viernes, 30 de noviembre de 2018

¿TENEMOS PRIVACIDAD?

Muchas veces se nos llena la boca hablando de privacidad, de cómo mantener nuestros datos a salvo, de cómo hacer para que ésta o aquélla empresa no te espíe y no sepa nada sobre ti pero, en realidad, todo esto es un mito. La privacidad, definida como la “parte más interior o profunda de la vida de una persona, que comprende sus sentimientos, vida familiar o relaciones de amistad”, no existe en el mundo contemporáneo. Y no existe, no porque no pueda existir, sino porque nosotros mismos hemos querido que no exista. Estamos controlados. Sin darnos cuenta, vamos dejando un rastro cada vez que utilizamos el móvil, internet, tarjeta de crédito, o simplemente paseamos por la calle. En los últimos años ha proliferado de una forma asombrosa el uso de las redes sociales, a pesar de que psicólogos y sociólogos alertan de los peligros que el constante uso de las mismas puede acarrear tanto a corto como a largo plazo, lo cierto es que no dejan de multiplicarse el número de cuentas y perfiles en todas ellas: Facebook, Tuenti, Twitter,  Instagram, WhatsApp, etc., el problema, en la mayoría de los casos, es que los usuarios no somos conscientes de los potenciales riesgos que acarrea el uso de las redes sociales, sobre todo en lo que se refiere a la protección de nuestra privacidad. Es cierto que muchas de ellas cuentan con mecanismos que permiten restringir el acceso de ciertas personas a la información privada – como por ejemplo Facebook – pero también es cierto que eso no es, ni de lejos, suficiente para proteger nuestra intimidad y evitar que la misma caiga en manos inapropiadas. Si tu cuenta es privada para que “solo te vean tus amigos”, ¿cómo es que tienes 600-700 seguidores en ella?  ¿Tantos amigos tienes?

         Cada vez son más numerosas y sofisticadas las técnicas hacker desarrolladas para tener acceso a información privada de los usuarios de las redes sociales y de Internet en general y, mediante ellas, los expertos consiguen tener acceso no sólo a fotos o datos, sino incluso a comunicaciones privadas vía chat o e-mail. Según los expertos en seguridad informática,  4 de cada 10 usuarios de las redes sociales han sido víctimas de algún ciberdelito y en muchas ocasiones éstos ni siquiera son conscientes de que se ha violado su intimidad.
La mayoría de estos métodos están diseñados como auténticos anzuelos que captan la atención de la gente sin levantar sospechas sobre su ilicitud. Pero, ¿cuáles son algunas de estas técnicas utilizadas por los hackers? Uno de los clásicos métodos de delitos a través de las redes sociales, consiste en la creación de páginas web falsas con la apariencia de la red social en cuestión, con el objetivo de obtener la información del usuario cuando éste introduce su correo y contraseña para iniciar sesión. Otra famosa técnica que afecta especialmente a Facebook, la red social por excelencia, es la de un mensaje que llega y que promete ver quiénes visitan su perfil; al hacer click sobre el enlace, no sólo no se tiene acceso a la información prometida, sino que hemos permitido el acceso a nuestra cuenta. Y otra de las técnicas más empleadas es la de difundir falsos videos con morbo o contenido polémico de modo que se cae en la tentación de reproducirlo y con ello, no sólo permiten acceso al contenido privado de su perfil, sino que en no pocas ocasiones permiten la entrada de ciertos virus o malware en los dispositivos electrónicos.

         Debemos cuidarnos muy mucho de una red wifi gratuita en espacios públicos – como por ejemplo un aeropuerto – para que la gente se conecte, pues puede ser un camino de acceso a todos los datos que se esté enviando a través de Internet, entre ellos usuarios y contraseñas. Podríamos ver sus perfiles de las redes sociales, hacer un robo de identidad, difamar su información, cambiar los ajustes de privacidad, acceder a sus claves del correo electrónico, chatear con sus contactos;
al contrario de lo que muchos podrían pensar, lo cierto es que este tipo de conductas, no sólo son llevadas a cabo por bandas organizadas o estructuras del ciber-crimen, sino que cada vez más son empresarios quienes quieren tener acceso a la información privada de sus empleados, o ciudadanos que quieren hacer lo mismo respecto a sus parejas, familiares, amigos o vecinos. No olvidemos que Internet es global mientras que la legislación es local y, a día de hoy, no existe ningún tipo de armonización a nivel mundial que regule esta cuestión porque Internet, no tiene fronteras.

         Por ello, los usuarios debemos adoptar las medidas que estén a nuestro alcance para evitar dichas situaciones, tales como ser más cautelosos respecto a la información que publicamos en las redes sociales. A modo de ejemplo, los expertos en seguridad informática desaconsejan introducir en Internet demasiados datos personales así como fotos, direcciones, números de teléfono, posesiones materiales o costumbres y si aun así se llegan a producir violaciones contra nuestra intimidad, recomiendan denunciar los hechos. Esta recomendación es muy necesaria, sobre todo, para los más jóvenes, porque debemos entender que, en el momento en que un producto es gratis, el producto eres tú; no tú como tal, sino tu perfil. La publicidad online es el negocio del siglo XXI, y para que ésta funcione, se debe tener acceso a una ingente cantidad de datos que nosotros, los usuarios, cedemos a las empresas de forma completamente gratuita a cambio de nada, a cambio de que nos dejen subir nuestras fotos a su plataforma para compartirlas con nuestro amigos y, con mala suerte, con el resto del mundo.

Miguel F. Canser




jueves, 1 de noviembre de 2018

VERGONZOSO ESPECTÁCULO

El espectáculo ofrecido hace unos días en el Congreso de los Diputados, donde Pedro Sánchez comparecía para dar cuenta del Consejo Europeo que discutió el Brexit, y para explicar la posición española respecto a la venta de armas a Arabia Saudí, terminó en una sesión bronca y crispada entre  el Sr. Casado y el Sr. Sánchez, que roza lo esperpéntico. Seguro que les ha pasado alguna vez en la infancia. El niño que era dueño del balón quería ganar el partido; y si no era así, se lo llevaba. Lo mismo ocurría con la cuerda de saltar entre las niñas. Era cosa de niños, de niños mal criados, claro. El rifirrafe entre ambos ha sido notorio: “¿No se da cuenta de que es partícipe y responsable del golpe de Estado que se está perpetrando en España?", le espetó el Sr. Casado a lo que el Presidente responde que, si no retira esas palabras de acusación, rompería relaciones con el Sr. Casado:"¡Si las mantiene, usted y yo no tenemos nada más de qué hablar!". Mi primera impresión fue que la falta de respeto, la desconsideración, las afirmaciones que rayan en el insulto han convertido el hemiciclo en un mercado chabacano, sin clase. Parece que los únicos argumentos para contradecir los del contrario político tienen que ir acompañados del desprestigio, no sólo político, sino también de la persona. La desafortunada afirmación de Casado, también se complementa con la de Sánchez. ¿Cómo es posible decir que rompen relaciones con el principal partido de la oposición con casi 8 millones de votos? Posteriormente, fuente de Moncloa aseguraron que el Presidente daba por rotas sus relaciones con Casado, no con el PP. Ya digo, como niños: “Ya no te ajunto”.

