lunes, 2 de mayo de 2022

ASOCIACIÓN CORO RIVAS

Diferentes estudios a lo largo del tiempo, han demostrado que escuchar y cantar música tiene diversos beneficios para la salud. Son capaces de cambiarnos el estado de ánimo si estamos tristes, de reducir el estrés y hacernos sentir mejor. La música nos rodea y nos acompaña a todas partes: en nuestros móviles, en la televisión, radio, en el cine, y cómo no en los conciertos de nuestros artistas o grupos favoritos; y es que la música, como explica el Coro Rivas en su video promocional, “desde el inicio de los tiempos y en todas las culturas, la música y la voz humana, han ido de la mano en los momentos representativos e importantes de la humanidad”.   Escuchamos melodías a todas horas y en todos los lugares: cuando toca esperar, en el autobús, coche, tren, etc. Cualquier excusa es buena y siempre estamos dispuestos a ello.

 

         En nuestra ciudad existen varios grupos corales pero, quizá, el que mayor proyección y prestigio tiene y es un referente de la música coral en Rivas, sea la Asociación Musical Coro Rivas que nació en el año 1989 en el seno de la Escuela Municipal de Música, que goza de diversos premios, y siempre ha contado con el apoyo de la Concejalía de Cultura de nuestro Ayuntamiento. “Ha llevado con éxito el nombre de Rivas por pueblos y ciudades diversas de España y Europa”, y en su palmarés cuenta con numerosos encuentros tanto en España como en el extranjero, consiguiendo el máximo galardón en el XXIII Certamen de Habaneras en Totana (Murcia), y un primer premio en el III Concurso de Villancicos de Valdetorres del Jarama (Madrid) entre otros.

 

         Por ello, el Coro Rivas es una formación de hondo contenido social que se acentúa, particularmente, en las ciudades donde otras actividades, como los grupos de baile tradicional, de bordado, gastronomía o cualquier otra actividad que tenga íntima relación con la conservación del patrimonio cultural y tradicional intangible, se consideran dinamizadoras de la cultura y del encuentro social entre las gentes al unir a personas de diferentes estratos sociales, ideologías, religiones, sexo y edades; porque la persona que procura pertenecer a un coro, tiene en mente un objetivo: cantar con otros, participando en actividades que le permitan expresarse musicalmente, en un contexto de socialización y encuentro. Los coros saben realmente lo que significa el trabajo en equipo. La preparación para conciertos, no sólo requiere la disciplina de asistencia a ensayos semanales, sino que también desarrolla las habilidades de escucha, concentración y confianza. El trabajo en equipo une a las personas.

 

         Y en este contexto, es obligado resaltar la figura de su Director, Rodrigo Guerrero, que desde el año 2011 que se hizo cargo del mismo, ha relanzado la calidad y el prestigio del Coro Rivas, uniendo a un grupo de personas no profesionales, que se han dispuesto a cantar en forma organizada, con los elementos que dispone: varias voces, distintos timbres, diferentes estilos, mostrándose siempre empático y flexible y, sobre todo, teniendo mucha, mucha paciencia; pues los problemas que surgen son a menudo imprevisibles, y deben ser resueltos sobre la base de la experiencia y habilidad propias de un artista compositor, que cuenta con una importante y dilatada experiencia y curriculum; siendo numerosas las adaptaciones y arreglos de obras musicales que ha efectuado a cuatro y hasta ocho voces, para poder ser interpretados por el Coro Rivas.

 

         Los coros de aficionados que su composición humana está formada por personas de diversa extracción social, aportan una serie de elementos enriquecedores como sus experiencias cotidianas, diversidad de pensamiento y gusto por la música, cada uno desde su condición: estudiante, ama de casa, empleado, comerciante, autónomo, jubilado, quienes llegan a formar una fraternal familia. La música y, en este caso, la experiencia coral articulan una conciencia común donde se adquieren las bases de un comportamiento social, sentimientos de compañerismo, responsabilidad, respeto al semejante, tolerancia y la incentivación de los hábitos del orden, de la disciplina de conjunto y la constancia, sus principales rasgos.

 

         El grupo coral, como cualquier otra actividad asociativa, se convierte en un eficaz elemento de acierto cultural. El Coro Rivas es vocacional porque las personas que lo componen no reciben ninguna contraprestación dineraria por la actividad que realizan, sino que sufragan los gastos inherentes a la actividad del coro; representando a nuestra ciudad allí donde actúa. Los premios y reconocimientos que obtienen, se hacen extensivos al ámbito geográfico donde el grupo se originó y desarrolla su tarea; tarea abierta a todo aquel que quiera participar, y no sólo a aquellos que posean un grado de conocimiento musical.  Nuestro Consistorio debe seguir apoyando y ampliar su aportación a este tipo de iniciativas de calidad, por el bien de nuestra ciudad.

 

Miguel F. Canser

www.cansermiguel.blogspot.com

 

 

 


 

domingo, 27 de marzo de 2022

ALEGRÍA Y DESÁNIMO


 No está el horno para bollos. Vivimos momentos difíciles donde nuestra vida personal se ha deteriorado por los acontecimientos externos que, naturalmente, nos afectan a todos. Llevamos más de dos años que puede decirse no levantamos cabeza. Entre la dichosa pandemia (aún no superada), la crisis de Afganistán, el volcán “Cumbre Vieja”, la invasión masiva de inmigrantes subsaharianos, la “locura” del Sr. Putin, el paro de los transportistas, sin olvidar el enquistamiento de nuestros problemas de siempre: Paro juvenil y no juvenil, dificultad para el acceso a una vivienda, las colas del hambre, y la desafección de los señores políticos preocupados en menesteres que no interesan, nos sobra desánimo y nos falta alegría.

 

         La alegría es un sentimiento de placer producido por un suceso favorable, que se manifiesta con un buen estado de ánimo, la satisfacción y la tendencia al optimismo y la sonrisa. Es la ilusión y el resorte de la esperanza cotidiana. Aunque no lo creamos, son muchas las personas que normalizan esta carencia dando paso al desánimo, limitándose a vivir sin esa alegría interior; saben que les falta algo pero, al final, se acostumbran a ese vacío, asumiendo que, quizá, hay trenes que ya no volverán a pasar porque no tienen oportunidad de adquirir billete.  Pero, ¿qué ocurre cuando ya no sentimos las “cosquillas” de la alegría? Básicamente que dejamos ir una parte esencial de nosotros mismos, esa donde se amarra la autoestima, la identidad y nuestra capacidad para ser felices. Vivir sin alegría no es vivir, es sobrevivir. Cuando normalizamos una vida sin esa ilusión, nos limitamos a navegar en el desánimo, en esa superficie donde ya no caben los sueños o las segundas oportunidades.

