espontánea. Hay mucho que cambiar. Pongámonos todos a la faena. Nadie está exento.


Miguel F. Canser
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jueves, 5 de mayo de 2011

CAMPAÑA ELECTORAL

Prácticamente ya ha comenzado la campaña electoral y estarán a punto de celebrarse las próximas elecciones autonómicas y locales del 22 de mayo. A partir de hoy, --aunque bien mirado siempre estamos en campaña-- sufriremos día a día la invasión de los distintos candidatos solicitando nuestro voto. Todos coincidirán en que, a partir del próximo 22 de mayo, nos van a arreglar nuestros problemas; nos dirán que, cada uno de ellos, tiene la solución para que se terminen nuestras penalidades. Prometen, ofertan, y rivalizan a ver quién es más osado, ocurrente y original en sus propuestas, porque los mítines son la forma más democrática de perder el tiempo y de derrochar esfuerzo y dinero.

Como toda campaña electoral va a existir un despliegue extraordinario de logística: (transporte, movilización de simpatizantes, montaje, acondicionamiento del lugar, etc.), con el consiguiente costo de hoteles, dietas, medios de transporte, y bombardeo constante en todas las TVs. Este dinero no crea que sale del bolsillo de los candidatos, nada de eso. El Estado, es decir, todos nosotros, subvencionará con un buen pellizco cada escaño o acta de concejal conseguido.

Nos inundarán con promesas de difícil digestión intelectual, que caducarán al día siguiente posterior a las elecciones. Los políticos no son previsores. Viven de la inmediatez. Es más apropiado decir una chorrada desternillante a tiempo para provocar una risotada, que decir algo con verdadero sentido. Se enquistan en criticar los errores del contrario y, lo lamentable, es que siguen sin exponer apenas reflexiones hondas con objetivos realmente realizables a los sufridos copartícipes de un mitin.
Es el oportunismo político reiterativo y pertinaz donde aprovechan para decir lo que queremos oír. Nos venden su propaganda como charlatanes de mercadillo. Requieren nuestro voto en base a la descalificación del contrario, no a los logros propios conseguidos, y ofenden a nuestra inteligencia con tanta frase ocurrente y graciosa. Dentro de poco nos veremos inundados de su propaganda y recibiremos en nuestro buzón, el papel con la lista para votar, pero no recibiremos, por ejemplo, ningún ejemplar de sus programas: ¿Para qué? Les invito a consultar los programas de cada convocatoria; verán que las promesas se repiten, que cada cuatro años no varían. ¿Por qué no se cumplen casi nunca? Pero, en política, ya no es como antes. Ya no vale todo. Los ciudadanos saben que algunas promesas son imposibles de cumplir, y sólo van dedicadas a conseguir votos.

Aún así, hay que dejar una luz para la esperanza. Me gustaría que esta campaña fuese una explicación pensada de los distintos programas, que podamos cotejar los mensajes de nuestros candidatos; abramos una ventana de aire fresco para ejercer la moderación, el debate de ideas para que podamos elegir la opinión más sabia, las más austera, sin florituras ni aspavientos; aquella que sea más esencial –o lo parezca--; la que, en definitiva, nos convierta en personas que piensan con generosidad en el bien de todos.


Miguel F. Canser
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lunes, 4 de abril de 2011

NUESTRA JUSTICIA


Hace exactamente 3 años escribí un artículo, “Modernización inaplazable” donde denunciaba la escasez de medios que disponía nuestra justicia, y que derivaban en errores judiciales de bulto que dieron paso a una alarma social y, sobre todo, a una gran desconfianza en la justicia. El caso de la niña Mariluz que fue asesinada por un hombre que debería estar en la cárcel y no lo estaba por un error judicial, el caso de los Albertos que considera probados los hechos de estafa y falsedad documental que fueron absueltos por prescripción del delito, etc. Pues a pesar del tiempo transcurrido, poco o casi nada ha cambiado. Los juzgados siguen atestados de papeles, los procedimientos son larguísimos, los medios tanto humanos como materiales son escasísimos, y los juicios languidecen en el tiempo y para cuando se celebran, las pruebas y los testimonios dejan de ser concluyentes.