         No es la primera vez que esto sucede. Desde hace unos cuantos años estamos asistiendo al bochornoso espectáculo ofrecido por la clase política sin excepción, sin olvidar que el insulto no es cosa de uno sólo. Recuerdo cuando Sánchez llamó indecente al Sr. Rajoy y éste, cobarde e indigno al Sr. Sánchez, por no mencionar a otros líderes. Todo esto demuestra  hasta qué punto los políticos han degenerado en una casta privilegiada totalmente ajena a los intereses y necesidades del bien común. De cara a la galería se lanzan dardos, dagas florentinas, puyas, insultos más o menos zafios en función del nivel intelectual (en general bastante escaso) del emisor, pero a la hora de defender los intereses de la casta, todo es acuerdo y unanimidad. Es decir, se trata de crear en la masa de los ciudadanos una apariencia de división, de discrepancia, de rivalidad, cuando en líneas generales todos están de acuerdo y el más mínimo ataque a los privilegios del clan (léase subvenciones a partidos, sindicatos, organizaciones empresariales; beneficios y prebendas de que goza dicha élite) todos entonan el Fuenteovejuna para lanzarse a la yugular de quien osa poner en peligro las sustanciosas viandas que otorga el poder.

 Se puede debatir, discrepar e incluso mantener enfrentamientos dialécticos muy duros sin faltar por ello a las más elementales normas del respeto, la ética o el decoro; pero cuando las expresiones se deslizan hacia campos ajenos al de las ideas, mal vamos, y más aún cuando quien se lanza por tal pendiente carece de la agudeza, el sarcasmo, la ironía o la inteligencia de figuras de antaño como Quevedo o Góngora (por citar ejemplos de nuestra época más brillante intelectualmente, la del Siglo de Oro). Aunque lo que me ha llamado poderosamente la atención es que el insulto, el abucheo, no es objeto de crítica en sí, sino en función de quién lo emite o en función de para quién se destina. Sostener que la referencia a las partes faciales de cierta política es una actitud intolerable es absolutamente cierto; pero cuando las mismas personas que critican ese comportamiento incurren en el mismo y se amparan en la libertad de expresión, quien crítica pasa de tener la razón a ser un hipócrita. Y en los últimos días hemos visto que nuestra clase política (en el poder y en la oposición) si de algo está sobrada es de hipócritas.

Lo último que se lleva en el mundo de la política es el insulto. No sé si porque ya no hay ideas o porque la conversación es una práctica en desuso, pero lo cierto es que no existe nada tan moderno como insultarle a alguien, sobre todo en España que, por herencia, sospecho, pero también por pereza, ya no se razona sino que directamente se odia que siempre resulta más cómodo y además no da mucho que pensar. He aquí la novedad: si quieres pertenecer al círculo selecto de los profesionales de la política no hables nunca de política ni de dinero, no escuches propuestas, no atiendas razones, no te intereses por los problemas de los demás, no elabores presupuestos para construir escuelas, hospitales, laboratorios o carreteras; limítate a llamarle estúpido a tu adversario, pásate por la entrepierna - a ser posible en público - sus resultados electorales, escribe artículos en la prensa tildando de fascista a todo aquél que te lleve la contraria. Si cada uno es dueño de su silencio, también somos rehenes de nuestras palabras.

Miguel F. Canser
www.cansermiguel@gmail.com

lunes, 1 de octubre de 2018

MÁS DE CUARENTA AÑOS YA


Parece mentira cómo ha pasado el tiempo. Parece que fue ayer. Los que tenemos ya unos años, todavía perdura en nuestra memoria aquellas primeras elecciones de junio de 1.977. Después, vino la ratificación en referéndum de nuestra actual Constitución (6 de diciembre de 1.978), culminando de esa manera la Transición Española que posibilitó la transformación del anterior régimen franquista en un Estado Social y Democrático de Derecho, bajo la forma política de Monarquía Parlamentaria. Reconozco que no soy monárquico, porque me gusta elegir al Jefe del Estado, y no porque sea hijo de,  ya vale; y además considero que, históricamente, es la institución menos democrática que ha existido, pero era tal el deseo de fractura con el Régimen anterior, y la ansiedad por acudir a las urnas, que voté la Constitución y la Monarquía (venía en el mismo pack) con entusiasmo.

         Desde entonces, mucho ha cambiado el devenir de nuestra democracia. En los tiempos actuales observamos que España se encuentra inmersa en una especie de involución política, económica e institucional, amén de un claro retroceso de los principios y valores que deben regir para el buen funcionamiento de una sociedad. A veces pienso que, en alguna ocasión, hemos tirado por la borda muchas de nuestras ilusiones y hemos perdido el tiempo durante más de cuatro décadas. Y, ¿por qué digo esto? Pues sencillamente porque no tenemos más que sondear a la gente de a pie y preguntarles: ¿Qué opinión les merecen nuestros políticos? La respuesta, creo la sabemos todos: “No confiamos en ninguno”, “todos son iguales”, “nos han engañado con la Transición”; “qué bien se han montado su chiringuito”.  La desilusión y el desencanto son palpables; parece como si se hubieran fabricado una estructura política con las instituciones adecuadas, acordando unas leyes que les benefician del resto de los ciudadanos: aforamientos, sueldos, privilegios sociales, etc.

         Veamos: Un diputado o senador también paga sus impuestos, pero con un jugoso beneficio fiscal, que permite que el 40% de su remuneración esté exenta de tributar. Dicho de otro modo, Hacienda somos todos, pero los políticos un poco menos. Cobran un salario fijo y unas dietas, además de un complemento extraordinario mensual, si el representante político desempeña otra labor en la cámara. Gracias a la suma de todas estas partidas, un diputado se embolsará más de 4.600 euros al mes como mínimo. El 60% de esta retribución corresponde a su salario fijo (2.842 euros al mes), mientras que el 40% (1.824 euros) restante procede de dietas para gastos de manutención y alojamiento. Lo mismo ocurre en el caso de los senadores. Según la ley de IRPF de 2006, los representantes políticos en ambas Cámaras no tributarán por las dietas que perciben cada mes para gastos de manutención y alojamiento, y como éstas suponen el 40% de su remuneración, puede afirmarse que casi la mitad del sueldo de los políticos está libre de impuestos. Si hacemos cálculos, más de 12 millones de euros al mes están exentos de tributar, por lo que Hacienda no toca ni un euro de ese importe devengado por dietas, que a final de año permitiría a las arcas del Estado tributar sobre un mínimo de 144 millones.

