viernes, 1 de junio de 2018

HONESTIDAD Y COHERENCIA


Honestidad es la virtud que consiste en decir la verdad, ser decente, razonable y justo. Es una cualidad humana que consiste en actuar de acuerdo como se piensa y se siente (coherencia). Honestidad y coherencia no son meros conceptos, sino que están intrincados entre si y determinan la calidad de vida de las personas.  Muy comúnmente nos sentimos perdidos al llegar a ciertos puntos clave de nuestra vida, como si no supiéramos quiénes somos, cuáles son nuestros objetivos, por qué actuamos de una u otra forma. Esa sensación de no tener control sobre nosotros mismos está relacionada con la falta de conexión que existe entre nuestros deseos profundos, y lo que realmente hacemos. ¿Por qué escogemos estudiar una carrera universitaria que no representa nuestra verdadera vocación?, ¿por qué tenemos hijos antes de conseguir la estabilidad económica y emocional necesaria para llevar adelante una familia? No actuar con coherencia a la hora de tomar decisiones puede afectarnos gravemente para el resto de nuestras vidas. No se trata de una mera equivocación, sino de la consecuencia de una fuerte influencia que nos condiciona desde que nacemos, transmitida por nuestros mayores y medios de comunicación: el mundo nos dice cómo debemos ser, qué debemos hacer, qué debe gustarnos y, en muchos casos, acabamos por creerlo. Si con demasiada frecuencia nos proponemos hacer una cosa y hacemos la contraria, es fácil que estén fallando las pautas que conducen nuestra vida. No hay mayor sufrimiento que saber que uno no es fiel a lo que siente y piensa.

         La incongruencia está presente en nuestra vida diaria. Nuestros políticos (siento meterme siempre con ellos, pero me lo pide el cuerpo…., quiero ser honesto y coherente) ya se encargan de recordárnoslo a cada momento.  Estos días se habla mucho del chalet de Irene Montero y Pablo Iglesias, que desde aquí digo que tienen todo el derecho a vivir donde deseen y adquirir la casa que quieran fruto del esfuerzo de su trabajo recurriendo, como muchos hemos hecho, a las facilidades que supone suscribir un préstamo hipotecario en las mejores condiciones posibles. Lo que ocurre que, cuando tu discurso se ha basado en el ataque despiadado al capitalismo más recalcitrante, al ibex-35, a la sociedad más consumista, a pedir más vivienda pública y alquileres asequibles mientras se accede a una vivienda de 600.000€, en una zona nada asequible para rentas menores, no parece muy coherente. Como el Sr. Iglesias, conozco Vallecas. Me crié ahí junto con 3 hermanos, en un piso de apenas 50 m2, y hemos salido adelante todos sin ningún tipo de trauma. No es necesario, para criar a dos hijos, tener un chalet de más de 200 m2, aunque los hijos se lo merezcan…., (los de los demás también). Cuando no eres coherente entre lo que dices y haces, dejas de ser ejemplo y referencia.

         Y es que tanto criticar al capitalismo, no han comprendido aún de que va. Va de sueños. La mayoría de la gente quiere tener lo que la mayoría de la gente no puede tener: ese es el sueño. Por eso a todos nos gusta de vez en cuando el capitalismo, porque hasta el más bondadoso se olvida alguna vez de los demás y se deja ir. En el capitalismo no existe el vivir bien, sólo existe el vivir mejor. Me parece respetable conducirse por la vida con eslóganes como 'Porque yo lo valgo' o 'Me lo he ganado', pero quizá ser de izquierdas tiene más que ver con preguntarse: ¿Quién se queda atrás?. Si realmente te importa que alguien se quede atrás, no puedes contribuir a que se quede aún más atrás; no puedes interpelarle desde dentro de sus propios sueños imposibles.

         La falta de honestidad y coherencia ha sido una máxima a lo largo de los pocos años de existencia en Podemos. “Cuando gané mi primer millón de pesetas, dejé de decir que era comunista”, afirmó ese guitarrista fantástico que era Paco de Lucía. Comparen esta actitud con la de un Ramón Espinar que es capaz de decir “somos los hijos de los obreros” sin pudor alguno, porque no tiene ni idea de cuánto lucha la gente por dejar de serlo. Nadie sin nada que ocultar va por ahí diciendo: “Soy clase obrera”. La gente no quiere ser gente; el pueblo no quiere ser pueblo: he ahí la paradoja. La izquierda, a veces, es un desastre porque no entiende que nadie quiere votar al partido de los pobres, por eso hay tanta profesión liberal en el electorado de Podemos —como antes en el de IU—, porque a veces, cuando nos va bien, no pensamos en los demás. Los líderes de Podemos ya están en la vulgaridad del dinero. No era necesario disfrazarse de su ideología y ponerse un frac de pobre; sobre todo si, con tu actitud, confundes a muchos de los cinco millones de votantes que creyeron en ese discurso.

