La pandemia ha reforzado el concepto
de que no somos inmortales, ni invencibles; por el contrario, hemos sido
testigos cómo de un simple plumazo, se puede borrar por completo el mundo como
lo conocíamos y creíamos inalterable. Este país cuya principal fuente de
ingresos es el turismo, ¿podríamos imaginar que se necesitara un rescate para
la hostelería? Un sector que, junto al turismo, mayores divisas genera en
España. Este 2020 que hemos dejado ha sido un año atípico. No puede compararse con
cualquier otro. Nos ha inducido a esforzarnos más ante los cambios, nos ha
obligado a un nuevo aprendizaje y resiliencia (capacidad que tiene una persona
para superar circunstancias traumáticas como la muerte de un ser querido, un
accidente, etc.). No pudimos viajar, pero quizá pudimos dedicarle más tiempo a
nuestros seres queridos. Tuvimos que ponernos una mascarilla, pero al menos
pudimos continuar respirando. No pudimos abrazar y besar a nuestros padres y
abuelos, pero también aprendimos a decirles más veces “te quiero”. Si, el 2020
nos ha quitado muchas cosas, pero nos ha enseñado a valorar mucho más las que
tenemos.
Con las nuevas vacunas parece que todo
podrá volver pronto a la normalidad. Después de un año duro, de no poder ver a
muchos de nuestros familiares, la
situación no va a ser diferente. El calor humano, los besos, los abrazos
seguirán siendo los grandes ausentes.
Este hecho me hace, una vez más, darme cuenta de que el aprendizaje del
año que dejamos es el de disfrutar nuestra libertad, de las pequeñas cosas y de
los momentos compartidos que podíamos disfrutar y no valoráramos lo suficiente,
pues era algo que conseguíamos sin hacer ningún esfuerzo, algo que dábamos por
hecho que siempre tendríamos. Esto ha sido 2020 un año que se va, nos deja,
para no volver jamás salvo en forma de triste recuerdo. Y en su lugar llega
2021 que nace con esperanza, pues es lo único que no nos puede quitar el virus,
pero sin que sepamos a ciencia cierta cómo llegará a ser finalmente. Es la vida
misma. El año 2020 será único e irrepetible; por la crudeza de sus días y la
enseñanza de su tiempo y en honor a todas las personas que se fueron, y con
amor para todas las que seguimos.
Ya se sabe que la primera víctima de
cualquier conflicto es la verdad. Oyes a unos, lees a otros, y te das cuenta de
que cada responsable político nos está enviando mensajes que buscan, o bien
eludir su responsabilidad, o bien proclamar sus logros. Es inadmisible que en
este país haya 17 formas distintas de protocolos para combatir la pandemia,
para tratar la Navidad, etc., es una dejación de funciones manifiesta. La
guerra no es contra el coronavirus, es entre ellos. Los profesionales
sanitarios, que conocen la verdad porque la viven en sus carnes, se indignan y
lo hacen saber a través de las redes sociales o a sus sindicatos, que funcionan
como resguardo del derecho al pataleo. La verdad existe y sólo nos llega con
cuentagotas.
Un año que nos ha dejado
demostrándonos que el tiempo es un gigante que no se detiene, que nos deja
amistades y vacios por quienes se fueron y que, además, es una oportunidad para
volver a empezar. Hoy el mundo sigue girando y nuestros problemas seguirán
siendo los mismos, pero también podremos sonreír al tener una página en blanco
y mil historias por escribir y otras más que contar; que tenemos sonrisas
nuevas por descubrir y también canciones por cantar, amores por vivir, viajes
que hacer y música por escuchar. Seguir avanzando. El primer paso no nos lleva
donde queremos ir, pero nos saca de donde estamos. Nunca es demasiado tarde
para establecer un nuevo objetivo o para soñar un nuevo sueño. ¡¡Bienvenido
2021!!
Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspost.com