         Pero aquí no terminan las retribuciones libres de retención. A estas remuneraciones en metálico hay que añadir otras que tanto diputados como senadores cobran en especie. Por ejemplo, tienen un bono de taxis por valor de 3.000 euros al año, un móvil y un portátil, internet gratis en casa..., privilegios a los que sólo han renunciado unos pocos políticos. También el Congreso y el Senado les paga el  billete de los medios de transporte públicos que utilicen para desplazarse. ¿Esta exención fiscal la disfrutan el resto de trabajadores? No. Un diputado elegido por una circunscripción fuera de Madrid recibirá al mes 1.824 euros para gastos de alojamiento y manutención, independientemente de que tenga una casa en la capital.

¿Se han montado su chiringuito? Su trayectoria no puede dejar de lado la ejemplaridad que debe exigirse a un funcionario público. Su jubilación debe estipularse en función de dicho mandato. Deben contribuir al Régimen General de la Seguridad Social como cualquier otro ciudadano. Servir en las Cortes es un trabajo, no una profesión. Los jueces no pueden ser elegidos por políticos. Los parlamentarios al terminar sus mandatos, deben incorporarse a la vida laboral previa a su etapa de servicio público, si es que la tuvo; si no, al paro como cualquier persona. Reducir el número de asesores, cargos de confianza, etc., así como sus retribuciones y privilegios. Después de 40 años, ésta es la herencia del binomio PP-PSOE. La democracia no puede consistir sólo en ir a votar cada cuatro años.

Miguel F. Canser


sábado, 1 de septiembre de 2018

NADA HA CAMBIADO


Se terminó el mes de agosto, las vacaciones se apuran y, en pocos días, veremos el fatídico momento del regreso a la realidad cotidiana; repasaremos mentalmente sobre lo que nos deparará septiembre: Mes duro por excelencia en el que nos atragantamos con la resaca de un verano maravilloso. Las típicas charlas de sobremesa de las cenas veraniegas centradas en deleitarnos con nuestros instensos días de asueto, todo queda atrás en los últimos días de agosto porque nuestras cabezas bullen con los atisbos del síndrome postvacacional, pero hay que seguir una vez cargadas las pilas; y recordando a ese añorado dúo del humor que fueron "Tip y Coll", como siempre, en septiembre "hablaremos del gobierno"; porque quien les escribe puede presumir de no estar condicionado por ninguna ideología concreta, ni sujeto a la disciplina de ningún partido político, y lo mismo hablo, cuando creo que debo hacerlo, del PP, como del PSOE, de Unidos Podemos, de C´s, o de cualquier otro.

  La moción de censura se puso en marcha para echar al Sr. Rajoy y, por tanto al PP del gobierno, pues los tribunales dictaminaron que la corrupción del Partido Popular era mucho más que la suma  de una interminable lista de casos, sino una forma de actuar, un  modus vivendi. Sobran los motivos, sobran las excusas. Hace algo más de dos meses que tenemos nuevo gobierno, y aunque aún es pronto para someter a examen (lo mínimo serían 100 días) lo efectuado por el gobierno de Pedro Sánchez, los socialistas han tenido que adaptarse a las circunstancias del poder, que no casan con algunas de las medidas propuestas cuando estaban en la oposición, condicionados por la representación parlamentaria que tienen. La política de gestos con la que coger carrerilla electoral se ha chocado contra la realidad. Pero, aunque pronto, cabe preguntarse: ¿Está cumpliendo con las expectativas depositadas?, ¿o está volcado en la construcción de una campaña electoral permanente de cara al ciclo electoral que se abre en 2019?

         La primera novedad que han notado los ciudadanos ha sido la subida de las pensiones, que fue fruto de la negociación del PP con el PNV. , aunque parece que ha sido un logro del PSOE. No hay nada peor que confundir lo que interesa a la gente y lo que interesa al gobierno y al partido. Criticó las puertas giratorias del P.P., y el enchufismo de los amigotes del Sr. Rajoy en los estamentos públicos; pues fíjense que cerca del 50% de los miembros de la ejecutiva del PSOE han sido colocados en las empresas públicas. Nada nuevo bajo el sol. Todos los partidos políticos, siempre ejemplarmente atentos a satisfacer el interés partidista por encima del interés general, han hecho lo mismo al acceder al poder. A los que no han tenido cabida en los cargos políticos de la Administración, Pedro Sánchez les ha enchufado con inusitada celeridad en las mamandurrias y canonjías de las empresas públicas. Así, Jordi Sevilla es ya presidente de Red Eléctrica, con un modesto sueldo anual de 500.000 euros; Ignacio López, secretario ejecutivo en el PSOE, director de Salvamento Marítimo; Jesús Huerta, de la Junta de Andalucía, presidente de Loterías del Estado; Isabel Pardo, de la Diputación de Pontevedra, presidenta de Adif; Vicente Fernández, de la Junta de Andalucía, presidente de Sepi, nada menos; Juan Serrano, de la ejecutiva federal del PSOE, presidente de Correos; José Félix Tezanos, de la ejecutiva del partido, presidente del CIS; Óscar López, ex secretario de Organización del PSOE, presidente de Paradores; David Cierco, exportavoz socialista en el Ayuntamiento de Pozuelo, director general de Red.es; Isaías Taboas, presidente de Renfe; Alejandro Soler, exalcalde de Elche, director de Sepes; Ornella Chacón, exconsejera en Canarias, presidenta de Puertos del Estado; Juan Tovar, exalcalde extremeño, presidente de Cetarsa... Y un largo etcétera en empresas municipales, provinciales y autonómicas. ¿Todos estos nombramientos, están capacitados profesionalmente para llevar a buen fin estas importantes empresas?, o ¿quizá pudiera ocurrir lo mismo que con las anteriores Cajas de Ahorros, que fueron a la ruina por no estar dirigidas por auténticos profesionales? Su señora esposa ha fichado por el Instituto de Empresa (IE), donde dirigirá, a partir de este mes, el recién creado (exclusivo para ella) IE África Center. Esto sigue igual, nada ha cambiado, además de crear cuatro nuevos ministerios, siguen desconectados del sentir de la calle, ineficaces, aprovechados, sumisos a los intereses de partido y ajenos al interés de todos.

Pero una cosa es aprovechar esa moción para acabar con la incompetencia política de Rajoy, a través de la exigencia de su responsabilidad política, y otra bien distinta es gobernar con un conjunto heterodoxo de buscadores de cargos, independentistas ambiciosos y un amplio sector de trasnochados que difícilmente se pondrán de acuerdo para tomar iniciativas que redunden en el interés general. Sea lo que fuere, nos encontramos ante una situación que, incluso aceptando los buenos deseos de Pedro Sánchez, es imposible que no acabe en un naufragio que pagaremos todos los españoles. Porque limitándonos a la cuestión catalana, el Presidente del Gobierno está demostrando una ingenuidad propia de un amateur en política.
Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com


        

domingo, 1 de julio de 2018

¿QUÉ ES EL CONSEJO DE ESTADO?


