Sólo lleva cuatro
meses el gobierno del Sr. Sánchez, y ya se le han multiplicado los problemas.
Una vez conseguida su investidura como Presidente del Gobierno, ahora debe
afrontar la aprobación de los Presupuestos Generales que, para conseguirlos,
debe seguir “guiñando” el ojo a ERC y al PNV porque necesita sus votos para
sacarlos adelante. Sánchez ha tenido que luchar con los suyos, ya que ciertos
“barones” de su partido no veían con buenos ojos esos compañeros de viaje. Como
premisa indispensable para su aprobación, ha tenido que ceder una reunión
“bilateral” no deseada entre su gobierno y el de Cataluña. La primera ya se
celebró el pasado 26 de febrero con un recibimiento de máximos honores al Sr.
Torra (igual que el recibido en Cataluña); pero el Ejecutivo se ha topado con
dificultades técnicas en la reforma de la sedición, y algunos de sus miembros,
han mostrado reticencias sobre las posibilidades de sacar adelante una
iniciativa que sea aplicable a ERC y al resto de presos, y que esté dotada de
un encaje legal adecuado. Porque, no nos olvidemos, los temas prioritarios a
tratar por el gobierno catalán son básicamente dos: libertad total para los
presos del “procés” y referéndum de autodeterminación; impensable si no se
cambia la Constitución y aquí, debemos decidir todos. Esta primera reunión, que
duró algo más de tres horas, sólo se acordó una cosa: reunirse de nuevo cada
mes.
Veremos dónde nos conducen estos
diálogos, y el precio que tiene que pagar Sánchez para sacar adelante no sólo los
presupuestos, sino la legislatura entera. No me extrañaría que intentaran
dilatar lo más posible estas reuniones hasta llegar a un acuerdo para aprobarlos.
Diálogo sí, pero no de “besugos”. Si el
Gobierno Sánchez consiguiera que, al menos, una parte de las organizaciones
independentistas asumieran la realidad de su derrota de octubre, y optaran por
una estrategia nacionalista en el marco del sistema institucional, resulta
obvio que el nuevo presidente ganaría oxígeno, tiempo, confianza y más votos.
Otro de los asuntos candentes a los que se ha tenido que enfrentar este
gobierno, es el “delcygate” por la escala de la Vicepresidenta de Venezuela en
el aeropuerto de Madrid. Las explicaciones dadas por el ministro Ábalos no han
sido esclarecedoras, con seis versiones diferentes, con cierto oscurantismo, y
con la impresión segura de haber mentido. En otras democracias, por mucho
menos, el titular ya habría presentado la dimisión; pero aquí, existe un
corporativismo político que arropa siempre a los suyos aunque lo hagan mal.
Otro gran problema para
Sánchez son las justas protestas de la gente del campo que, tras más de un mes de movilizaciones,
el Gobierno ha aprobado de urgencia un paquete de medidas en materia de
agricultura y alimentación. El Gobierno obligará a los intermediarios a pagar a
los agricultores por encima del coste de producción, que quedarán
obligatoriamente registrados en todos los contratos. La experiencia me dice
que, siendo muy justas las reivindicaciones de los agricultores, nadie va a
renunciar a disminuir su beneficio; por lo que me temo que, al final, el precio
de la fruta y la verdura se incrementará y lo pagaremos los de siempre: el
consumidor final.
Por si esto fuera poco, al Gobierno le
estalla otra patata caliente: El Coronavirus (Covid-19) que se va extendiendo
progresivamente en todo el territorio nacional, pues cada día nos despertamos
con nuevos casos. Aunque los expertos dicen que no son preocupantes y que están
controlados, la ciudadanía y empresas empiezan a tomar medidas. Ya se canceló
el “Mobile World Congress” en Barcelona, con la consiguiente repercusión
económica y están en peligro otros acontecimientos que, de no solventarse
pronto esta epidemia, sería muy perjudicial económicamente. La Bolsa está
perdiendo mucho dinero, y se están cancelando viajes, congresos,
acontecimientos deportivos, no sólo en puntos calientes, sino en otros muchos
sitios por temor a coincidir con gente masivamente.
Y mientras, la oposición sigue
metiendo el dedo en el ojo (puede que esa sea su labor), crispando y no
cediendo un ápice a ninguna de las propuestas del Gobierno. Además, Pablo
Iglesias traga con otro de los que fuera caballo de batalla de Podemos: las
puertas giratorias. El Gobierno ha nombrado a la ex ministra Beatriz Corredor
como nueva presidenta de Red Eléctrica. ¿No iban a terminar los nombramientos a
dedo? Nada ha cambiado, todo sigue igual. En fin, parece que nuestros políticos
tienen mala memoria y es que “el cerebro humano es capaz de recordarte que se
te olvida algo, pero es tan c…, que no te dice el qué”. Esperamos y deseamos
que el Ejecutivo, por el bien de todos, acierte con sus propuestas y compañeros
de viaje.
Miguel F. Canser