 

         Hace tiempo se publicó una encuesta Gallup sobre el estado de la emoción en la población mundial, que revelaba que más del 50% se siente estresada, con ansiedad y con la clara sensación de haber perdido la alegría. Es más, significaba que un tercio de la población decía sentir rabia y una sensación de enfado constante. Detrás del desánimo suelen existir realidades descuidadas, emociones adversas y problemas subyacentes que son necesarios detectar. El desánimo es solo una máscara que esconde algo, una actitud evasiva ante el mundo. Porque no hay nada más peligroso y desolador que el desaliento, esa falta de motivación capaz de relegarnos al rincón del desinterés y del enfado constante. La falta de alegría es la antesala de la depresión. Aunque haya días grises en nuestro calendario, es obligatorio volar de nuevo. No es fácil. Pero es bueno recordar que "cada uno es su propio jefe, cada uno tiene el mando y el control, nadie puede quitarnos ese poder".

 

         Como dije al principio, poco podemos hacer por las condiciones externas que nos afectan: la economía, la política, los devenires sociales no siempre están bajo nuestro control, pero sí tenemos mucho que decir sobre las que nos afectan desde nuestro interior. Perdemos el impulso de la ilusión y falta de emotividad cuando permitimos que el estrés tome nuestro control. Y el inmovilismo puede ser el principal problema, cuando no nos atrevemos a impulsar los cambios adecuados cuando asoman la infelicidad, la frustración y la decepción. La alegría se apaga cuando, por ejemplo, convivimos con personas que limitan nuestro crecimiento personal, ahí donde el afecto no es sincero, donde no hay respeto. Factores como la soledad no deseada, la falta de propósitos, esperanzas y baja autoestima, son las consecuencias. La alegría y el optimismo pueden recuperarse asumiendo nuevos objetivos, cambiando de escenarios e incluso de personas. El ser humano puede reiniciarse tantas veces como crea necesario y en cada cambio, debe acercarse a su mejor versión, a sintonizar con sus auténticas necesidades y metas vitales.

 

         La alegría no llega con un premio de lotería (que también), ni está supeditada a los bienes materiales. Es ante todo, una satisfacción personal, es el bienestar que emerge cuando hacemos lo que nos agrada, cuando la autoestima es fuerte, cuando nos sentimos apoyados, amados; cuando damos con esas personas relucientes que hacen fácil la convivencia. Favorezcamos los cambios que creamos necesarios, seamos valientes, para que ese sentimiento inunde nuestra vida. El optimismo produce personas agradables y amenas; personas que caen bien. No quiere decir que sean ingenuos o inocentes; ven las cosas de otro modo. Saben esperar, piensan, desean y actúan en consecuencia para que todo se cumpla. La alegría no es decir que todo está bien. Ven el lado positivo donde los demás sólo observan desolación, miedo, tristeza. No es estética, sino actitud. Es nuestra responsabilidad salir de esa dinámica de malestar.

 

         Aconsejaba San Francisco de Asís: “Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y, de repente, estarás haciendo lo imposible”.

 

Miguel F. Canser

www.cansermiguel.blogspot.com

 

martes, 1 de marzo de 2022

¡¡LO QUE NOS FALTABA!!

Después de padecer más de dos años de pandemia con todos los contagios y fallecimientos habidos y el consiguiente deterioro laboral y económico, se asoma una crisis de signo mundial, gracias al Sr. Putin y sus ansias imperialistas. Las razones de la invasión de Ucrania son eso, absurdas excusas y argumentos peregrinos que no convencen a nadie porque no son ciertas. Tratar de vincular al país con el nazismo, cuando el presidente ucraniano Zelenskyy es judío y que tres de los hermanos de su abuelo, fueron asesinados por los ocupantes alemanes, es de una mezquindad supina. El gobierno actual de Ucrania no es un estado nazi, ni refleja la realidad de su política, pues ha dado muestras de que su principal objetivo político, es fortalecer la democracia reduciendo la corrupción y acercarse a Occidente. Esto, claro está, no le gusta al Sr. Putin porque su país no está por esa labor, ni que Ucrania se acerque mucho a la OTAN y pida su ingreso en la Unión Europea. Al margen de las expansionistas, quizá estas sean las verdaderas razones de la invasión.

 

         Las guerras, aparte de las vidas humanas que se cobra,  son nefastas para la economía y esta guerra no va a ser una excepción. Conviene enumerar el impacto que tendrá (ya es un hecho) en el mercado energético del gas y su víctima colateral: el sector industrial. Incluso para los países que no participan en las guerras, sus efectos impactan por diferentes medios en la vida de los ciudadanos. Rusia no se va a encontrar enfrente a ningún ejército, salvo el ucraniano, que le frene. La OTAN no está por la labor porque no se ha invadido ningún país aliado y sólo las famosas sanciones económicas anunciadas a bombo y platillo pueden, efectivamente lesionar el PIB ruso, aunque comporten un efecto boomerang sobre Occidente. Cuando escribo este artículo se acaba de producir la invasión y todo puede cambiar de un día para otro, las cosas suceden muy deprisa, y algunas informaciones pueden quedar desactualizadas. Putin únicamente se va a encontrar con una batería de sanciones y embargos que no le preocupan, como ya ocurrió en la invasión de Crimea. ¿Para qué sirve la ONU?

 

         Una de las sanciones que Occidente puede hacer a Rusia, y que más daño puede causarle, es en el ámbito tecnológico que se podría utilizar tanto desde Europa como desde Estados Unidos, y es la conocida como Society for World Interbank Finalcial Telecommunicatión (SWIFT). Fundado en 1973, este sistema de mensajería interbancario, es utilizado por múltiples instituciones financieras para enviar mensajes de pago seguro. La sanción cortaría de plano sus vías de financiación y la transmisión de divisas rusas. Rusia basa su potente economía, en la exportación de materias primas: gas, cobre, petróleo, aluminio, etc. Es el primer exportador de trigo y el primer productor de fertilizantes; una falta de estos elementos se traduce, inevitablemente, en una crisis para los bienes de consumo. El gas, por ejemplo, si su suministro desciende, conlleva un alza en su precio que, unido a la subida de los carburantes, dispara la inflación. El centro de análisis Funcas, acaba de advertir que dos puntos de más en la inflación, van a resultar inevitables. Toda guerra tiene consecuencias devastadoras en todos los sistemas industriales y de producción. Los carburantes llevan siete semanas subiendo y llenar el depósito cuesta 23€ más que hace un año. Por cierto, hay que recordar que, más de la mitad de su precio, son impuestos y algo tendrán que ver las decisiones que tome nuestro gobierno para no reducir el mismo. Imaginen la economía española, sostenida por el BCE, abocada a un tozudo déficit por merced de sus gobernantes, con una inflación reconocida del 6%, y con un panorama como el descrito, todo va a costarle más al productor y al consumidor.