El Consejo de Estado es el supremo órgano consultivo del Gobierno de España. Es un estamento al que acude el gobierno de España y aquellas comunidades autónomas que no cuentan con este tipo de consejos consultivos. Está contemplado en el artículo 107 de la Constitución española. Creo que muy pocos ciudadanos saben qué es y para qué sirve el Consejo de Estado y las funciones que desempeña. Desconocen también lo carísimo que resulta su funcionamiento para nuestros bolsillos y, especialmente, el elevadísimo presupuesto que cada año hay que habilitar de nuestros impuestos para afrontar el pago de los generosos sueldos de la plantilla político-gestora del citado ente. Confieso que yo tampoco me había detenido antes a rastrear sobre las funciones y objetivos que tiene el Consejo de Estado, ni sobre los integrantes del mismo, ni sobre los altos sueldos que perciben sus miembros ni, tampoco, sobre la gruesa plantilla de personal de servicios que tienen a su disposición, integrada por 152 personas.

         Se puede decir que este Organismo es un estamento público más orientado a dar su opinión sobre ciertos temas que le sean requeridos. Se trata pues de un “asesor” a lo grande, como si no tuvieran ya bastantes asesores el presidente, los ministros y las comunidades autónomas. Además, los dictámenes que aborda, no son vinculantes. Es decir, que pudieran no servir para nada. Es, otro ejemplo más, de duplicidad de instituciones. Dicho Consejo lo forman un presidente, ocho consejeros permanentes, diez consejeros selectivos, varios consejeros natos, un secretario general y varios letrados, (este último es por oposición, los demás no). Además, hay personal en la secretaría general, de archivo y biblioteca, de gestión y asuntos generales, servicios administrativos y de servicios económicos. Durante el gobierno de Rodríguez Zapatero se produjo una reforma que permitió, entre otras cosas, que los ex presidentes del Gobierno entraran a formar parte con la categoría de consejero nato con carácter vitalicio. (¿Se estaba preparando su futuro?).  

         El Consejo de Estado ha emitido informes, por ejemplo, sobre la reforma de la Constitución en 2004. Sus dictámenes han tocado también otras leyes como el Estatuto de Cataluña, la ley del Matrimonio Homosexual o la del Aborto, así como la norma sobre la consulta popular en el País Vasco, y lo relacionado con el accidente del Yak-42, que costó la vida a 62 militares que regresaban de Afganistán en mayo de 2003; no tuvo consecuencias económicas, pero fue una gran victoria moral para las familias de las víctimas. Eso sí, tardó más de 13 años en emitir su dictamen reconociendo, por primera vez, la responsabilidad del entonces Ministerio de Defensa (Federico Trillo), que, a su vez, fue premiado siendo nombrado Embajador del Reino Unido. ¿Alguien lo entiende?

         El presupuesto anual del Consejo supera los 10 Millones €. Y la edad media de sus componentes superan los 79 años de edad. Uno de los cambios de estos días es el de la ex vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, elegida por Pedro Sánchez como nueva presidenta cuyo sueldo será, ni más ni menos, que 101.320.-€ al año, con un contrato vitalicio —han leído bien—, lo que significa que allí permanecerá hasta que lo crea oportuno. De hecho, como De la Vega, hay otros siete consejeros vitalicios (los llaman de forma eufemística permanentes) que tienen un empleo asegurado para toda la vida, y que históricamente se han repartido el PP y el PSOE. Una institución venerable se ha convertido en un cementerio de elefantes. Hoy, el Consejo de Estado forma parte de la endogamia política que reparte prebendas a los ex altos cargos. Es bien sabido que un país vale lo que valen sus instituciones.

         Aunque todo este entramado asesor sobre asuntos varios puede ser necesario en determinados casos, no lo es por el contrario la gran dimensión que tiene su estructura operativa y funcional. Si ya es exagerado el número de políticos asilados en este órgano consultivo, resultan chocantes los altísimos y desproporcionados sueldos que perciben, algunos incluso con carácter vitalicio. Parece inventado para acoger a políticos caducos y decadentes para asegurarles la mamandurria de por vida. La eficacia asesora de este órgano a veces choca con las decisiones de otros estamentos oficiales y no siempre coincide con el sentir mayoritario. Como quiera que lo aportado por el Consejo de Estado puede tener una orientación contraria a las decisiones finales del Tribunal Constitucional, o del Congreso de los Diputados, o del Consejo de Ministros, es factible y oportuno concluir que su función y su eficacia no justifica ni en todo ni en parte la desproporcionada plantilla de políticos que integran el Consejo ni, tampoco, el mogollón de millones que nos cuesta a los currantes, parados y pensionistas.

Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com


viernes, 1 de junio de 2018

HONESTIDAD Y COHERENCIA


Honestidad es la virtud que consiste en decir la verdad, ser decente, razonable y justo. Es una cualidad humana que consiste en actuar de acuerdo como se piensa y se siente (coherencia). Honestidad y coherencia no son meros conceptos, sino que están intrincados entre si y determinan la calidad de vida de las personas.  Muy comúnmente nos sentimos perdidos al llegar a ciertos puntos clave de nuestra vida, como si no supiéramos quiénes somos, cuáles son nuestros objetivos, por qué actuamos de una u otra forma. Esa sensación de no tener control sobre nosotros mismos está relacionada con la falta de conexión que existe entre nuestros deseos profundos, y lo que realmente hacemos. ¿Por qué escogemos estudiar una carrera universitaria que no representa nuestra verdadera vocación?, ¿por qué tenemos hijos antes de conseguir la estabilidad económica y emocional necesaria para llevar adelante una familia? No actuar con coherencia a la hora de tomar decisiones puede afectarnos gravemente para el resto de nuestras vidas. No se trata de una mera equivocación, sino de la consecuencia de una fuerte influencia que nos condiciona desde que nacemos, transmitida por nuestros mayores y medios de comunicación: el mundo nos dice cómo debemos ser, qué debemos hacer, qué debe gustarnos y, en muchos casos, acabamos por creerlo. Si con demasiada frecuencia nos proponemos hacer una cosa y hacemos la contraria, es fácil que estén fallando las pautas que conducen nuestra vida. No hay mayor sufrimiento que saber que uno no es fiel a lo que siente y piensa.

         La incongruencia está presente en nuestra vida diaria. Nuestros políticos (siento meterme siempre con ellos, pero me lo pide el cuerpo…., quiero ser honesto y coherente) ya se encargan de recordárnoslo a cada momento.  Estos días se habla mucho del chalet de Irene Montero y Pablo Iglesias, que desde aquí digo que tienen todo el derecho a vivir donde deseen y adquirir la casa que quieran fruto del esfuerzo de su trabajo recurriendo, como muchos hemos hecho, a las facilidades que supone suscribir un préstamo hipotecario en las mejores condiciones posibles. Lo que ocurre que, cuando tu discurso se ha basado en el ataque despiadado al capitalismo más recalcitrante, al ibex-35, a la sociedad más consumista, a pedir más vivienda pública y alquileres asequibles mientras se accede a una vivienda de 600.000€, en una zona nada asequible para rentas menores, no parece muy coherente. Como el Sr. Iglesias, conozco Vallecas. Me crié ahí junto con 3 hermanos, en un piso de apenas 50 m2, y hemos salido adelante todos sin ningún tipo de trauma. No es necesario, para criar a dos hijos, tener un chalet de más de 200 m2, aunque los hijos se lo merezcan…., (los de los demás también). Cuando no eres coherente entre lo que dices y haces, dejas de ser ejemplo y referencia.