Y esto lo digo porque me ha llamado la atención que estos días, ante la amenaza de huelga en el futbol, la justicia se ha tenido que pronunciar en muy poco tiempo. Unos futboleros han hecho trabajar la justicia en tiempo récord. Estoy alelado al saber que la justicia, en pocas horas, resuelve y sentencia un caso tan importantísimo como el de 'Liga sí' o 'Liga no' un fin de semana. Eso quiere decir que se ha informatizado la justicia española, que los juicios de asesinatos, violaciones, desahucios, delitos fiscales y demás se van a resolver en pocos días. Pues son tan importantes como la Liga de fútbol, ¿o no?

Parece ser que no. El informe bienal de la Comisión Europea para la “Eficacia de la Justicia”, que evalúan los sistemas judiciales de los países miembros, desvela que el plazo medio para resolver una demanda ante la justicia española de primera instancia fue de casi 300 días. Actualmente este plazo ha sido ampliamente superado. España tiene además, el índice más bajo de casos resueltos, en relación con los recibidos. Los datos reflejan una “tendencia alcista” del número de procesos acumulados y de los plazos de resolución en los tribunales españoles.

Es cierto que los ciudadanos sitúan el problema de la Administración de Justicia entre los que menor preocupación les suscita, que conceden al paro, a la economía, y a la clase política su mayor grado. Pero es sumamente preocupante que los españoles se sientan «pocos» o «nada» iguales ante la ley en un 68,8%, que el 82,6% considere que las leyes «favorecen más a unos que a otros La encuesta del CIS permite destacar la profunda desconfianza que mantiene la sociedad española respecto al ejercicio efectivo de la Justicia. Desconfianza que se refleja también en el hecho de que solo el 21,7% de los entrevistados optaría por pleitear judicialmente si se viese envuelto en algún conflicto. El drama de la Justicia salpica directamente al poder político, el verdadero culpable de la situación por haberse empeñado, desde hace años, en controlarla, todo un desastre para una democracia moderna.

El Estado español, uno de los más costosos de Occidente pero también uno de los más ineficaces, es incapaz de garantizar lo que, por ley, está obligado a garantizar: la seguridad de sus ciudadanos. La constancia de que España está mal gobernada y que la clase política no cumple la parte del trato que le corresponde es hoy una creencia generalizada. Incluso los principales líderes políticos no les duelen prendas (Sr. Rajoy) en confiar en la lentitud de la justicia para evitar el procesamiento del Sr. Camps en medio de la inminente campaña electoral.

La sociedad española demanda con urgencia una Justicia más abierta que sea capaz de dar servicio a los ciudadanos con mayor agilidad, calidad y eficacia, incorporando para ello métodos de organización e instrumentos procesales más modernos y avanzados. Este proyecto sólo puede ser afrontado mediante un amplio acuerdo de todas las fuerzas políticas que asegure la unidad y continuidad de los esfuerzos y garantice el consenso sobre las bases del funcionamiento de este Poder del Estado. Menos dinero para otras cosas, y más para ésta.


Miguel F. Canser
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martes, 1 de marzo de 2011

FALTA DE IMAGINACIÓN

Cuando escribo estas líneas (primeros días de marzo) acabamos de conocer la noticia de que el Gobierno, con el fin de ahorrar energía y dinero, limitará la velocidad en nuestras autovías y autopistas de 120 a 110 Km/h; asimismo abaratará los trenes de cercanías un 5% para estimular el uso de transporte público y aumentará la proporción de biodiesel del 5,8% al 7% en el gasóleo. La medida es “transitoria” por lo que se usarán pegatinas sobre las señales de tráfico cuyo costo se cifra en 250.000 €. Estas medidas entrarán en vigor el 7 de marzo.

Confieso que la noticia, en un primer instante, me produjo perplejidad para a continuación dar paso a una sonora carcajada. Antes de nada tengo que decir que no soy amigo de usar la velocidad para mis desplazamientos, y me considero una persona respetuosa con las normas establecidas; pero disminuir la velocidad en 10Km/h con el fin de ahorrar “hasta un 5%” me parece que nuestros políticos (todos) carecen de la imaginación necesaria para afrontar los problemas reales de nuestra economía, por no decir que adolecen del más elemental sentido común.