 

         Caídas generalizadas de todas las bolsas, crecimiento del precio de activos como el oro son el primer impacto negativo. A pesar de que los mercados financieros llevan anticipando, mucho antes del comienzo de la guerra, problemas de este tipo, parece que los mismos son mucho más graves de los anticipados. Los problemas económicos son a nivel global. Las guerras se saben cuándo empiezan, pero no cuándo acaban; y en el mejor de los casos, que fuera una guerra relámpago, las consecuencias a largo plazo pueden ser devastadoras.

 

         En definitiva, prepárense para un complicado 2022. Si la economía ya arrastraba problemas graves de inflación y exceso de deuda, quizá esta guerra es el catalizador cuando no la puntilla, de problemas que podrían ser demoledores. ¡Ojalá!, que cuando este artículo vea la luz, el conflicto haya terminado.

 

Miguel F. Canser

www.cansermiguel.blogspot.com

 

 

  

 

        

 

 

 

 

 

martes, 1 de febrero de 2022

HÁGALO USTED MISMO


 Desde hace años, casi sin darnos cuenta, estamos inmersos y acostumbrándonos (ya lo vemos normal), que cuando queremos abastecernos de algún servicio o efectuar una compra, somos nosotros quienes hacemos ese trabajo, nadie nos lo hace, es el “hágalo o sírvase usted mismo”. Nos han inculcado esta nueva normalidad, sin analizar la relación entre las palabras fetiches de este tiempo: “globalización y nuevas tecnologías”. Nos han adoctrinado que la fuerza de esta era se fundamenta en la capacidad de los individuos para tomar el control de su vida, de darnos a los consumidores la libertad de hacerlo todo por nosotros mismos, de no padecer las insufribles esperas. Cada vez se les pide más a los cajeros automáticos, a las páginas web de cualquier entidad que da servicio, o se exige en los supermercados la manera de agilizar el pago, pues ya también existe la compra por internet. Y es que sentir que uno pierde el tiempo es realmente frustrante.

 

         Todo esto está muy bien, pero es muy posible que, poco a poco, estemos convirtiendo este mundo en algo inhumano. Soy uno más entre las miles de firmas recogidas por Carlos San Juan, para reclamar algo tan simple como que las entidades bancarias atiendan a todas aquellas personas, sobre todo mayores, que no se manejan en el mundo virtual. Vas al banco y quieres hacer una transferencia, conocer el estado de tu cuenta, o sacar dinero y otros etcéteras y te remiten al cajero o a una página virtual para que te lo hagas tú mismo. Sé de lo que hablo por mi experiencia profesional y la cara con la que te miran algunos clientes demuestra su indefensión. En los últimos años han ido cerrando sucursales, se han  sucedido los despidos y jubilaciones más o menos forzosas, los servicios de caja se han limitado a horario muy escueto; es decir, faltan personas que puedan atender a los clientes; y cuando solicitas una gestión, te direccionan al cajero o a través del ordenador. Si les dices que no sabes, te dicen que les pidas a tus hijos que te ayuden.

 

         Pero no sólo los bancos maltratan a los usuarios porque en los últimos años, se ha impuesto eso de “hágalo usted mismo”. Quieres hacer una consulta o hacer un trámite con la Seguridad Social, o con tu compañía telefónica, y si logras que te responda al teléfono una persona humana, inmediatamente te remiten a su página web que no hay manera de encontrar el epígrafe sobre lo que quieres consultar. Y eso sirve para cualquier organismo público. Vas a echar gasolina y lo normal es que tengas que suplir la función del gasolinero llenando el depósito del coche y acudir a caja para pagar (han suprimido personal, pero no bajaron el precio de los carburantes). Quieres ir de viaje y llamas a una compañía aérea, bueno, y si tienes la suerte de que te respondan, también te sugerirán que lo mejor es que busques en su página web. Y así etc., etc., etc. Y no digamos si intentas darte de baja en cualquiera de los servicios de telefonía, o de seguros. Si vas a un restaurante de comida rápida, aparte de pagar antes de que te den el producto, te sientes “obligado” a recoger tu mesa y llevar la bandeja al contenedor disponible. Si compras por internet, primero pagas y después, si eso, reclamas.

 

         El movimiento de “self-service”, que hoy es una realidad cotidiana, implica una revolución conceptual: la administración de nuestro tiempo. Esta realidad surge como el nuevo elemento en pos de la “comodidad esencial”, al igual que internet o el teléfono móvil. A medida que pasa el tiempo, cada vez nos cuesta más imaginarnos cómo hemos podido vivir sin ellos. En realidad el “hágalo usted mismo” lo que encierra es una falsa modernidad que oculta la pérdida de miles, millones de puestos de trabajo. Si los ciudadanos tenemos que aprender a gestionar nuestros asuntos, llegará un día que sólo se necesitaran los trabajadores de mantenimiento.

 

         En fin, el mundo virtual ya es una realidad y que tiene múltiples ventajas pero sí, también algunos inconvenientes. Un día de estos, el verdadero lujo será que podamos hacer gestiones, las que sean, con quien sea, pero teniendo una persona de carne y hueso en frente. ¡¡No sé yo!!

 

Miguel F. Canser

www.cansermiguel.blogspot.com

 

 

          

 

sábado, 1 de enero de 2022

ME LO PEDÍA EL CUERPO


 Hoy me he despertado quisquilloso, un poco rebelde e incrédulo. Mientras desayuno, observo las noticias y veo que los contagios suben cada vez más aunque la gente está, prácticamente, casi toda vacunada. Somos el País que más vacunas pone, pero aún así, si queremos reunirnos toda la familia, hemos de hacernos las pruebas de antígenos para saber si tenemos el virus. No lo entiendo. Aunque sé que puedo contagiar y contagiarme aunque esté vacunado, ¿por qué tengo que hacerme una PCR o prueba de antígenos para poder estar junto a otras personas que también, como yo, están vacunadas?, ¿sirve de algo la vacuna?    No quiero aparentar ser un negacionista, nada de eso, pero estoy un poco mosca. Ahora resulta que, después de la tercera dosis, vendrá una cuarta y que, probablemente tendremos que vacunarnos así cada 6 meses; eso sí, entre medias habrá que hacerse las consabidas pruebas de antígenos sin existencias en la farmacias las gratuitas, pero sí existirán si las pagas. ¿No será todo esto un negocio?, ¿o una sinrazón de los poderes públicos?

