Después de padecer
más de dos años de pandemia con todos los contagios y fallecimientos habidos y
el consiguiente deterioro laboral y económico, se asoma una crisis de signo
mundial, gracias al Sr. Putin y sus ansias imperialistas. Las razones de la
invasión de Ucrania son eso, absurdas excusas y argumentos peregrinos que no
convencen a nadie porque no son ciertas. Tratar de vincular al país con el
nazismo, cuando el presidente ucraniano Zelenskyy es judío y que tres de los
hermanos de su abuelo, fueron asesinados por los ocupantes alemanes, es de una
mezquindad supina. El gobierno actual de Ucrania no es un estado nazi, ni
refleja la realidad de su política, pues ha dado muestras de que su principal
objetivo político, es fortalecer la democracia reduciendo la corrupción y
acercarse a Occidente. Esto, claro está, no le gusta al Sr. Putin porque su
país no está por esa labor, ni que Ucrania se acerque mucho a la OTAN y pida su
ingreso en la Unión Europea. Al margen de las expansionistas, quizá estas sean las
verdaderas razones de la invasión.
Las guerras, aparte de las vidas
humanas que se cobra, son nefastas para
la economía y esta guerra no va a ser una excepción. Conviene enumerar el
impacto que tendrá (ya es un hecho) en el mercado energético del gas y su
víctima colateral: el sector industrial. Incluso para los países que no
participan en las guerras, sus efectos impactan por diferentes medios en la
vida de los ciudadanos. Rusia no se va a encontrar enfrente a ningún ejército,
salvo el ucraniano, que le frene. La OTAN no está por la labor porque no se ha
invadido ningún país aliado y sólo las famosas sanciones económicas anunciadas
a bombo y platillo pueden, efectivamente lesionar el PIB ruso, aunque comporten
un efecto boomerang sobre Occidente. Cuando escribo este artículo se acaba de
producir la invasión y todo puede cambiar de un día para otro, las cosas
suceden muy deprisa, y algunas informaciones pueden quedar desactualizadas.
Putin únicamente se va a encontrar con una batería de sanciones y embargos que
no le preocupan, como ya ocurrió en la invasión de Crimea. ¿Para qué sirve la
ONU?
Una de las sanciones que Occidente
puede hacer a Rusia, y que más daño puede causarle, es en el ámbito tecnológico
que se podría utilizar tanto desde Europa como desde Estados Unidos, y es la
conocida como Society for World Interbank Finalcial Telecommunicatión (SWIFT).
Fundado en 1973, este sistema de mensajería interbancario, es utilizado por
múltiples instituciones financieras para enviar mensajes de pago seguro. La
sanción cortaría de plano sus vías de financiación y la transmisión de divisas
rusas. Rusia basa su potente economía, en la exportación de materias primas:
gas, cobre, petróleo, aluminio, etc. Es el primer exportador de trigo y el
primer productor de fertilizantes; una falta de estos elementos se traduce,
inevitablemente, en una crisis para los bienes de consumo. El gas, por ejemplo,
si su suministro desciende, conlleva un alza en su precio que, unido a la
subida de los carburantes, dispara la inflación. El centro de análisis Funcas,
acaba de advertir que dos puntos de más en la inflación, van a resultar
inevitables. Toda guerra tiene consecuencias devastadoras en todos los sistemas
industriales y de producción. Los carburantes llevan siete semanas subiendo y
llenar el depósito cuesta 23€ más que hace un año. Por cierto, hay que recordar
que, más de la mitad de su precio, son impuestos y algo tendrán que ver las
decisiones que tome nuestro gobierno para no reducir el mismo. Imaginen la
economía española, sostenida por el BCE, abocada a un tozudo déficit por merced
de sus gobernantes, con una inflación reconocida del 6%, y con un panorama como
el descrito, todo va a costarle más al productor y al consumidor.
Caídas generalizadas de todas las
bolsas, crecimiento del precio de activos como el oro son el primer impacto
negativo. A pesar de que los mercados financieros llevan anticipando, mucho
antes del comienzo de la guerra, problemas de este tipo, parece que los mismos
son mucho más graves de los anticipados. Los problemas económicos son a nivel
global. Las guerras se saben cuándo empiezan, pero no cuándo acaban; y en el
mejor de los casos, que fuera una guerra relámpago, las consecuencias a largo
plazo pueden ser devastadoras.
En definitiva, prepárense para un
complicado 2022. Si la economía ya arrastraba problemas graves de inflación y
exceso de deuda, quizá esta guerra es el catalizador cuando no la puntilla, de
problemas que podrían ser demoledores. ¡Ojalá!, que cuando este artículo vea la
luz, el conflicto haya terminado.
Miguel F. Canser
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