Al margen de que esta medida tiene más detractores que seguidores por su posible ineficacia, y se sospecha que detrás se esconde un ánimo recaudatorio sin más, sin ser un experto, se me ocurren otras sin tener que fastidiar a los de siempre: ¿Por qué no se reduce a 110 el número de diputados y senadores? Es ampliamente conocido que sus señorías votan en bloque según les dicta su partido político, por tanto, ahorremos en sueldos desorbitados, dietas, traslados, pensiones vitalicias reduciendo el número de sus señorías en las cámaras. El sistema continuará funcionando pero con un coste mucho menor para los ciudadanos. Igualmente podríamos reducir a 110 el número total de asesores del Gobierno, porque para tomar esta decisión, no hacen falta tantos. ¿Esto es lo único que se le ocurre a este gobierno? ¿Conducir más despacio en 10 Km. /h?

Otro tema importante es el almacenamiento de nuestros residuos nucleares que depositamos en Francia y que nos cuestan 60.000.-€ diarios. Aunque muchas poblaciones solicitaron tener este almacenamiento, no se tomará ninguna decisión hasta después de las elecciones. ¿Ustedes lo entienden?, ¿no les parece que nos cuestan caro tenerlos en otro país, y que se podría haber tomado esta decisión hace tiempo para ahorrar ese despilfarro? Pero no es conveniente políticamente. Esto es prioritario a cualquier tema económico.

Nuestros políticos están acostumbrados a que su ineficacia no sea correlativa a su responsabilidad política. Las promesas electorales incumplidas, los errores de bulto con transcendencia en materia económica, sin contar los casos de posible corrupción, no son suficientes para dimitir. Es preciso echarlos, porque no se van. Fíjense en el ministro alemán de defensa, que ha tenido que dimitir por “plagiar su tesis doctoral”….. Ojalá, algún día, la definición de la palabra política alcance, en la práctica, todo su maravilloso significado: la actividad humana tendente a gobernar o dirigir la acción del estado en beneficio de la sociedad.


Miguel F. Canser
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martes, 1 de febrero de 2011

SUEÑOS E ILUSIONES

Todo ser humano tiene su sueño, una ilusión por cumplir, algo que siempre ha deseado; puede ser dinero, amor, familia, salud, trabajo, etc. A veces, el destino o la vida misma (llámenlo como deseen) nos enseña otros caminos, que hemos de recorrer por necesidad muy diferentes del que habíamos soñado, porque es muy bonito vivir de ilusiones, pero éstas, no te dan de comer. Vamos construyendo el futuro con proyectos y "con la ilusión" de poderlos llevar a cabo, pero sabemos que existe la posibilidad de conseguirlo o no, pues el futuro no lo podemos controlar.

Cuando somos pequeños somos toda ilusión porque somos todo futuro, proyecto, entusiasmo, etc., cuando llegamos a la edad adulta nuestros sueños e ilusiones van perdiendo fuerza conforme nos vamos acomodando al mundo y lo concebimos como algo estático, considerando que ya lo hemos visto todo y que nuestras circunstancias son las mejores; esta pérdida de capacidad de proyección va en contra de nuestro desarrollo personal. Por eso a veces caemos en el error de darlo todo por hecho, sin tener en cuenta que toda ilusión necesita una continuidad en el tiempo y a la vez necesitamos incorporarla a nuestro proyecto vital para ir construyendo nuestra persona.

Para llevar a cabo nuestro sueño deseado, nos hace falta poner en marcha un proceso de trabajo constante y por eso, la voluntad también tiene que intervenir en la realización de nuestro proyecto. La voluntad nos fija en algo concreto, en algo que podemos conseguir realmente, pero el deseo va más allá, pues podemos desear lo posible, lo imposible y hasta lo inconcebible. La vida del hombre no está hecha, vamos dibujándola a medida que elegimos unas posibilidades y rechazando otras. En el desenlace de la ilusión puede ocurrir que no se corresponda con lo que esperábamos por eso, en el mismo momento en que tenemos una ilusión, aparece la desilusión como una posibilidad que no se puede eliminar. Cuando esto ocurre lo habitual es echar la culpa a la sociedad, al entorno, al gobierno y, ya puestos, ¿por qué no?, a la crisis; pero al final, todo lo que nos ha pasado, tanto lo bueno como lo malo, se debe siempre a elecciones y decisiones que hemos ido tomando a lo largo de los años con mayor o menor acierto.