 

         Hay cientos de argumentos y razones que demuestran el fracaso del Estado y de las Comunidades Autónomas para afirmar que España no funciona. El fracaso es especialmente evidente en la sanidad y la educación (pilares principales de todo País), pero también es visible en la justicia, los transportes y hasta en defensa. El pueblo, en general, empieza a darse cuenta de que el Estado es el causante de muchos de sus problemas y el principal obstáculo que impide una sociedad más justa y avanzada. Los únicos que defienden abiertamente al Estado, son los que la ordeñan y viven descaradamente de sus privilegios y dinero. Hace tiempo que denuncio, que nuestros políticos, en una gran mayoría, sólo sirven a los intereses de partidos políticos, a su ideología, no se hacen planes a largo plazo, eluden los verdaderos problemas, se expolia al ciudadano y empresas con impuestos abusivos (sobre todo a las pequeñas y autónomos), no se cuida la calidad de los servicios más necesarios, se desprotege a los humildes, no saben crear otro empleo que no sea público. Son incapaces de bajar el número de parados en menos de 3MM. Después de más de 40 años de democracia, esta es la asignatura pendiente, pues las promesas electorales se repiten siempre en este sentido con el resultado que todos sabemos. Se despilfarra, se endeuda sin freno (ahí están los datos). España se ha convertido en una maquinaria en manos de los partidos políticos, constantemente saqueada por una casta de políticos mediocres, corruptos y pervertidos que tienen que rodearse, escandalosamente, de asesores y cargos de confianza a costa de los impuestos de los ciudadanos. Se puede afirmar que el  Estado no funciona y es un desastre.

 

         Hay decenas de razones que explican por qué el Estado fracasa. La primera es que los políticos no se someten al deber de servir al ciudadano, que es el cliente. Ellos dicen que "sirven al Estado", pero es lo mismo que no servir a nadie. En la empresa privada ocurre lo contrario: las empresas sobreviven gracias al servicio que prestan a sus clientes.
Los empleados privados trabajan para conseguir resultados, mientras que los políticos lo hacen para agradar a sus jefes y subir en el escalafón. El objetivo principal suele ser gastar todo el dinero posible para poder decir que el año siguiente necesitan más. El ahorro de dinero y recursos carece de sentido en el Estado, cuando debería ser vital.

 

         La empresa privada tiene que rendir cuentas, pero el Estado no. Las sesiones del Congreso para debatir sobre el estado de la Nación, sirven únicamente para insultarse, ver quien tiene el chascarrillo más gracioso, y echar mierda y desacreditar al oponente político con ausencia de debate sobre lo que realmente importa. En la privada, quien no desarrolla bien su trabajo es despedido; aquí, no sólo carece de responsabilidades, sino que se le asigna otro puesto de responsabilidad en otra empresa pública. El Estado es moralmente inicuo porque sus dinámicas son inicuas. Basta echar una mirada a la vida real: una cama de hospital o un pupitre en las escuelas y universidades, cuesta en el sector público entre dos y seis veces lo que cuesta en el sector privado, con el agravante de que, en el privado, suele ser de más calidad. Las autopistas de pago, quieren que sigan siendo de pago aunque haya caducado su concesión,  porque son incapaces de gestionar su mantenimiento pues habría que destinar recursos económicos para ello. Prefieren que todos sigamos pagando por utilizarlas y que la empresa privada se encargue.

 

         Nos acribillan con mentiras como que la Justicia es igual para todos, o que la Sanidad pública trata a todos por igual, cuando todos sabemos que lo primero no es cierto, que los políticos están atiborrados de privilegios que no merecen, y que los hospitales públicos tienen espacios reservados para políticos y amigos millonarios que se saltan las colas para la cirugía y todo lo demás. El embrión de Podemos era una rebeldía sana contra aquélla España injusta, indolente e indecente que se precipitaba en la decadencia y el fracaso. En sus inicios, Podemos fue un movimiento espontáneo y fresco que ocupó los espacios públicos con sus acampadas y que despertaba la ilusión de millones de españoles,  cansados de soportar a partidos políticos corrompidos y a mentirosos, sinvergüenzas y miserables en el poder. La gente llevaba regalos a aquéllos jóvenes indignados, de los que esperaba un nuevo enfoque para España, maltratada por los dos partidos que intercambiaban el poder: PSOE y PP. Pero… ¡Ay!,  ya se sabe: el poder corrompe.

 

         Bueno, ya me he desfogado un poco. Espero que este cabreo matutino se me pase rápido. Feliz año a tod@s.

 

Miguel F. Canser

www.cansermiguel.blogspot.com

 




 

          



viernes, 3 de diciembre de 2021

TIEMPO DE NAVIDAD


 Ya estamos inmersos en plenas fiestas, ya huele a Navidad, ya nos llueven los abrazos y los buenos deseos; sin embargo, ese despliegue de ternura, solidaridad y generosidad que tan poco nos cuesta mostrar en esta época del año, quizá no haya sido lo mismo el tiempo vivido anterior. Son unos días que disfrutamos de carta blanca para mostrarnos afables, cariñosos y olvidarnos del impacto de nuestras acciones. Parece que existe algo mágico en percibir y ser consciente de que, en un mundo marcado por la turbulencia, por la inseguridad, por las tensiones de la lucha diaria para sobrevivir, existen unos momentos que, de forma simultánea, la mayor parte de la civilización occidental coincide con estas fiestas. No tanto por su valor religioso (que también) como por coincidir en que es tiempo de bajar la guardia, de tender la mano, de reunirse en familia, de compartir momentos sin prejuicios. En suma, todas esas multitudes que se convocan instantáneamente por las redes sociales, son una bagatela al lado de esa sinfonía y convocatoria mundial para vivir el tiempo de la Navidad.

 

         Aparte de compartir las tradiciones en familia y transmitir la importancia de ser solidarios y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, también es tiempo de hacer balance, de cómo ha sido nuestro comportamiento con los demás, de sobrescribir si cabe, algún acontecimiento o actitud, ¡Ay!, si pudiéramos volver atrás. Los seres humanos necesitamos guía. La buscamos en el ejemplo de nuestros familiares, en las personas que admiramos. Nos formamos un criterio fijándonos en conductas de los demás porque la vida no nos llega con un manual, y desarrollamos una serie de virtudes humanas (unas más que otras), con convicciones o actitudes que permiten conducirnos por la vida normalmente. Así, estaremos preparados para desarrollarnos, abrirnos camino, y tomar las mejores decisiones para nosotros y los que nos rodean. En definitiva, es una época para sentirse menos exigentes y más tolerantes; es una especie de tregua en nuestra vida cotidiana marcada por las prisas y exigencias. En Navidad todo se ve con ojos diferentes.

 

         La Navidad perdura y se ha extendido por todo el mundo, porque trasciende el aspecto comercial que tanto se critica. Desempeña un papel importante en el seno de la familia; marca la entrada en la cultura familiar, permite la construcción de las identidades dentro de la familia, la transmisión de mitos y valores a través de las generaciones. Cuando preguntamos a la gente qué es lo que más valora de la Navidad, siempre responde: “el hecho de estar juntos”. La Navidad sigue siendo la fiesta anual de la familia. Pero, seamos sinceros, a todo el mundo no le gustan estas fiestas; incluso algunos odian el tiempo de Navidad. ¿Nos apetecen estas reuniones? No siempre.