         Cuando el pensamiento y la acción no están en sintonía, juegan en equipos distintos, se rompe la harmonía. Hemos aprendido que sin esfuerzo no hay recompensa, que no podemos ser felices todo el tiempo, que decir siempre lo que sentimos puede hacer daño a los demás y ponemos la aprobación de la gente por encima de la nuestra entrando, si darnos cuenta, en una espiral donde nos vamos alejando de nosotros mismos. No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño, sólo toma precauciones. Algunos persiguen la felicidad, otros la crean.

Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com

martes, 1 de mayo de 2018

¿MERECEMOS ESTOS POLÍTICOS?

Prácticamente todos los días, nos encontramos con alguna noticia de corrupción política. La última es, aparte del famoso Máster de Cristina Cifuentes, el vídeo que demuestra que, hace ya unos años, fue "pillada" apropiándose indebidamente, y con intención de no pasar por caja, unas cremas que no llegan a los 50€. Lo primero que pensé es: ¿Qué necesidad tenía de hacer esa tontería? Cuando sucedió, era ya vicepresidenta de la Comunidad de Madrid, con un sueldo que para mí lo quisiera yo. ¿Se creen dioses?, ¿nadan en la absoluta impunidad?, ¿por encima de ellos no hay nadie? Y no sólo es el Partido Popular (que se lleva la palma), también sabemos que existe corrupción similar en otros partidos.

Es lamentable el nivel, la situación en la que nos encontramos: propiciada por una clase política que no está a la altura de la ciudadanía ni mucho menos: teatreros, falsos, interesados por lo particular, por el amor propio y no el ajeno. Les importa poco nuestro destino: El suyo, sí. Se mueven por impulsos particulares, egoístas y centrados en sus propias aspiraciones. No todos son así, afortunadamente, pero las noticias que propician cada día, resulta angustiosa. Ya no se puede caer más bajo. O tal vez sí, nos lo recuerdan también los aplaudidores profesionales, especialistas en el abrillantado del zapato del poder, siempre inclinados a este o aquel señorío político; que pululan en busca de "su refugio" en el pesebre de lo público. De derechas o de izquierdas da igual, aceptación, consentimiento, aprobación, siempre con el pastor de su rebaño. Quizá por eso en estas ocasiones puntuales, uno agradece el privilegio de escribir sin ataduras ni dirigismos, sino utilizando el sentido común y la verdad.

Mediocridad, incompetencia, descalificaciones, falta de vocación y de formación, corrupción..., son algunos atributos que los ciudadanos ligan hoy a la clase política. No es extraño que muchos españoles no tengan ni ganas de ir a votar cuando se les cita por haber llegado el momento de elegir nuevos representantes. El desprestigio es tal que, a los ojos de la gente, la clase política se ha convertido en uno de los principales problemas de España tras el paro y el futuro de las pensiones. Se han ganado a pulso el despego de los votantes. Están muy pendientes de sus cosas no de las de la gente. El sentido del debate parlamentario se ha pervertido. Si vas a una reunión en la que sabes que no te van a escuchar, terminas rebajando tu preparación. En el parlamento pasa eso: nadie escucha a nadie. Basta asistir a algún debate en el Congreso, por importante que sea el asunto a tratar, para comprobar que mientras uno expone, pocos escuchan, muchos hablan en corrillo o ríen, otros mandan mensajes por su móvil, juegan, cuando no llegan los insultos o se quedan dormidos. Las descalificaciones devalúan la actividad democrática y no es edificante. Pero ahí siguen ellos, cruzados de brazos, en su cargo y cobrando su sueldo. Entre los diputados los hay que trabajan mucho y otros que no trabajan nada, pero todos cobran igual. Eso no pasa en ninguna parte. Sería difícil que cobraran una cantidad distintas, pero, al menos, el que no trabaja que no repita. