Se cumplieron todas
las encuestas: bueno, todas no. La del CIS del Sr. Tezanos daba ganador amplio
al PSOE, y no es la primera vez que se equivoca por lo que podemos considerar
que no era imparcial, que manipulaba los datos socioeconómicos y que, a estas
alturas, no sé cómo no ha dimitido o le han cesado ya. El PP ha sido un claro
vencedor en los comicios de ayuntamientos y CCAA, arrebatando al PSOE algunos
feudos que siempre han gobernado ellos. Ante esta debacle, y como un niño
pequeño que le da una rabieta, disuelve el Congreso y convoca elecciones
generales para el próximo 23 de julio en medio de época estival y coincidiendo
con el puente de Santiago Apóstol. ¡Cuántas veces le hemos escuchado decir que
la legislatura llegaría a su término!
La impresión que cunde en las propias
filas socialistas es de desánimo porque Pedro Sánchez se equivocó al plantear
unas elecciones autonómicas y municipales como si fueran un plebiscito sobre su
gestión o su persona. Los anuncios electoralistas de cada fin de semana para
salir en los telediarios han tenido un efecto contraproducente. Lo españoles no
han entendido cómo problemas tan complejos como los de la vivienda o la
sanidad, se pretendan solucionar en un fin de semana, después de haber
permanecido de brazos cruzados durante los cinco años en el poder. Se han
sentido engañados. Propuestas como subvencionar los viajes en interrail para
combatir la precariedad laboral, o subvencionar dos euros para el cine de los
jubilados, causan sonrojo fuera y dentro de estos colectivos.
El talón de Aquiles de Sánchez en esta
campaña fueron los 44 terroristas que Bildu lleva en sus listas. Aparte de las
mentiras que nos ha concedido durante los cinco años de su mandato diciendo lo
que no iba a hacer lo que luego sí hizo, está el clima de confrontación
permanente con la oposición. Parecía que la oposición era él. Quizá haya
influido la presencia de Podemos que hubiera impedido un acercamiento entre PP
y PSOE. Otro error son las cesiones a
los independentistas. En ningún país serio, alguien que atente con
desfragmentar la integración de una nación, que es un delito muy grave, es
indultado modificando la ley de rebelión, sedición, usurpación de funciones
públicas, desobediencia y malversación de fondos públicos como se ha hecho
aquí. Esto no lo hace nadie. No olvidemos que Sánchez ha pasado de ser un
fervoroso defensor de la aplicación del 155, a ceder en algo tan simbólico como
es el carácter del castellano como lengua vehicular en la educación. Y es que
cualquier cesión ante los nacionalistas, no sirve para resolver el problema de
fondo, sino que es un paso más en su camino independentista.
Aquí incluyo también al PNV que es más
paciente que sus homólogos catalanes, pero que comparten, no nos engañemos, el mismo objetivo de romper España. Otro
error es acabar con la separación de poderes y autorizar el “asalto” a la
Justicia, con el disparatado nombramiento de una ex ministra y diputada
socialista al frente de la Fiscalía General del Estado. “¿De quién depende la
Fiscalía?”, se preguntó: “del Gobierno” se contestó a sí mismo…. ¡¡Toma ya!! Lo
de RTVE es tan escandaloso como esperpéntico, pero como lo hacen el PSOE y
Podemos, la inmensa mayoría de los medios permanecen sin pronunciarse. La
gestión de la Covid-19 ha oscilado entre el voluntarismo y la propaganda, sin
duda con las mejores intenciones, pero sin establecer un equipo de expertos
(aunque se anunció luego resultó no ser verdad) que es lo que marca el sentido
común. El Sr. Sánchez presume que, durante su mandato, han sido aprobados tres
Presupuestos Generales que, en vez de regar y satisfacer los deseos de la
sociedad, se han beneficiado los socios gubernamentales, deseosos de meter sus
zarpas en ellos, repartiendo millones aquí y allá. El coste final es una deuda
inmensa que nos hipotecará y tendremos que pagar en muchos años.
Sánchez cree que el pésimo resultado de
su partido se ha debido a factores externos a su gestión; es decir, a la
insistencia de sus rivales en “embarrar la campaña” con elementos como las
listas con etarras o la compra de votos. Y no se da cuenta que es justamente su
gestión y su política de alianzas, lo que los españoles han repudiado este
28-M. Si la distancia entre el PP y el PSOE no ha sido mayor, es porque todavía
una parte del voto se ha decidido en clave local y autonómica, donde los
socialistas tenían buenos candidatos. Manifestar que el PP es “derecha extrema”
es, sencillamente, haber perdido el sentido de la realidad. No todo vale en
política.
El mensaje de las urnas municipales y
autonómicas ha sido tan demoledor para su partido y sus socios, que aconseja
una clarificación sobre la voluntad de los españoles sometiendo el mandato
democrático de su Gobierno a la voluntad popular; aunque el 68% de los
españoles creen que Sánchez lo hace por intereses personales, el resto lo considera una decisión
responsable. Ya veremos qué ocurre.
Miguel F. Canser
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