 

         Los encuentros navideños están cargados de emotivos recuerdos del pasado, de pequeñas rencillas y malentendidos sin aclarar. Para muchos es vivida como una tradición y no como un encuentro deseado, pues dejamos de lado nuestro día a día, rutinario y predecible, para tener que adaptarnos a compartir una comida con el compañero de trabajo que no tragamos, con el cuñado que siempre tiene que tener razón en todo y sabe de todo, y soportar las ideas políticas o de fútbol contrarias a las nuestras. Y es que, no todos somos iguales y no necesariamente tenemos que compartir las mismas ideas. Eso, precisamente, es lo que enriquece nuestro entorno y nos permite progresar, aunque no siempre lo aceptemos y generemos cierta animadversión por aquellos que no están de nuestra parte. El remedio, como casi siempre, es la empatía, ponerse en su lugar y tratar de averiguar por qué esa persona dice lo que dice y hace lo que hace.

 

         Mediante una operación comercial de proporciones mundiales, que es al mismo tiempo una devastadora agresión cultural al nacimiento del Belén, ha sido destronado por el Santa Claus de los gringos y los ingleses, que es el mismo Papa Noël de los franceses, y a quienes todos conocemos demasiado. Nos llegó con todo: el trineo tirado por un alce, y el abeto cargado de juguetes bajo una fantástica tempestad de nieve. En realidad, este usurpador con nariz de cervecero no es otro que el buen san Nicolás, un santo que no tiene nada que ver con la Navidad, y mucho menos con nuestra Nochebuena. Según la leyenda nórdica, san Nicolás reconstruyó y revivió a varios escolares que un oso había descuartizado en la nieve, y por eso le proclamaron el patrón de los niños. Pero su fiesta se celebra el 6 de diciembre y no el 25. La leyenda se volvió institucional en las provincias germánicas del Norte a fines del siglo XVIII, junto con el árbol de los juguetes. Y hace poco más de cien años pasó a Gran Bretaña y Francia. Luego a Estados Unidos, y éstos nos lo mandaron a nosotros con toda una cultura de contrabando: la nieve artificial, las candilejas de colores, el pavo relleno, y estos quince días de consumismo frenético al que muy pocos nos atrevemos a escapar.

 

         Bueno, en cualquier caso, estas navidades disfrutemos de las pequeñas cosas, hagamos que lo ya conocido nos sorprenda de nuevo y que seamos capaces de ver la belleza que tod@s poseemos en lo cotidiano. Quizá sea la mejor manera de vivir la Navidad.

 

Miguel F. Canser

www.cansermiguel.blosgspot.com

 

lunes, 1 de noviembre de 2021

EL POLÍTICO Y LA CALLE


 

Vivimos unos últimos tiempos en los que, por unas u otras razones, nos hemos acostumbrado a ver tomadas las avenidas y calles de nuestras ciudades, especialmente las más grandes y populosas, por un numeroso contingente de ciudadanos que expresa su agria disconformidad con la política desplegada por sus gobernantes nacionales y autonómicos. Si recordamos, retrotrayéndonos en el tiempo, las primeras y optimistas marchas ciudadanas en la práctica totalidad de ciudades españolas a favor de la democracia, la libertad, y la reivindicación autonómica para nuestros futuros territorios; aquellos inolvidables y ejemplares años de la “Transición”. La vida política no se puede comprender, por lo que se ve, sin la presencia de cierto gentío en las calles. Y es que, nos guste o no, la parte más sustancial de la España constitucional, se construye desde el ejercicio de la democracia representativa, pero todavía pervive la herencia arraigada a favor de una acción directa e inmediata: la calle.

 

         El termómetro que le dice al político que algo no funciona bien, es la calle. El concepto más importante que debe asumir la política es la calle. Es en la voz libre de los ciudadanos, con sus emociones, exigencias y harturas expresadas en colectivo, quienes muestran a la política su decisión libre y sin jerarquías. Es el resumen de lo que siente un país y, eso, tiene que leerse y traducirse. Se reflexiona con la razón y con la emoción se clama. Y esa es la tarea de las instituciones: traducir una emoción colectiva en soluciones. Que la política aprenda de la calle. Me viene a la memoria una película antigua de una escena cumbre en la que Winston Churchill baja al metro por primera vez en su vida, para preguntar a los viajeros si estaban dispuestos a combatir o querían un acuerdo de paz con Hitler. Después manifestó: “Ningún político puede conocer de verdad la realidad de la calle, si no usa el transporte público”.

 

         Si los máximos dirigentes de los distintos partidos fueran usuarios del transporte público, igual ahora no lucirían ese gesto de estupor, perplejidad y susto ante el ruido de la calle, por ejemplo de los pensionistas, o de las carencias de la atención primaria. Y es que el Gobierno,--incluso los autonómicos-- temiendo que el descontento pase a mayores, improvisa medidas y ocurrencias, sin poder explicarse a qué viene la protesta o si la recuperación se puede palpar en las estadísticas oficiales.  Ahí está el error. Un error de concepto. Un error de análisis, el fallo de confundir los gráficos macroeconómicos con la vida microeconómica de los españoles. La profunda y sostenida equivocación de considerar que la precariedad, la pobreza, la desigualdad y los sueldos miserables son mentiras del populismo. Los jóvenes (los que tengan trabajo) que cobran una miseria, los mayores de 45 años que no encuentran trabajo, las colas del hambre, o los del vagón de cola de la crisis no son invenciones de las malvadas ONGs. Son realidades que viajan en transporte público. Bajar al metro o ir en autobús, es conveniente para entender que el padecimiento social sigue ahí. Y quizá, también ayudaría a unos cuantos cerebros de esos que mandan –todos ellos listísimos—a no confundir la empatía con un fondo de inversión.

 

         “La calle es mía” es una de esas frases rotundas atribuidas a Manuel Fraga en su época de ministro de la Gobernación de Arias Navarro en el primer gobierno de la monarquía tras la muerte de Franco. Pero la calle no es de nadie, ni da ni tiene derechos políticos. Tampoco la llamada “plaza roja” de Vallecas es un dominio reservado de Podemos, como pretendía Pablo Iglesias, ni las calles de Barcelona son de los CDR “apretados” por Torra, ni las calles de Rentería son de la jauría humana que quiso impedir un mitin de Maite Pagazaurtundúa; y tampoco los jueces son del PP, como parece empezar a reconocer Casado. La política debe procurar la solución de los problemas y de los conflictos sociales, no crearlos. Y algo no funciona cuando los datos muestran que estamos en el mayor nivel de polarización ideológica de los partidos políticos desde la transición. Llevar esto a las calles no debería ser la función de los representantes públicos.

