A primera vista, el
panorama de los medios de comunicación españoles es amplio y diverso. Los 47
millones de habitantes pueden elegir entre unos 85 periódicos. Dejando de lado
los diarios deportivos, el mayor de los seis principales diarios nacionales
es El País, con casi 2 millones de lectores diarios, seguido
de cerca por el diario gratuito 20 Minutos (1,7 millones)
y El Mundo (1.5 millones) sin contar los distintos medios
digitales. El País, estrechamente ligado al Partido
Socialista, fue considerado durante mucho tiempo el diario de referencia en
España, pero ha sufrido una pérdida de lectores, recursos y reputación. El
Mundo, también ha pasado por dificultades. La oferta televisiva es
igualmente amplia al igual que la radio. Una ancha franja de redes comerciales
existe al lado de canales de financiación pública, tanto nacional como
regional; aquéllos copan alrededor del 80% del mercado.
Pero esta aparente variedad de opciones
es engañosa. La gran mayoría del mercado está en manos de unos diez
conglomerados mediáticos. El grupo PRISA, que publica El País y
sus ediciones globales en español, inglés y portugués, es propietario de un
grupo de revistas, cadenas de televisión y radio, productoras y, hasta hace
poco, un brazo editorial masivo que llegaba hasta las Américas. El grupo
Vocento posee 14 diarios, incluido el diario nacional ABC. El grupo
Planeta, la mayor editorial en lengua española del mundo, tiene una
participación importante en televisión y es dueño del periódico
conservador La Razón; aunque muchos de los grupos comenzaron como
empresas familiares, ahora están controlados por empresas transnacionales o un
puñado de poderosas instituciones financieras. Es decir, los que “controlan”
los diversos medios de comunicación, al final, son unos pocos.
La prensa, la televisión, la radio, los
periódicos digitales, crean opinión. Y Trasladan “su” opinión, mediatizados por
la ideología de cada uno de ellos. Así, el comentario de una noticia o un
artículo adquiere tinte distinto según el medio que la cuente o la debata; por
lo que los medios han contribuido a difundir la idea de que no hay hechos
incontestables, sino visiones parciales y distorsionadas de la realidad. Un
periodista de un medio de derechas, por ejemplo, no va a hacer autocrítica de
si su periódico ha enfocado correctamente una noticia o de un artículo de un
compañero suyo. Lo peor, es que uno de izquierdas también hace lo mismo. Es
idéntico a lo que pasa en política. Naturalmente el periodista, lo mismo que el
político, se debe a la línea editorial e ideología del medio en el que trabaja
no sea que se quede en la calle; por lo que podemos asegurar que la prensa,
dependiendo de la naturaleza del medio de comunicación, enfocará el tema de forma
parcial y no plural. Todos sabemos, cuando nos disponemos a ver una tertulia
televisiva, cómo se van a pronunciar dependiendo quién toma la palabra. Así, un
número creciente de españoles están
sedientos de noticias políticas pero no confían en que los periodistas les
informen de forma honesta. He comprobado que una misma persona ha debatido de
forma distinta dependiendo del medio de comunicación donde está. La
información que ofrecen los medios
de comunicación españoles se encuentra amenazada por diversos
factores políticos y económicos que suponen un serio riesgo para su
transparencia y su veracidad. Un informe, elaborado por el Instituto Universitario Europeo y
cofinanciado por la UE, pone el acento sobre la poca claridad que existe acerca
de los criterios del reparto de publicidad
institucional y sobre la consabida falta de independencia de
empresas públicas de noticias. La política y el periodismo en España han sido
dos torres elitistas e inexpugnables, comunicadas entre ellas, en las que el
español de a pie ha sido un convidado de piedra.
La existencia de diversos periódicos y
medios de comunicación social en general (escritos, radiales, televisivos, en
línea o de cualquier otra clase), es indispensable para que la gente sea bien
informada. Siempre ha sido así, desde que existen los periódicos y demás medios
de información y divulgación de las opiniones, pero en la época actual, cuando
como consecuencia de la grandiosa revolución científica y técnica que está
transformando al mundo los acontecimientos que se hacen noticia se suceden a
una velocidad vertiginosa; cuando la cantidad de información valiosa disponible
es abrumadora pero la gente tiene muy poco tiempo para conocerla y reflexionar
sobre ella, la prensa en sus distintas modalidades tiene la función cada vez
más relevante de ayudar a entender los hechos, de contribuir a formar opinión
pública y abrir el debate social.
La democracia sólo puede florecer con
una prensa independiente, diversa, plural y económicamente robusta. Por el
contrario, la democracia se debilita e inclusive tiende a desaparecer, cuando
por la razón que sea disminuye el número de periódicos y se clausuran medios
independientes, ya sea porque el poder político autoritario los mata
directamente o porque son ahogados por las dificultades financieras, pues la
fortaleza y la solvencia económica es la base fundamental para la existencia de
una prensa libre, independiente y vigorosa.
Miguel F. Canser
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