lunes, 24 de diciembre de 2007

LA VEJEZ: UNA MARAVILLOSA OPORTUNIDAD







Dedicado a mi amigo “El Escribidor”.

La llegada de la vejez simboliza un proceso biológico que se caracteriza, por la creciente incapacidad del cuerpo de mantenerse siempre joven, y las limitaciones de no poder realizar las cosas que se hacían antes. Se trata pues, de un fenómeno gradual, natural e inevitable y es evidente que, con el transcurrir del tiempo, todo se marchita (no somos una excepción). Cuando un adulto alcanza la edad de jubilación (65 años), se considera que ha llegado a la vejez, se le exime de cualquier obligación laboral, y comporta que ha dejado de ser útil y competitivo en la sociedad que vivimos. La sociedad tiende a excluir a los ancianos aunque, a veces, algunos están dispuestos a arrinconarse solos. También este ciclo de la vida se le ha denominado como “el otoño de la vida”, identificándola como el preludio de todos los males, del adiós final. Bajo esta dinámica, no es de extrañar que, en algunas personas, nazca el desaliento, el sentimiento de que: “ya no sirvo para nada”; se sientan desplazados y caigan en una fuerte depresión pues no se sienten comprendidos por las personas más allegadas.

Estamos acostumbrados a ver cómo sus actividades se reducen a tareas de cuidar a los nietos, ayudando en esa labor a sus hijos. Aunque esta actividad es importantísima, tanto para el enriquecimiento de los nietos como para ellos mismos, los “abuelitos” no se deben limitar sólo a esto porque: “los nietos nunca serán sus propios hijos, y sus hijos, nunca dejarán que sean sus padres”; solemos tratarlos como a niños y escuchamos sus preocupaciones y experiencias con escepticismo, cuando existe en ellos una gran riqueza.

Con la vejez es normal que las enfermedades se manifiesten, en algunas personas más que en otras, de manera ostensible (artrosis, alzheimer, etc.), pero no se debe tener temor a la enfermedad, sino que debe ser un período más productivo y más creativo que antes. La vejez y el tiempo libre debe ser sinónimo de poder hacer lo que antes no se podía, y se deseaba hacer. Lo malo no es ser viejo, sino sentirse viejo. Es peor la vejez psíquica que la biológica; por lo que este ciclo de la vida, se puede convertir en una maravillosa oportunidad, debe ser una etapa en la vida que sirva para el crecimiento intelectual, personal y emocional; gozar de los logros personales obtenidos, sabiendo que lo aprendido antes, es útil para las generaciones venideras. La vejez se alimenta de lo maravilloso que es el pasar por delante de la vida, sin dejar de crecer interiormente.

Para ello, es importantísimo poseer una calidad de vida digna, que tiene mucho que ver con cierta seguridad económica. La mayoría de las personas de la tercera edad conservan un grado importante de sus capacidades, tanto físicas como mentales, y aunque esta sociedad nuestra sólo valora todo aquello que resulta productivo, nuestros “abuelos” pueden ser personas que estén en disposiciones de fortalecer y desarrollar actividades que les permitan alcanzar un nivel óptimo de realización personal.

La vejez es el podium de la experiencia. El anciano es un sabio de todo lo vivido, que se convierte en vigía de la conducta de los más jóvenes; adivina y tiene la certeza de todo lo que va a venir. Es un vidente. Sabe más que nadie, cree, ve, contempla, y, sobre todo, tiene la virtud de la paciencia. Sabe esperar. Debemos aprender de su sabiduría, un valor necesario para que nuestra sociedad se desarrolle. La vejez posiblemente no sea bella, pero en ella se puede alcanzar la más alta armonía con nuestro entorno.

Leí una vez: “la muerte está tan segura de su victoria, que nos da toda una vida de ventaja”. El anciano es, quizá, la persona que menos miedo tiene a la vida, y, por supuesto, a la muerte. Añadamos vida a los años, no años a la vida; las personas podrán morir, pero nunca lo harán sus ideas. Debemos recuperar las pautas del respeto a la experiencia y alimentar el afecto hacia las generaciones de mayores, de cuyo consejo y testimonio depende nuestra estabilidad y es la columna vertebral de nuestro tejido social.