 

         Esto debería servir para recordar que la calle es para la ciudadanía y que las instituciones son para los políticos. De otra forma, los representantes públicos, acaban copando también los espacios e instrumentos con los que cuenta el ciudadano para controlar la actividad de aquellos. La reivindicación de mayor permeabilidad democrática supone más canales de participación del ciudadano en la política, y no a la inversa.   Todo político debería retirarse de su puesto, si un día se da cuenta que desconoce el precio del metro, del autobús, de un kilo de arroz, o de la moneda mínima que hay que introducir para poder estacionar en la calzada. Es el síntoma del distanciamiento entre el elegido y el elector. Es, en suma, la distancia cada vez más insalvable entre el político y el ciudadano.

 

Miguel F. Canser

www.cansermiguel.blogspot.com

 

 

viernes, 1 de octubre de 2021

UN PAIS DE CHIRINGUITO

España está sentada encima de una bomba de relojería a la que casi nadie presta atención pero que, tarde o temprano, estallará. Me refiero a la deuda pública, que está desbocada por encima del 125% del PIB. Nuestra deuda 1,43 billones, es decir: 1,43 millones de millones implica que cada habitante de nuestro país, debe unos 30 millones de euros. Una auténtica bestialidad que hipoteca nuestro futuro, y sigue creciendo pues gastamos más que el crecimiento de los ingresos; por lo que hay que endeudarse aún más para financiarlo. Bruselas considera que el mayor gasto público es la alternativa menos mala, pues en una situación tan excepcional sufrida en 2020 por la pandemia, evitaría una recesión e incentivaría una rápida recuperación.

 

         En cualquier economía, incluso la doméstica, cuando los ingresos no son suficientes a pesar de haberlos aumentado (subida de impuestos), lo que procede es aminorar los gastos, distinguiendo entre un gasto imprescindible y un gasto necesario, pues algunos de éstos, seguramente sean prescindibles si la deuda es mucha y aumenta cada día. Quizá haya una explicación de por qué España necesita veintidós ministerios cuando Francia tiene dieciséis, y Alemania, con casi el doble de población, le bastan catorce. Pero nuestro gobierno no ofrece explicación alguna y los ciudadanos tienen buenas razones para creer que, esa mastodóntica administración, con su ejército de asesores, es parte de lo que los españoles conocemos como el chiringuito nacional. Esto es: el paraíso burocrático e institucional creado por una clase política empeñada en que los contribuyentes paguemos la factura de sus excesos.

 

         Es un mal de siempre, no de ahora. Ha sucedido con los distintos gobiernos de ideología distinta. Pedro Sánchez remodeló su gobierno cambiando unos ministros por otros, pero dejó intacta una estructura que no ha dejado de engordar desde que llegó al poder. Mientras los españoles perdían sus empleos, y miles de negocios cerraban, el líder socialista aumentaba el número de asesores nombrados a dedo. Pedro Sánchez tiene más de 300 asesores contratados, la mayor cifra de la democracia con un aumento del gasto del 52% en apenas dos años.  Esta corte de asesores, incluidos los de sus ministras/os, son sólo una pequeña parte del despropósito administrativo español. Súmenle tinglados parecidos en los ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas; enchufados en universidades o empresas de titularidad estatal; o el reparto de puestos en organismos internacionales y embajadas. ¿Tienen la preparación suficiente? ¿Hay otros candidatos mejor posicionados? No es problema: de los elegidos se espera, sobre todo, lealtad al partido.

 

Nuestros políticos, que no se ponen de acuerdo en nada, sí coinciden en su oposición a cualquier reforma de calado que acabe con la gigantesca agencia de colocación en la que han convertido la función pública. Es lo que un conocido me describió en una ocasión como la política de la tortilla: unos y otros aceptan el statu quo, conscientes de que los votantes le darán la vuelta a la tortilla en algún momento y llegará su turno de ser los beneficiados. La gestión de los recursos públicos requiere de continuidad, seguridad frente a la arbitrariedad política, mérito en sus responsables y profesionalización. Los gobiernos tienen todo el derecho a escoger directamente a ministros y cargos de confianza, pero la gestión de las instituciones públicas, pagadas por todos, debe estar en manos de gestores de demostrada valía. Los cargos de quienes hacen bien su trabajo deben estar protegidos, extendiéndolos más allá de los mandatos de partidos o procesos electorales.

 

En tiempos de crisis, la austeridad y mesura son obligadas; el derroche, inaceptable. España necesita una profunda reforma de la administración, largo tiempo demorada, que tendrá una nueva oportunidad con la llegada de los fondos europeos para paliar los efectos de la pandemia. Pero su impacto será mínimo si no va acompañada de reformas legislativas que impidan la parasitación de los organismos estatales, una mejora de la ley de transparencia que nos permita saber a qué se dedican los recursos públicos y el destierro del concepto patrimonialista de las instituciones. Mientras los españoles solo denunciemos las estructuras oportunistas de nuestros adversarios políticos, aceptando las creadas por el partido que apoyamos, los políticos seguirán cómodamente instalados en medio de la refriega. Y enviándonos a todos, cada mes, la factura del chiringuito nacional.

 

Miguel F. Canser

www.cansermiguel.blogspot.com

 

 


 

miércoles, 1 de septiembre de 2021

LUZ SIN IDEOLOGÍA

Menudo veranito llevamos y no me refiero sólo por el calor que padecemos, sino por el precio asfixiante del recibo de la luz. Siempre somos los primeros en algo y, casi siempre, en lo peor. Los españoles pagamos la luz más cara de toda Europa; entre Italia y nosotros, ahí estamos; y es que en el recibo que pagamos todavía hay más de un 27% de impuestos. Con el establecimiento de la nueva factura de la luz, que incorpora tres tramos horarios en los que el precio de consumición cambia, el importe del bien eléctrico ha variado de forma considerable y, al margen de la energía consumida, en la factura final también influyen el IVA y el IVPEE (Impuesto sobre la producción de energía eléctrica). Las compañías eléctricas llevan tiempo quejándose de que los impuestos en el recibo de la luz figuren entre los más altos de la Unión Europea. Los consumidores, además de soportar un tipo de gravamen del 10% (menos mal que se rebajó del 21%), tienen que pagar dos impuestos más: impuesto a la electricidad del 5%, y el impuesto sobre el valor de la producción de energía eléctrica (IVPEE) del 7%.

 

         Las compañías se quejan pero no de sus beneficios. Endesa obtuvo en 2020 un beneficio de 1.400 millones, Iberdrola un beneficio de 3.600 millones y Naturgy, espera ganar otros 1.500 millones. Si sólo existiera una empresa estatal de producción y comercialización de energía, estos precios que ahora pagamos, nunca existirían porque el objetivo básico de una empresa privada, al contrario de una estatal, es conseguir beneficio.  Mientras la mayoría se ha empobrecido en 2020 por la pandemia, las eléctricas han ganado 8 veces más que el año anterior. Aprovecharon olas de frío y la connivencia de leyes y gobiernos. Es la vida o sus beneficios. Demuestran que no hace falta nada más para triunfar que una idea, mucho esfuerzo, y recibir regalado el uso y beneficio de la infraestructura pública de un país.