         Y es que tanto criticar al capitalismo, no han comprendido aún de que va. Va de sueños. La mayoría de la gente quiere tener lo que la mayoría de la gente no puede tener: ese es el sueño. Por eso a todos nos gusta de vez en cuando el capitalismo, porque hasta el más bondadoso se olvida alguna vez de los demás y se deja ir. En el capitalismo no existe el vivir bien, sólo existe el vivir mejor. Me parece respetable conducirse por la vida con eslóganes como 'Porque yo lo valgo' o 'Me lo he ganado', pero quizá ser de izquierdas tiene más que ver con preguntarse: ¿Quién se queda atrás?. Si realmente te importa que alguien se quede atrás, no puedes contribuir a que se quede aún más atrás; no puedes interpelarle desde dentro de sus propios sueños imposibles.

         La falta de honestidad y coherencia ha sido una máxima a lo largo de los pocos años de existencia en Podemos. “Cuando gané mi primer millón de pesetas, dejé de decir que era comunista”, afirmó ese guitarrista fantástico que era Paco de Lucía. Comparen esta actitud con la de un Ramón Espinar que es capaz de decir “somos los hijos de los obreros” sin pudor alguno, porque no tiene ni idea de cuánto lucha la gente por dejar de serlo. Nadie sin nada que ocultar va por ahí diciendo: “Soy clase obrera”. La gente no quiere ser gente; el pueblo no quiere ser pueblo: he ahí la paradoja. La izquierda, a veces, es un desastre porque no entiende que nadie quiere votar al partido de los pobres, por eso hay tanta profesión liberal en el electorado de Podemos —como antes en el de IU—, porque a veces, cuando nos va bien, no pensamos en los demás. Los líderes de Podemos ya están en la vulgaridad del dinero. No era necesario disfrazarse de su ideología y ponerse un frac de pobre; sobre todo si, con tu actitud, confundes a muchos de los cinco millones de votantes que creyeron en ese discurso.

         Cuando el pensamiento y la acción no están en sintonía, juegan en equipos distintos, se rompe la harmonía. Hemos aprendido que sin esfuerzo no hay recompensa, que no podemos ser felices todo el tiempo, que decir siempre lo que sentimos puede hacer daño a los demás y ponemos la aprobación de la gente por encima de la nuestra entrando, si darnos cuenta, en una espiral donde nos vamos alejando de nosotros mismos. No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño, sólo toma precauciones. Algunos persiguen la felicidad, otros la crean.

Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com

martes, 1 de mayo de 2018

¿MERECEMOS ESTOS POLÍTICOS?

Prácticamente todos los días, nos encontramos con alguna noticia de corrupción política. La última es, aparte del famoso Máster de Cristina Cifuentes, el vídeo que demuestra que, hace ya unos años, fue "pillada" apropiándose indebidamente, y con intención de no pasar por caja, unas cremas que no llegan a los 50€. Lo primero que pensé es: ¿Qué necesidad tenía de hacer esa tontería? Cuando sucedió, era ya vicepresidenta de la Comunidad de Madrid, con un sueldo que para mí lo quisiera yo. ¿Se creen dioses?, ¿nadan en la absoluta impunidad?, ¿por encima de ellos no hay nadie? Y no sólo es el Partido Popular (que se lleva la palma), también sabemos que existe corrupción similar en otros partidos.

Es lamentable el nivel, la situación en la que nos encontramos: propiciada por una clase política que no está a la altura de la ciudadanía ni mucho menos: teatreros, falsos, interesados por lo particular, por el amor propio y no el ajeno. Les importa poco nuestro destino: El suyo, sí. Se mueven por impulsos particulares, egoístas y centrados en sus propias aspiraciones. No todos son así, afortunadamente, pero las noticias que propician cada día, resulta angustiosa. Ya no se puede caer más bajo. O tal vez sí, nos lo recuerdan también los aplaudidores profesionales, especialistas en el abrillantado del zapato del poder, siempre inclinados a este o aquel señorío político; que pululan en busca de "su refugio" en el pesebre de lo público. De derechas o de izquierdas da igual, aceptación, consentimiento, aprobación, siempre con el pastor de su rebaño. Quizá por eso en estas ocasiones puntuales, uno agradece el privilegio de escribir sin ataduras ni dirigismos, sino utilizando el sentido común y la verdad.

Mediocridad, incompetencia, descalificaciones, falta de vocación y de formación, corrupción..., son algunos atributos que los ciudadanos ligan hoy a la clase política. No es extraño que muchos españoles no tengan ni ganas de ir a votar cuando se les cita por haber llegado el momento de elegir nuevos representantes. El desprestigio es tal que, a los ojos de la gente, la clase política se ha convertido en uno de los principales problemas de España tras el paro y el futuro de las pensiones. Se han ganado a pulso el despego de los votantes. Están muy pendientes de sus cosas no de las de la gente. El sentido del debate parlamentario se ha pervertido. Si vas a una reunión en la que sabes que no te van a escuchar, terminas rebajando tu preparación. En el parlamento pasa eso: nadie escucha a nadie. Basta asistir a algún debate en el Congreso, por importante que sea el asunto a tratar, para comprobar que mientras uno expone, pocos escuchan, muchos hablan en corrillo o ríen, otros mandan mensajes por su móvil, juegan, cuando no llegan los insultos o se quedan dormidos. Las descalificaciones devalúan la actividad democrática y no es edificante. Pero ahí siguen ellos, cruzados de brazos, en su cargo y cobrando su sueldo. Entre los diputados los hay que trabajan mucho y otros que no trabajan nada, pero todos cobran igual. Eso no pasa en ninguna parte. Sería difícil que cobraran una cantidad distintas, pero, al menos, el que no trabaja que no repita. Que haya incentivos como en cualquier profesión. Aquí el único incentivo es hacerle la pelota al presidente de turno para que te sitúe en su lista.

Ahora da la sensación de que cualquiera vale para político, cosa que hace años no pasaba. Hay gente que se mete en política porque no vale para otra cosa, porque no tiene otra alternativa. Eso es letal. Y tiene mucho de verdad. El problema es que esto es cada vez más frecuente y tiene efectos perversos sobre lo que debería ser la cosa pública, el servicio a la sociedad. Hay mucha gente que encuentra en la política una forma de vida, un modo de resolver sus problemas de trabajo, de empleo, porque en la empresa privada no durarían dos telediarios. Hacen de la política un juego de supervivencia: mantener su puesto, escalar otros... Nunca se retiran de su posicionamiento por el interés general. Son, a corto plazo, egoístas; y eso la ciudadanía lo percibe: la poca altura de mira, el mucho mirarse el ombligo. Y claro, si la política atrae cada vez más a los mediocres, a los que buscan hacer carrera en ella, es lógico que resulte cada vez menos atractiva para los profesionales de prestigio: Los expulsa, y sólo tienen una meta: el poder. Quitar al adversario aunque las urnas no les hayan dado esa circunstancia.

¿Merecemos lo que tenemos? Mi criterio es que no. Nos falta activismo ciudadano. Cuando el CIS pregunta por lo problemas más importantes, no pregunta por la falta de activismo ciudadano. Des luego, ése, es el mejor camino para exigir e intentar conseguir que, al final, tengamos unos políticos que estén no ya a la altura del betún, sino de las necesidades del país y de la gente. No nos limitemos sólo a ir a votar cada cuatro años, sino hacerles ver que nuestro voto no es un cheque en blanco para hacer lo que quieran, y exigir que la política recupere una credibilidad y confianza que nunca debería haber perdido. Lamentablemente, la política es, quizá, la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación. Y recuerden señores, la corrupción no es obligatoria.

Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com



domingo, 1 de abril de 2018

MEDIOS DE COMUNICACIÓN: ¿PLURALES E IMPARCIALES?


A primera vista, el panorama de los medios de comunicación españoles es amplio y diverso. Los 47 millones de habitantes pueden elegir entre unos 85 periódicos. Dejando de lado los diarios deportivos, el mayor de los seis principales diarios nacionales es El País, con casi 2 millones de lectores diarios, seguido de cerca por el diario gratuito 20 Minutos (1,7 millones) y El Mundo (1.5 millones) sin contar los distintos medios digitales. El País, estrechamente ligado al Partido Socialista, fue considerado durante mucho tiempo el diario de referencia en España, pero ha sufrido una pérdida de lectores, recursos y reputación. El Mundo,  también ha pasado por dificultades. La oferta televisiva es igualmente amplia al igual que la radio. Una ancha franja de redes comerciales existe al lado de canales de financiación pública, tanto nacional como regional; aquéllos copan alrededor del 80% del mercado.

         Pero esta aparente variedad de opciones es engañosa. La gran mayoría del mercado está en manos de unos diez conglomerados mediáticos. El grupo PRISA, que publica El País y sus ediciones globales en español, inglés y portugués, es propietario de un grupo de revistas, cadenas de televisión y radio, productoras y, hasta hace poco, un brazo editorial masivo que llegaba hasta las Américas. El grupo Vocento posee 14 diarios, incluido el diario nacional ABC. El grupo Planeta, la mayor editorial en lengua española del mundo, tiene una participación importante en televisión y es dueño del periódico conservador La Razón; aunque muchos de los grupos comenzaron como empresas familiares, ahora están controlados por empresas transnacionales o un puñado de poderosas instituciones financieras. Es decir, los que “controlan” los diversos medios de comunicación, al final, son unos pocos.

         La prensa, la televisión, la radio, los periódicos digitales, crean opinión. Y Trasladan “su” opinión, mediatizados por la ideología de cada uno de ellos. Así, el comentario de una noticia o un artículo adquiere tinte distinto según el medio que la cuente o la debata; por lo que los medios han contribuido a difundir la idea de que no hay hechos incontestables, sino visiones parciales y distorsionadas de la realidad. Un periodista de un medio de derechas, por ejemplo, no va a hacer autocrítica de si su periódico ha enfocado correctamente una noticia o de un artículo de un compañero suyo. Lo peor, es que uno de izquierdas también hace lo mismo. Es idéntico a lo que pasa en política. Naturalmente el periodista, lo mismo que el político, se debe a la línea editorial e ideología del medio en el que trabaja no sea que se quede en la calle; por lo que podemos asegurar que la prensa, dependiendo de la naturaleza del medio de comunicación, enfocará el tema de forma parcial y no plural. Todos sabemos, cuando nos disponemos a ver una tertulia televisiva, cómo se van a pronunciar dependiendo quién toma la palabra. Así, un  número creciente de españoles están sedientos de noticias políticas pero no confían en que los periodistas les informen de forma honesta. He comprobado que una misma persona ha debatido de forma distinta dependiendo del medio de comunicación donde está. La información que ofrecen los medios de comunicación españoles se encuentra amenazada por diversos factores políticos y económicos que suponen un serio riesgo para su transparencia y su veracidad. Un informe, elaborado por el Instituto Universitario Europeo y cofinanciado por la UE, pone el acento sobre la poca claridad que existe acerca de los criterios del reparto de publicidad institucional y sobre la consabida falta de independencia de empresas públicas de noticias. La política y el periodismo en España han sido dos torres elitistas e inexpugnables, comunicadas entre ellas, en las que el español de a pie ha sido un convidado de piedra.

         La existencia de diversos periódicos y medios de comunicación social en general (escritos, radiales, televisivos, en línea o de cualquier otra clase), es indispensable para que la gente sea bien informada. Siempre ha sido así, desde que existen los periódicos y demás medios de información y divulgación de las opiniones, pero en la época actual, cuando como consecuencia de la grandiosa revolución científica y técnica que está transformando al mundo los acontecimientos que se hacen noticia se suceden a una velocidad vertiginosa; cuando la cantidad de información valiosa disponible es abrumadora pero la gente tiene muy poco tiempo para conocerla y reflexionar sobre ella, la prensa en sus distintas modalidades tiene la función cada vez más relevante de ayudar a entender los hechos, de contribuir a formar opinión pública y abrir el debate social.

         La democracia sólo puede florecer con una prensa independiente, diversa, plural y económicamente robusta. Por el contrario, la democracia se debilita e inclusive tiende a desaparecer, cuando por la razón que sea disminuye el número de periódicos y se clausuran medios independientes, ya sea porque el poder político autoritario los mata directamente o porque son ahogados por las dificultades financieras, pues la fortaleza y la solvencia económica es la base fundamental para la existencia de una prensa libre, independiente y vigorosa.

Miguel F. Canser



jueves, 1 de marzo de 2018

IRRESPONSABILIDAD E IMPUNIDAD


No es la primera vez que escribo sobre las mentiras e incumplimientos de nuestra clase política. Me viene a la memoria un artículo que escribí hace casi ya nueve años, bajo el título: “Mentir en política” y que, al día de hoy, sigue totalmente vigente. Decía entonces que el ciudadano cada día recela más y se fía menos de las promesas que hacen los políticos, porque se fabrican un mundo exclusivo para ellos; con sus estadísticas sobre el pulso social, están en otra dimensión, muy alejados de la realidad de la calle. Además, es notoria la creencia generalizada de que nos mienten casi siempre, que dicen lo políticamente correcto,  pero que nos ocultan datos porque “no interesa” que sepamos más allá de lo que realmente es.

