lunes, 1 de julio de 2013

LA FISCALÍA, ¿AL SERVICIO DE QUIEN?

El Fiscal General del Estado ostenta la jefatura superior y representación del Ministerio Fiscal de España. Es nombrado y cesado por el Rey, a propuesta del Gobierno, oído el Consejo General del Poder Judicial y previa valoración de su idoneidad por la comisión correspondiente del Congreso de los Diputados. Intervienen, pues, en su nombramiento los tres poderes del Estado. El mandato del fiscal general tiene una duración de cuatro años y sólo puede ser cesado por causas tasadas en la Ley, que serán apreciadas, en su caso, por el Consejo de Ministros. En todo caso, cesa con el Gobierno que le haya propuesto. El fiscal general debería actuar con imparcialidad e independencia, sin que pueda recibir instrucciones ni órdenes del Gobierno ni de ningún otro órgano administrativo o judicial. En todo caso, el Gobierno podrá interesar del Fiscal General del Estado que promueva ante los Tribunales las actuaciones pertinentes en orden a la defensa del interés público. Es decir, que el nombramiento lo determina el gobierno de turno coincidiendo con cada período electoral, y la valoración de la comisión del Congreso y del Consejo General del Poder Judicial, es un mero formulismo sin ninguna decisión vinculante.

            Por tanto y,  hablando lisa y llanamente, nos encontramos con la politización de los órganos de la  justicia en todos sus términos. En los últimos días nos hemos encontrado con noticias preocupantes que determinan la intromisión de la política en la actuación de los jueces, y nos hacen pensar que la justicia,  está dirigida y orientada a los intereses políticos de cada momento. Un ejemplo es el interés que ha tomado la Fiscalía por el encarcelamiento del Sr. Blesa, expresidente de Caja Madrid, sobre la actuación del juez Elpidio José Silva, instructor de la causa, y que le envió a prisión por la compra del City National Bank of Florida. El fiscal general del Estado ha asegurado que “es obvio no ha sido imparcial”, y que no cumplió con las “garantías procesales ni constitucionales” en la instrucción de la causa, y en esta línea ha declarado: “no defendemos al caso Blesa, defendemos a un ciudadano inscrito en un proceso penal que tiene todo el derecho a que se respeten sus garantías procesales.  Independientemente de que esto fuera cierto, la Fiscalía se ha tomado mucho interés y el resultado ha sido la excarcelación de Miguel Blesa y la posible imputación del juez José Silva que deberá afrontar su suspensión, el traslado forzoso o la expulsión de la carrera. Que yo sepa, el Juez Elpidio no ha dejado un agujero de millones de euros, el Sr. Blesa sí ¿Esto era de interés público?, ¿no crea alarma social?, ¿no existen otros procedimientos judiciales que deberían merecer la intervención de la fiscalía? Por ejemplo, los más de 300.000 perjudicados por las acciones preferentes, en su mayoría de las antiguas Cajas de Ahorro, dirigidas por políticos (incluyo a sindicatos) puestos a dedo, sin ninguna experiencia profesional del tema financiero,  que hacían lo que les daba la gana unos, y otros hacían la vista gorda; eso sí se preocuparon de que, a su salida, tuvieran una cobertura de indemnizaciones millonarias.  Pues no, todo lo contrario, la Fiscalía ha mostrado desde entonces su rechazo a toda posible investigación penal  del fenómeno de las preferentes. Parece ser que este tema no es de interés público.

                        En su recurso de apelación contra la admisión a trámite de la querella por las Preferentes, el Fiscal advierte que, “en relación con la comercialización individualizada de las participaciones preferentes por los distintos empleados de las sucursales bancarias que han vendido este producto al inversor minorista, considera improcedente iniciar una investigación penal masiva dirigida contra todos los empleados que vendieron dichos productos, ni hubo intención de "engañar ni un plan diseñado y preconcebido" ¿Contra los empleados?, ¿es que los empleados, todos a la vez, se han puesto de acuerdo en comercializar sí o sí estos productos al margen de la dirección de las entidades?, ¿ o más bien se debe a haber recibido instrucciones precisas de comercialización indiscriminada, con una exigencia presupuestaria fuerte e individual, que incluyera la transformación de productos a plazo en Preferentes? Personas mayores, pensionistas, con nula cultura financiera, han sido engañados, y han abusado de la confianza depositada en su Caja de toda la vida con el resultado que todos sabemos.  Pero esta situación no merece la atención del Fiscal General del Estado; todo lo contrario, pone cortapisas e incide para que las querellas no se lleven a caboLa Fiscalía no ve delito en la venta de preferentes y se opone a la imputación de Blesa y Ordóñez, exgobernador del Banco de España, que también tendría alguna responsabilidad, ¿o no? ¿A quién sirve la Fiscalía?

                        Otro ejemplo: El fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, ha dicho que se congratula de la decisión de suspender la imputación de la infanta Cristina en el caso que investiga la trama de captación y desvío de fondos públicos a través del Instituto Nóos porque, a su entender, "no existe en el proceso ningún indicio que permita la imputación de la infanta". Que la Fiscalía recurra una imputación es ya una decisión insólita, y el argumento de que la Infanta no estaba enterada de nada no parece muy convincente; es la misma Fiscalía que argumenta que no cabe desconocimiento al adquirir el producto los afectados por las Preferentes.  ¿A quien sirve la Fiscalía?

                        La salud democrática de una nación depende, en buena medida, de la calidad ética de sus representantes públicos. El fortalecimiento de las instituciones públicas y su credibilidad, depende de muchos factores pero, substancialmente, de la confianza que sean capaces de generar a la ciudadanía.
Esta confianza se gana con buenas prácticas, a través del ejercicio de virtudes cívicas. La honestidad, la ejemplaridad, la igualdad y la capacidad de servicio son actitudes básicas que todos los ciudadanos reconocen como valiosas, independientemente de las opciones políticas que legítimamente defiendan. Sólo si estos valores son respetados en el ejercicio democrático, la ciudadanía será capaz de reconocer este noble oficio y este noble servicio y valorarlo como le corresponde. La honradez y la igualdad, es una cualidad que hay que demostrar cada día con nuestros actos.

Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.co