Nuestros sueños e ilusiones deben perdurar toda la vida, pues cuando llegamos a cierta edad, pensamos que ya lo hemos visto todo, que nada nuevo va a ocurrir y caemos en un error, porque siempre tenemos que hacer o decir algo. En un momento dado la trayectoria de nuestra vida puede cambiar, pero cada uno elegirá un camino, pues todos no nos desarrollamos de la misma forma, ya que no existen dos vidas humanas iguales. Lo esencial no es llegar a algún sitio concreto, sino lo que hacemos durante el trayecto; vivir ese proceso, lo que debemos pasar antes de llegar a esa meta que siempre hemos buscado. No debemos perder la ilusión por uno mismo. Nuestro mejor proyecto somos nosotros mismos.


Miguel F. Canser
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martes, 4 de enero de 2011

DISTINTA VARA DE MEDIR






Hace meses que vivimos la anunciada reforma de las pensiones; una reforma que perjudicará, con el tiempo, a la mayoría de los trabajadores pues elevará la edad de jubilación de 65 a 67 años de forma paulatina tras un proceso de adaptación flexible de 15 años, que sólo entrará en vigor de forma completa en 2027, y todo hace indicar que se ampliará el número de años cotizados para tener derecho a percibir una pensión. Nuestro sistema de pensiones se sustenta con la cotización de los que trabajan en favor de los pensionistas; es decir, las pensiones se pagan con las aportaciones de los que cotizan; y como el descenso de la natalidad y el incremento de la esperanza de vida, unido a que los pensionistas crecen a mayor ritmo que los que se incorporan al mercado laboral, (ahora hay cuatro cotizantes por cada jubilado), algo hay que reformar si queremos seguir con el mismo sistema. La cuantía de la pensión se determina aplicando un porcentaje dependiendo de los años cotizados. Actualmente el mínimo de años que hay que cotizar para recibir una pensión es de 15 años; teniendo derecho a cobrar un 50% del salario percibido y si se quiere cobrar el 100%, se deberá cotizar 35 años.


La clase política es ajena a esta reforma pues sus señorías disfrutan del privilegio de poder retirarse con la pensión máxima con tan sólo siete años. Ello se debe a que gozan de la llamada “pensión parlamentaria”, prevista en el Reglamento de pensiones de las Cortes Generales, publicada en el Boletín Oficial de las mismas con fecha 14 de julio del 2006. Esta pensión se creó para los supuestos en que los parlamentarios no alcancen el límite máximo de pensiones públicas. En estos casos las Cámaras (Congreso, Senado, y prácticamente todas las autonomías) abonarían la diferencia hasta completar la pensión máxima. Pero estos privilegios no se quedan ahí, porque hasta el 75% de los ingresos reales de los políticos está libre de impuestos. En concreto, entre el 40% y el 75% del sueldo real, goza de exención fiscal. Es decir, no tributa a Hacienda, gracias a las abultadas dietas que cobran sus señorías. Existen otros privilegios en concepto de indemnizaciones por cese, planes de previsión social, etc., que obviamos para no dilatar el tema.

Queda patente la distinta vara de medir entre ellos y los ciudadanos de a pie. No parece muy justo que sean ellos mismos los que valoren la importancia de su función, con un sueldo y unas prerrogativas autoimpuestas donde llegan a un acuerdo absoluto, por mayoría, donde el anhelado consenso se alcanza rápidamente. La inmoralidad que supone la diferencia abismal de derechos económicos existente entre los políticos y el resto de la ciudadanía, que deberían dar ejemplo de austeridad y contención del gasto que piden al resto de los mortales, hace que aumente el desprestigio de unos hacia otros. No es de extrañar que se peleen como lobos hambrientos para conseguir su sillón o parcela de poder. No dudo que habrá políticos comprometidos con deseos de trabajar por el bien común, pero el sentir popular es muy negativo.

Así es que ya saben: Sólo tienen que afiliarse a algún partido político, que le incluyan en sus listas, y como se vota al partido y no a la persona, si salen elegidos, ya tienen asegurado bastante su futuro económico. No se necesita entregar ningún “curriculum”, ni pasar ningún tipo de examen para averiguar su valía. No hace falta. Únicamente se le exigirá obediencia y disciplina.

El descrédito de los políticos cada día es más evidente. Se detecta una sociedad española resignada y una clase política salpicada, cada vez más, de casos de corrupción que hace exista un mayor distanciamiento entre unos y otros. Vivimos en una sociedad desesperanzada y carente de motivaciones. El ciudadano cada vez recela más y se fía menos de las promesas que hacen los políticos. Quizá deberían estar menos alejados de la realidad de la calle, preocuparse seriamente por los problemas reales de los demás, y no preocuparse tanto por los suyos.

Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com