sábado, 1 de febrero de 2014

NI DIMITE, NI SE DA POR ALUDIDO

El actual presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, no ha tenido éxito en ninguna de sus principales decisiones y apuestas desde que accedió a la presidencia en septiembre de 2012; por más que haya intentado conseguir un perfil idóneo en tan poco tiempo si se tiene en cuenta que sucedió a nada menos que a Esperanza Aguirre. En varias ocasiones ha chocado con la dirección de su partido porque la serie de fracasos acumulados, no ayudan nada a los populares del Gobierno central y madrileño. Pero, ¿quién es este hombre?, ¿quién es  que, de buenas a primeras, se ha visto en lo más alto del gobierno de Madrid?, ¿tiene la preparación necesaria para afrontar los numerosos y complicados asuntos que requiere un gobierno como éste?

            Estas son las primeras preguntas que me he planteado a raíz de los resultados hasta ahora conseguidos. Nacido en Madrid en el año 1960, es licenciado en Derecho, y aprobó las oposiciones de técnico superior del Ayuntamiento de Madrid en 1984. Su trayectoria profesional ha estado vinculada a la cosa pública, en la que lleva desempeñando puestos de responsabilidad desde hace más de 20 años; es decir, ha vivido siempre de la política, y los distintos cargos desempeñados (desde subsecretario del Ministerio de Cultura, Secretario de Estado de la Administración Pública, etc.), y ha sido promocionado siempre al amparo del partido político al que pertenece.

              Desde el principio ha demostrado que el bienestar de sus conciudadanos no es su prioridad.  Su primera decisión polémica fue el cobro de un euro por receta, que el gobierno de Mariano Rajoy (su jefe) tuvo que denunciar y tirar por tierra el Tribunal Constitucional; eso sí, en el mes escaso que duró la medida se expidieron 7,2 millones de recetas, y se estima que se recaudaron cerca de 5 millones de euros. Este dinero, cobrado indebidamente a los madrileños, no ha sido ni será restituido (eso dijeron), por lo que podemos decir, abiertamente, se trata de una apropiación indebida. Pero ni dimite ni se da por aludido.

            Este señor ya nos ha señalado el modelo productivo que quiere para Madrid: El malogrado  proyecto Eurovegas. Menos mal que el Sr. Adelson propuso unas condiciones inaceptables que hicieron resquebrajar los deseos más entusiastas de los políticos del PP., que estaban dispuestos a modificar, entre otros, la ley del tabaco, aunque no pudieron ya con la exigencia de revertir toda la inversión que se realizara, más las pérdidas que se pudieran generar ante un posible cambio normativo. Es decir, nada de apoyar la investigación, el desarrollo, la innovación; de establecer las condiciones necesarias para favorecer un nuevo desarrollo industrial en la Comunidad, con el objetivo prioritario de crear empleo. No, eso no. Otro empeño inútil, sin olvidar el nuevo fiasco de organizar los JJ.OO., que no se sabe con exactitud lo que costó, aunque sí sabemos que el Ayuntamiento pagó cerca de 12 millones de euros. De un plumazo los 17.000 millones en inversión y los 250.000 empleos prometidos se volatilizaron. Sin ases en la manga, con Barajas sin terminar de repuntar, el turismo a la baja y el desempleo engrosando sus cifras —690.000 parados (21,03%, cinco puntos por debajo de la media nacional) según la última EPA, la mayor subida de toda España con 25.600 desempleados más—, González afronta meses de incertidumbre. Pero ni dimite ni se da por aludido.

            La renuncia a la privatización de la gestión de media docena de hospitales es el último ejemplo. No han servido la ingente cantidad de manifestaciones realizadas por el pueblo de Madrid, las masivas movilizaciones realizadas para evitar que se privatizara la gestión en los hospitales. No…., ha hecho oídos sordos. Ha tenido que ser la justicia de nuevo quien le ponga en su sitio, porque no se trataba sólo de privatizar la gestión de algunas áreas, sino de algo más profundo que enmascaraba un beneficio lucrativo en detrimento de la calidad encareciendo su costo. Es decir, los deseos de los madrileños no le importaban. El paso más torcido de un político es no escuchar la voz del pueblo. Políticos así, no interesan. Otro revés, que enmascara con la dimisión de su subordinado Sr. Lasquetty, pero él ni dimite ni se da por aludido.

            Salvo la congelación de las tarifas de transporte y del agua, todo lo que ha promovido Ignacio González ha sido un fiasco incluida la batalla por el nuevo modelo de financiación autonómica, pues nadie le ha hecho caso, aunque haya realizado la mayor rebaja fiscal realizada nunca por una autonomía.  Nunca ha trabajado en la empresa privada porque, si lo hubiera hecho y a raíz de los logros conseguidos, ya estaría en la calle. No sé cómo personas así, pueden ostentar cargos públicos y tener la responsabilidad del bienestar de millones de personas a su cargo. La única operación que le ha salido redonda es la "compra" de su Ático de Lujo. A mí estas presidencias y alcaldías que caen de rebote a sus tenedores -por lo general, gente muy mediocre- me parecen un fraude y una burla a la ciudadanía.

            España es un país cada día más necesitado de regeneración. El deterioro de los valores y de las costumbres ha sido rápido, cada día es más alarmante y tiene ya repercusión en la política, en la cultura, en la prosperidad y en la convivencia. Ante la incapacidad de los gobernantes de afrontar el gran reto de limpiar España de sinvergüenzas, aprovechados y corruptos atrincherados en el poder, la principal obligación de todo ciudadano demócrata y decente es lograr que la sociedad se regenere, aunque para ello tenga que forzar la sustitución de la actual casta política por otra que sea digna, decente y democrática. Organicemos nuestra rabia, actuemos. No es de recibo que los poderes públicos tomen a diario decisiones que nos empobrecen y olviden lo que todos parecen saber excepto ellos, pero es clamor general: que el dispendio prescindible y ruinoso son ellos.


Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com