          La situación política que vivimos en nuestro País, es de un deterioro ostensible de calidad democrática. Uno de los pilares fundamentales del sistema democrático constitucional es el de la responsabilidad política; responsabilidad que debe estar unida al nivel de cumplimiento de promesas electorales incumplidas. El P.P. está gobernando con el apoyo de C´s, en base a un pacto entre ambos de 150 medidas que el Sr. Rajoy se comprometió a cumplir. Ahora se cumple un año de la firma de aquel pacto y, sin riesgo de equívoco, se puede afirmar que ninguna de aquellas condiciones previas y de las 150 medidas se ha puesto en marcha. Al menos por la iniciativa del Gobierno que preside Rajoy ni por la del grupo parlamentario popular. Una de ellas era la creación de una comisión parlamentaria de investigación sobre las finanzas irregulares del P.P. Esta comisión ha empezado a funcionar gracias a la iniciativa del PSOE y de Podemos, a la que se sumó C´s tras constatar que el PP se limitaba a 'marear la perdiz' en esta cuestión y, a la postre, dar largas a su socio de investidura.

              Esa ha sido la constante en las relaciones entre el PP y Ciudadanos en el último año, que en los últimos meses ha ido creciendo  provocado por los desaires de la formación conservadora hacia Ciudadanos. El Sr. Rajoy, que habitualmente emplea su ironía, rozó el desdén y provocó que el Sr. Rivera se llevara la palma de la mano a la mejilla varias veces; convirtiéndose en una de las imágenes del curso parlamentario. Los escándalos que salpican al Partido Popular en materia de corrupción son inapelables: Gurtel, Lezo, Púnica, Noos, Bárcenas, Brugal, etc.,(hay muchos más), sin que haya supuesto responsabilidad política en las altas esferas del partido y denota una impunidad grande que hace se resienta nuestra calidad democrática. Desde la dirección del P.P. siempre nos han dicho que se trata de casos aislados, de unos pocos. Nada creíble cuando es el mismo Partido quien está encausado en la financiación ilegal, y la existencia de una Caja B. El Presidente del P.P. dice no se enteraba de el uso y disfrute del dinero negro que ingresaban. ¿Entonces?, ¿cómo va a gestionar el dinero de los españoles un presidente así? Él, parece no se enteró con todas las fuentes de información que dispone como presidente. La mentira e incumplimientos se multiplican: El fiscal general del Estado, que es nombrado por el gobierno, no puede ser independiente, aunque el Gobierno diga lo contrario. Cuando el PSOE subió el I.V.A., el Sr. Rajoy lo criticó y cuando llegó al poder, no sólo no lo redujo, sino que subió el I.R.P.F., justificándolo para no subir el I.V.A. Aprobó el copago farmacéutico en función de la renta de los ciudadanos, incluidos los pensionistas, cuando prometió no hacerlo en campaña electoral. “El PP no pretende abaratar el despido, sino promover que el contrato indefinido sea la regla general”, dijo. Unos meses después, el Gobierno aprobaba una ley que establece el despido procedente con una Reforma Laboral sin precedentes; sin olvidar los constantes incumplimientos del déficit, la reforma de la Ley Electoral, deterioro de la libertad de expresión, o no tener inconveniente en firmar pactos que saben nunca van a cumplir.

Con este panorama, aún no sé cómo los señores de C´s, mantienen su apoyo a este Gobierno que utiliza las instituciones a su antojo y sin ningún rubor. En cualquier otro país democrático serio, no sólo habría habido dimisiones en bloque sino que, quizá, el partido político hubiera sido inhabilitado. Aún así, siguen contando con un apoyo importante en las urnas. ¿Temor a lo que pueda venir?, ¿miedo a la incertidumbre? No sé. Lo que sí sé es que la irresponsabilidad política y la impunidad, campan por sus respetos. Ahora toca rebelarse a los pensionistas que llevan 5 años soportando una miserable subida del 0,25%. ¡Ojo!, porque son 9 millones de votos.

Recordando el artículo que hace años escribí: “La mentira mata la verdad, mina las relaciones humanas y la dignidad de las personas. Los políticos y el Estado, no deben tener reglas morales distintas a las de la ciudadanía”. Un proverbio chino dice: “La primera vez que me engañes, la culpa será tuya, la segunda será mía”. A buen entendedor…….

Miguel F. Canser




jueves, 1 de febrero de 2018

¿DÓNDE ESTÁ EL ESPÍRITU DEL 15-M?


Aún recuerdo aquel emotivo momento del 15-M, también llamado movimiento de la indignación. Fue un impulso ciudadano formado a raíz de la manifestación del 15 de mayo de 2011, convocada por diversos colectivos, donde después de que cuarenta personas decidieran acampar en la Puerta del Sol, se sumaran a ella, de forma espontánea, miles de personas y produjeran una serie de protestas pacíficas en toda España; fue como un tsunami que inundó de esperanza e ilusión a mucha gente, una ráfaga de aire fresco y limpio que promovía una democracia más participativa, alejada del dominio de bancos y corporaciones, del binomio partidista de P.P. y PSOE, reclamando una auténtica división de poderes y otras medidas con la intención de mejorar el sistema democrático.  Surge del hartazgo de que los políticos no nos hagan caso y porque  teníamos las tasas más altas de paro, unas de las peores condiciones laborales y, sin embargo, todo el mundo se quejaba en el sofá o en el bar y, de repente, todo cambia. Como un resorte, la gente se desesperanzaba e inundados por una repentina euforia, salimos a la calle a gritar: “Democracia ya”, “no nos representan”, o “no somos mercancía en manos de políticos y banqueros”. De ahí, nació Podemos, aglutinando  diversos colectivos ciudadanos.

Los activistas que formaban parte de las acampadas y asambleas, empezaron a crear colectivos temáticos y empezaron a formarse nuevos partidos políticos. Podemos se presentó a las elecciones europeas de 2014 obteniendo cinco eurodiputados siendo el cuarto grupo más votado. La imagen de un Podemos casi sin pasado, tomada en la primera asamblea ciudadana de Vistalegre en octubre de 2014, ha quedado caduca en muy poco tiempo: cuatro de los seis integrantes de los que formaron su fundación inicial, han abandonado la dirección y el quinto de ellos —Íñigo Errejón— ha visto mermado su poder en la actual ejecutiva después de celebrarse el congreso de Vistalegre II. Un partido que en apenas cuatro meses consiguió aterrizar en el Parlamento Europeo, en menos de dos años fue capaz de convertirse en la tercera fuerza más votada en el Congreso de los Diputados, revisa ahora su proyecto político de cara a las comicios de 2019 con un futuro incierto.