Saber que todos envejecemos, prepararnos para hacerlo bien y sacar el mayor provecho a esos años, debe ser una prioridad importante de nuestra educación. “El hombre comienza, en realidad, a ser viejo, cuando deja de ser educable”, decía Arturo Graf; y como también decía Einstein: “Sólo dos cosas son infinitas: el universo, y la estupidez humana”.



Miguel F. Canser



viernes, 7 de diciembre de 2007

¡ES CREÍBLE EL I.P.C.?

¿ES CREÍBLE EL I.P.C.?


El Índice de Precios al Consumo (IPC) que elabora el Instituto Nacional de Estadística, es uno de los indicadores económicos más importantes y conocidos. Cada mes es fuente de comentario. El IPC es una referencia imprescindible en la negociación de los convenios colectivos, en la actualización de las pensiones, de los alquileres de vivienda, etc., de forma que sus resultados, inciden directamente sobre la renta de muchas familias.

Los datos publicados en el mes de Octubre nos dice que, de Octubre del 2006 a Octubre del 2007, los precios han subido un 3,6%, y las previsiones para noviembre superan el 4%. Sólo un esquemático ejemplo de los datos a Octubre en rúbricas con una incidencia esencial para todos los ciudadanos:

Variación en un año Repercusión en el IPC

Vestido y calzado: 0,90% -0,09%
Alimentos y bebidas no alcoh.: 5,50% 1,054%
Vivienda: 4,20% 0,422%
Transporte: 4,90% 0,710%
Enseñanza: 4,50% 0,060%

Viendo estos datos, llaman la atención dos vectores: el bajo porcentaje de variación en un año, y la escasa repercusión que tienen para confeccionar el IPC. Esta inflación informada, no coincide con la percibida por la inmensa mayoría de los consumidores. La compra de vivienda, por ejemplo, se considera una inversión y no un gasto, por lo tanto, no figura en el IPC. Pero, ¿puede considerarse una inversión la vivienda propia? O, por el contrario, ¿se considera un bien esencial, como los alimentos, o el vestido, para poder vivir? Este dato cambiaría mucho las cifras. La vivienda ha subido, desde hace 5 años, más del 150%, y se destina ya el 40% de las rentas familiares. El IPC sólo recoge el alquiler de vivienda.

La impresión que tienen muchos consumidores es que los datos que nos aportan son una realidad ficticia y abstracta, que puede despertar reticencias. Es de dominio público que, desde la entrada del euro, la vida ha subido, desde entonces, un 66% (de 100.-Ptas., se pasó a 166,386 Ptas. de golpe) sin que lo haya reflejado el IPC. Existe una pérdida ostensible de capacidad adquisitiva de los trabajadores y, por el contrario, un crecimiento desmesurado del beneficio de las empresas. Las familias se han endeudado más, y el consumo ha crecido por encima del aumento de los salarios. Según el Indicador Laboral de Comunidades Autónomas, el salario medio real (descontada la inflación), creció un 1,4%, y recupera el poder adquisitivo similar al 2004. Los Sindicatos no quieren ya incrementos salariales vinculados al IPC, y piden una subida del 8% para el salario mínimo interprofesional durante 8 años.

La información que aporta el IPC, donde reconozco la rigurosa elaboración del INE en el cálculo del mismo, no es percibida de igual manera por el consumidor. Los productos no son siempre los más adecuados, y mucho menos su ponderación. El IPC no contempla las variaciones en las pautas de consumo de los hogares. El consumidor sustituye la compra de productos que bajan, en detrimento de los más caros. A medida que los precios varían, los consumidores varían también las cantidades adquiridas de unos u otros bienes. Sin embargo, las ponderaciones se mantienen fijas en el Índice sin modificarse.

Por lo tanto podría decirse que el IPC, ¿es un índice de precios político?, ¿se ha convertido en una herramienta que sirve para mantener los salarios y pensiones bajas? Las estadísticas pueden ser otra forma de mentira. Nos dicen que “la economía española va bien”. Va bien, ¿Para quién?
El salario mínimo es de los más bajos de Europa. Vivimos en un estado de dictadura económica sin responsabilidad moral y ausencia total de competencia en productos básicos, donde la economía sumergida alcanza ya el 23%. Se trata de un problema político, como la inmensa mayoría de los problemas de este País.


Miguel F. Canser