 

         Pero, ¿cómo hemos llegado a esta situación? Tanto el PP como el PSOE estuvieron involucrados. El proceso de privatización de Endesa, por ejemplo, comenzó en 1988 bajo el Gobierno socialista de Felipe González, y culminó diez años después, en 1998 bajo el Ejecutivo de José María Aznar, con el Partido Popular. De aquéllos barros, tenemos estos lodos. Nos deshicimos de unas compañías que eran oro puro, a un precio que el futuro ha demostrado era barato. La factura de la luz suele ser complicada de entender, pero existe algo aún más difícil de comprender: cómo se calcula el precio del KWH.  Es una subasta diaria donde las empresas generadoras venden a unos precios que varían en función de la oferta y la demanda y en la que se establece el precio de la luz para cada hora de cada día porque la electricidad no se puede almacenar.

 

         En España y Portugal, este escenario está regulado por el operador independiente OMIE, que gestiona las subastas diarias de acuerdo con la regulación establecida por Europa. Los precios de la electricidad se fijan a las 12:00 horas y son válidos para las siguientes 24 horas. El cálculo del coste se realiza mediante un algoritmo denominado EUPHEMIA, que ha sido aprobado por la Unión Europea y se aplica en España, Alemania, Portugal, Austria, Bélgica, Francia, Hungría, Holanda, Italia, Luxemburgo, Finlandia, Suecia, Dinamarca y otros países de la zona. En primer lugar, se subasta la energía más económica (nuclear). Si no hay suficiente energía para cubrir la demanda existente, se subastan las renovables y, en último lugar, las más caras (como el gas). Y son éstas últimas energías las que marcan el precio final, convirtiendo las más baratas al precio de la más cara. Es como si tenemos en el cesto de la compra: patatas, pasta, lechuga (barato) e incorporamos chuletones (caro) pues, al llegar a caja nos cobran todo al precio de chuletones.

 

         Este sistema es tan incomprensible e injusto, que cuesta creer que en la U.E. se permita. Sólo es entendible si existe algún motivo económico y político. Hemos comprobado que la bajada del IVA al 10% ha sido insuficiente. En mi caso, he consumido menos, y con el IVA nuevo he pagado más que el mes anterior. Bajo estas premisas, no hay varitas mágicas para bajar el precio de la luz, pero sí ajustar los impuestos incluidos en la factura, reformar parte de la tarifa formada por el sistema de peajes y cargos, que supone cerca del 40% de la factura y que ha sido rediseñado hace menos de tres meses para introducir las nuevas tarifas horarias, penalizando las horas donde más necesitamos utilizar la electricidad (lavar, cocinar, planchar, etc.) induciendo a utilizar estos menesteres en horarios de madrugada totalmente inapropiados.

 

         La electricidad es un servicio básico, no un impuesto de lujo. Un IVA reducido del 4% sería deseable y como servicio al ciudadano, olvidarnos del partido político al cual pertenecemos. El Gobierno y la Oposición deben estar unidos para modificar los impuestos de la electricidad por el bien del consumidor, sin olvidarnos de que la Red Eléctrica, debería volver a ser sólo y totalmente pública; pero esto sería a muy largo plazo o una utopía. No sé.

 

Miguel F. Canser

www.cansermigue.blogspot.com

 

 

 

 

 

miércoles, 7 de julio de 2021

PEREZA


 Decía Jules Renard que “la pereza no es más que el hábito de descansar antes de estar cansado”. Es un factor que está presente en la vida de cada persona y que se ha definido de muchas formas. Todos, en algún momento, somos vagos aunque no queramos reconocerlo. Siempre hay un momento o etapa en nuestra vida que nos dejamos atrapar por ella, pero no todos sabemos cómo aprovecharla al máximo y de una forma saludable; y es que abandonarse a la pereza o a la indolencia, nos puede acarrear consecuencias indeseables como alejarnos de nuestros objetivos y obligaciones, o hacer de nosotros unos extremos sedentarios físicos y mentales muy lamentables. En efecto, la pereza se ha instalado en la sociedad respecto a la política. El fracaso del diálogo y el bloqueo institucional del Estado es un argumento de peso; pero también lo es la falta de ideas que expresan los principales protagonistas de la política española.

 

         La política embarrada y digital de hoy da pereza, sí, pero aún dan más pereza los políticos perezosos, incapaces de plantear propuestas constructivas y positivas, que antepongan el interés general de la sociedad y de sus ciudadanos, a sus intereses partidistas y a sus urgencias políticas personales. Hemos dejado de lado y olvidado que la pereza no se analiza ni se combate, simplemente la hemos ignorado, porque lo que no se vive a fondo, no se cita a fondo. Sería terrible si nos pasara eso. ¿Es un factor dominante en nuestro comportamiento? La pereza se manifiesta como falta de voluntad, de energía, de decisión, en no hacer lo que tenemos que hacer, en no tener criterio, en falta de carácter, en una especie de vacío lleno de tibieza. Ese individualismo comodón y miedoso, indiferente, pesimista, no es precisamente un ejercicio de la libertad responsable; porque vivimos en sociedad, nadie vive aislado, nadie puede afirmar ninguna existencia salvo la suya propia.

 

         La política española y la catalana, deben sacudirse la pereza que alimenta el “no hay alternativa” para resolver nuestros problemas políticos y económicos. Es hora de entender que el libre mercado y el capitalismo sostenible y responsable son necesarios e indiscutibles. Es necesario dar un giro al actual orden de las cosas porque no da más de sí, y resetear como asumen hasta los más escépticos y que promueven los líderes más audaces, comprometidos y responsables. La política es hacerse las preguntas adecuadas, pensar sin apriorismos, reiniciar procesos, avanzar con determinación. Los populismos sólo ofrecen respuestas que no transforman, son atajos y espejismos. Combatir la pereza es el principal objetivo. ¿Cómo? Ya lo decía el filósofo Diego S. Garrocho: “En un tiempo como el nuestro, en el que la belleza queda restringida al cultivo de la imagen, no existe nada más revolucionario que invocar la belleza del pensamiento”.

         Las maneras de abordar un problema son parte de las soluciones del mismo. Si la mirada a los retos es siempre desde la misma perspectiva, posición y ángulo, difícilmente se encontrarán nuevas opciones; porque no hay innovación en lo previsible y necesitamos –más que nunca—nuevas ideas capaces de enfrentarse a todo tipo de determinismos que nos paralizan y que reducen la política, a un hecho gerencial o notarial, sin ninguna capacidad de controlarlo ni dirigirlo. La facilidad nos vuelve torpes y la política puede quedar atrapada entre la pereza y el cinismo; pereza para no buscar soluciones a los problemas, y cinismo para no venerar el “no hay alternativa” como respuesta indolente a los retos urgentes que hay que resolver de inmediato. Parte de la política se ha contaminado.

