Aparte de compartir las
tradiciones en familia y transmitir la importancia de ser solidarios y
disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, también es tiempo de hacer balance,
de cómo ha sido nuestro comportamiento con los demás, de sobrescribir si cabe,
algún acontecimiento o actitud, ¡Ay!, si pudiéramos volver atrás. Los seres
humanos necesitamos guía. La buscamos en el ejemplo de nuestros familiares, en
las personas que admiramos. Nos formamos un criterio fijándonos en conductas de
los demás porque la vida no nos llega con un manual, y desarrollamos una serie
de virtudes humanas (unas más que otras), con convicciones o actitudes que
permiten conducirnos por la vida normalmente. Así, estaremos preparados para
desarrollarnos, abrirnos camino, y tomar las mejores decisiones para nosotros y
los que nos rodean. En definitiva, es una época para sentirse menos exigentes y
más tolerantes; es una especie de tregua en nuestra vida cotidiana marcada por
las prisas y exigencias. En Navidad todo se ve con ojos diferentes.
La Navidad perdura y se ha
extendido por todo el mundo, porque trasciende el aspecto comercial que tanto
se critica. Desempeña un papel importante en el seno de la familia; marca la
entrada en la cultura familiar, permite la construcción de las identidades
dentro de la familia, la transmisión de mitos y valores a través de las generaciones.
Cuando preguntamos a la gente qué es lo que más valora de la Navidad, siempre
responde: “el hecho de estar juntos”. La Navidad sigue siendo la fiesta anual
de la familia. Pero, seamos sinceros, a todo el mundo no le gustan estas
fiestas; incluso algunos odian el tiempo de Navidad. ¿Nos apetecen estas
reuniones? No siempre.
Los encuentros navideños
están cargados de emotivos recuerdos del pasado, de pequeñas rencillas y
malentendidos sin aclarar. Para muchos es vivida como una tradición y no como
un encuentro deseado, pues dejamos de lado nuestro día a día, rutinario y
predecible, para tener que adaptarnos a compartir una comida con el compañero
de trabajo que no tragamos, con el cuñado que siempre tiene que tener razón en
todo y sabe de todo, y soportar las ideas políticas o de fútbol contrarias a
las nuestras. Y es que, no todos somos iguales y no necesariamente tenemos que
compartir las mismas ideas. Eso, precisamente, es lo que enriquece nuestro
entorno y nos permite progresar, aunque no siempre lo aceptemos y generemos
cierta animadversión por aquellos que no están de nuestra parte. El remedio,
como casi siempre, es la empatía, ponerse en su lugar y tratar de averiguar por
qué esa persona dice lo que dice y hace lo que hace.
Mediante una operación
comercial de proporciones mundiales, que es al mismo tiempo una devastadora
agresión cultural al nacimiento del Belén, ha sido destronado por el Santa
Claus de los gringos y los ingleses, que es el mismo Papa Noël de los
franceses, y a quienes todos conocemos demasiado. Nos llegó con todo: el trineo
tirado por un alce, y el abeto cargado de juguetes bajo una fantástica
tempestad de nieve. En realidad, este usurpador con nariz de cervecero no es
otro que el buen san Nicolás, un santo que no tiene nada que ver con la
Navidad, y mucho menos con nuestra Nochebuena. Según la leyenda nórdica, san
Nicolás reconstruyó y revivió a varios escolares que un oso había descuartizado
en la nieve, y por eso le proclamaron el patrón de los niños. Pero su fiesta se
celebra el 6 de diciembre y no el 25. La leyenda se volvió institucional en las
provincias germánicas del Norte a fines del siglo XVIII, junto con el árbol de
los juguetes. Y hace poco más de cien años pasó a Gran Bretaña y Francia. Luego
a Estados Unidos, y éstos nos lo mandaron a nosotros con toda una cultura de
contrabando: la nieve artificial, las candilejas de colores, el pavo relleno, y
estos quince días de consumismo frenético al que muy pocos nos atrevemos a
escapar.
Bueno, en cualquier caso,
estas navidades disfrutemos de las pequeñas cosas, hagamos que lo ya conocido
nos sorprenda de nuevo y que seamos capaces de ver la belleza que tod@s
poseemos en lo cotidiano. Quizá sea la mejor manera de vivir la Navidad.
Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blosgspot.com
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