Tras el descalabro catalán, el silencio se hizo dueño del propio líder de la formación morada, guardando un silencio que denuncia el abandono que Pablo Iglesias hace de su principal baza política, la palabra. Ahora el silencio que ha seguido al ruido de las elecciones catalanas llama más la atención, pues lo que ocurre afecta al Estado y la esencia de la acción política de Podemos es servir, en el Estado, de contrapeso a aquellos que el mismo Iglesias ha descalificado para seguir gobernando. El asunto es grave ahora. Unidos Podemos tiene una fuerza social que, aunque decreciente según las encuestas, aglutina aún a ciudadanos que han optado por esa formación para abordar una oposición que tenga al Estado como problema y a su futuro como objetivo. Podemos ha abandonado la dialéctica para refugiarse en luchas intestinas que ahora se apagan simplemente por falta de entusiasmo en la participación. Y lo que hacen los más dicharacheros es caricatura de la realidad, como si sólo burlándose de ella, ésta dejara de existir. Y, ¿cuál es la realidad? Pues que se han enquistado en la protesta permanente, en la pancarta, en la reivindicación ideológica, en el discurso demagógico y ambiguo; olvidándose de acometer la solución a los problemas que reivindica el ciudadano: el paro, la corrupción, la economía, la clase política, actualizar la Constitución, etc. Se han olvidado de las clases obreras nacionales, se han dedicado a salir en televisión, a hablarnos de hegemonía, de ideología, de las bicicletas por la ciudad, de centros ocupados o de los toros. Resumiendo: las cuestiones folclóricas se han impuesto a las materiales, desplazando desafíos tan complicados como atajar la crisis del alquiler y conseguir la remunicipalización de los servicios públicos.

El funcionamiento del partido morado acaba por dejar fuera a esa mayoría social —votante virtual de Podemos— sin la cual no se puede ganar, que no asiste a las asambleas de los círculos, trabaja o busca trabajo sin parar, tiene muy poco tiempo para militar y que no le impide tener una noción bastante clara de lo que es la justicia y aspirar a un cambio real en favor de mayor igualdad, transparencia y democracia. Dicho de otro modo: la supuesta democracia radical de los 'partidos del cambio' se traduce muchas veces en protagonismo desmesurado de militantes de clase media procedentes de la universidad. Esto implica la exclusión de quien tiene personas a su cargo o es absorbido por su trabajo en la empresa privada, caso de la mayoría de los españoles. El hecho de que en los barrios obreros catalanes haya sido primera fuerza política Ciudadanos, llama la atención. El señor Iglesias renuncia a razonar antes de condenar. Ni siquiera llega a preguntarse qué hubiese debido hacer el Gobierno el 27-O en vez de aplicar el 155. La ambigüedad, la demagogia, y la falta de alternativas, indican que, según ellos, la ideología está por encima de las necesidades.

Miguel F. Canser



lunes, 1 de enero de 2018

CONSUMISMO



         Ya se han acabado las fiestas navideñas. Ya nos hemos gastado (algunos no) más de lo que deberíamos. Quizá otros se hayan endeudado lo suficiente, con las tarjetas de crédito a tope, y pidiendo al banco que nos amplíe el límite para afrontar este mes, la llamada “cuesta de enero”; pero, aún así, estoy seguro que nos zambulliremos en las rebajas de cabeza, a seguir gastando, a comprar cosas que, a buen seguro, no serán imprescindibles. El consumo como concepto no hace referencia a nada malo ni perjudicial. Podemos definirlo como el simple hecho de consumir para satisfacer necesidades o deseos. El problema llega cuando esta actividad se vuelve patológica. Entonces ya no hablamos de ‘consumo’, sino de ‘consumismo’. La Real Academia Española (RAE) define el consumismo como “la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios.”

         El modelo de bienestar de la sociedad actual se basa en la posesión y acumulación de bienes, lo cual sirve de justificación para que prolifere el consumismo entre las personas. Si el objetivo de la vida es tener muchas cosas, la principal actividad que se ve beneficiada es, lógicamente, el consumo. La posesión y acumulación de bienes suele darse siempre de forma inmoderada; y si moderar es evitar cualquier tipo de exceso, inmoderado es algo que no lo hace.  ¿Hasta qué punto necesitamos lo que compramos? ¿Es nuestro consumo necesario para nuestras vidas? Todo aquello que se consume sin ser realmente una necesidad puede considerarse como un exceso, en tanto en cuanto excede las necesidades básicas para la vida de un individuo. Así pues, decir que el consumo actual es inmoderado se ha convertido en algo objetivamente cierto: todos consumimos inmoderadamente, porque consumimos en exceso. No necesitamos todo lo que compramos.

         La sociedad de consumo es reflejo de un alto nivel de desarrollo socioeconómico, que se manifiesta en el incremento de la renta de cada individuo. Así pues, el principal argumento para la defensa de la sociedad de consumo se apoya en que el consumo contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas y que ayuda a las sociedades a desarrollarse, pero olvidan que en esta sociedad ideal donde las personas pueden comprar cualquier cosa que quieran, hay muchos que no pueden consumir, pues el principal requisito para disfrutar de la sociedad de consumo, moderna y desarrollada, es tener dinero o capacidad de crédito. En la sociedad actual sigue habiendo millones de pobres, incluso en países desarrollados, que no pueden participar en la sociedad de consumo. En definitiva, el fenómeno del consumismo depende cada vez más del deseo que de la verdadera necesidad. Pero el consumo actual no sólo tiene como objetivo cubrir necesidades o satisfacer deseos, además sirve para distinguir a las personas entre sí, evidenciando aun más el sistema de clases sociales que forma nuestra sociedad hoy en día.
        
Entre las costumbres heredadas del país más consumista del mundo está el llamado “Black Friday” (viernes negro). Aunque es mentira que sea un día: son varios. Más de 24 horas de rebajas –reales o maquilladas– para alimentar la compra por impulso. Las estrellas de esta pretendida barra libre son la electrónica y la moda. ¿Por qué en España adoptamos Halloween, o Black Friday y Estados Unidos no adopta nuestros patrones culturales? Porque hay detrás un fuerte interés económico; la gente sólo percibe la parte buena y no quiere ver las consecuencias. Todo el sistema está montado alrededor del consumo. Interesa que los aparatos y la ropa se rompan pronto porque es el único garante de que compraremos más. Que las colecciones y modelos cambien rápido. Los talleres de reparación van echando el cierre a medida que los aparatos cierran sus diseños, haciendo imposible abrirlos para repararlos. La ropa cada vez es de peor calidad y va quedando menos gente que sepa arreglarla.

Uno de los rasgos del sistema económico y del consumo actual es que crea necesidades artificiales. Mediante la constante publicidad y otras técnicas, convencen y atrapan a las personas en el círculo vicioso del consumo, del que es muy complicado salir una vez se ha entrado. Con el consumo de masas desenfrenado se avanza hacia una progresiva pérdida de identidad personal, ya que los ciudadanos responden ante modelos de consumo idealizados mediante las efectivas técnicas de marketing. Es decir, hay un gran número de personas que consumen sintiéndose especiales y que realmente forman parte de un mismo grupo social, en el que todos los individuos tienen un comportamiento y una cultura similar.
        
El rápido incremento del comercio electrónico puede ser estupendo para los negocios en línea como Amazon, pero el comercio electrónico no requiere de tantos puestos de trabajo como las tiendas tradicionales. La ciudad se ha convertido en un gran supermercado. La desoladora conclusión es que estamos presenciando el fin de la era de los empleos en los comercios tradicionales.

Miguel F. Canser