 

         Hemos dejado de pensar y vamos con el piloto automático. Hemos mecanizado  nuestras respuestas de forma automática, sin consideración previa debido a la falta de una alternativa viable. Es, precisamente, la falta de imaginación sobre horizontes nuevos lo que impide pensar en alternativas, no la viabilidad de su consecución. Estamos atrapados por las soluciones y respuestas automáticas propias de los sistemas informáticos. Así, las inercias se convierten en carencias. Nadie duda cuando no tiene opciones; y cuando no se duda, no se piensa. Así se encuentra buena parte de nuestra política. Luchemos contra la pereza y la indolencia políticas. Renunciar a explorar nuevos caminos nos aleja de nuevas soluciones. La desafección ciudadana respecto a buena parte de la política, no radica sólo y simplemente en un juicio a los errores (gestión), o los excesos (corrupción). La crítica más contundente está en la percepción de renuncia a dirigir. Más pensamiento y menos inercia. Los retos que tenemos por delante no se gestionan con pilotos automáticos, sino con auténticos pilotos.

 

Miguel F. Canser

www.cansermiguel.blogspot.com

 

 

 

 

 

martes, 1 de junio de 2021

ES HORA DE HACER BALANCE

 

El éxito del P.P. en las elecciones madrileñas que roza la mayoría absoluta, ha sido una sorpresa para todo el mundo. Nadie podía esperar que su victoria fuera tan contundente. Los conservadores, que gobiernan Madrid desde hace 26 años, capitalizaron la arriesgada política de medidas laxas promovida por Díaz Ayuso, que se tradujo en la apertura continuada de bares, restaurantes y salas de espectáculos. Una resistencia atroz a las presiones del gobierno central para que endureciera restricciones, le valió amplias simpatías entre la restauración que bautizó cervezas o pizzas en su honor. Pero, ¿por qué ese triunfo tan arrollador?, ¿qué ha hecho que la gente que antes votaban a PSOE y Cs, se hallan decantado por Díaz Ayuso?

 

         Sin duda los vaivenes y cambios de opinión del ejecutivo han tenido mucho que ver desde antes de ser Presidente del Gobierno. Desde “el no podría dormir” si su socio fuera Unidas Podemos, a abrazarlo y ser compañero de viaje,  pasar de ser un fervoroso defensor de la aplicación del 155, a ceder en algo tan simbólico como es el carácter del castellano como lengua vehicular en la educación, han podido ser algunas de las causas. Partiendo de la base de que cualquier cesión ante los nacionalistas no sirve para resolver el problema de fondo, sino que es un paso más en su camino hacia la independencia, y aquí incluyo al PNV que es más paciente que sus homólogos catalanes, pero que comparten el mismo objetivo, que “traicionan” su propia historia pues catalanes y vascos construyeron, con el resto de españoles, esta gran nación. Y es que, al margen de los slogans de ambos bandos,  las elecciones en Madrid fueron planteadas desde Podemos, el PSOE y Más Madrid, como un combate entre “Democracia o fascismo”. En mi opinión, la campaña que han hecho los tres partidos de izquierda, ha sido sombría, con un discurso trasnochado, caduco y rancio, de otro tiempo, en la que sólo ofrecían rencor e ira y ninguna solución a los problemas de los ciudadanos. 

 

         Otro de los errores fue la prometida transparencia en la gestión del Ejecutivo. Después de lo prometido nada; sobre todo en lo referente a ciertos viajes del Presidente. Han sido transparentes como un gato negro flotando en un pozo de petróleo una noche sin luna. Que duda cabe que la gestión de la pandemia ha oscilado entre el voluntarismo y la propaganda, sin duda con las mejores intenciones, pero sin reformar el marco legal y establecer un equipo de expertos como sería exigible y que es lo que marca el sentido común. El 4M se votó con una alta participación (76%) y el PP de Ayuso ganó en todos los distritos de Madrid: en 177 de 179 municipios. Las elecciones madrileñas, que han sido mucho más que madrileñas como todos imaginábamos, habría que preguntarse qué parte de culpa tiene la izquierda en no haber sabido combatir determinados discursos, en haberse plegado a políticas económicas que no diferían, de lo sustancial, de las aplicadas por formaciones conservadoras, de haber abandonado, en la práctica,  a su suerte muchos barrios y de gestionar un fenómeno tan complejo como la migración con una estrategia que lo mínimo que puede decirse es que es hipócrita.

 

         La escuela concertada y privada es un valor seguro para la derecha. Según datos oficiales, el 46% de los alumnos se matricularon en colegios concertados y centros privados y es que el PP de Madrid arrasa en las urnas en aquellos distritos y municipios donde la escuela pública es minoritaria. Si la educación es competencia de las CCAA, y si en nuestra Comunidad lleva el PP gobernando más de un cuarto de siglo, blanco y en botella. El discurso de la izquierda no puede reducirse a dejar de subvencionar la enseñanza concertada, sin crear más recursos públicos. Por otra parte, Madrid es la comunidad autónoma con una mayor penetración del seguro privado en el conjunto del Estado. Es la región donde un mayor número de ciudadanos cuentan con seguros privados de salud y, por tanto, utilizan y hacen poco caso del Sistema Nacional de Salud. Según el CIS, en una encuesta de calidad de vida y satisfacción con los servicios públicos, sólo el 2,9% de los madrileños señalaron la calidad de la sanidad pública, la falta de servicios médicos o las listas de espera como preocupantes y que afectan a los ciudadanos.

 

         Concluyeron las elecciones y, de pronto, todo fueron anuncios poco agradables para nuestro futuro procedentes del Gobierno:  lo de subir los impuestos de manera inminente, suprimir los beneficios (más tarde o más temprano llegará) a las declaraciones conjuntas de la renta, sube la luz que ya se grava con el 21% de IVA,  sube la presión fiscal al diesel, los billetes de avión y, quizá, (llegará también) habrá peajes en todas las carreteras que afectará a las ventas de coches que lastrará nuestros planes profesionales y de ocio sin un mínimo consenso con las fuerzas políticas y sociales, sin olvidar los indultos a los protagonistas del “procés”. La falta de seguridad jurídica, la opacidad como principio rector de las acciones gubernamentales, no son modos y maneras porque generan una profunda desconfianza hacia sus representantes, y no hay que buscar el varapalo sufrido por el PSOE, ni en que si las cañas y los berberechos de Ayuso, ni en la sosería de un candidato. Autocrítica y rectificación. Madrid puede ser sólo el principio. ¿Seguirán así?

 

Miguel F. Canser

www.cansermiguel.blogspot.com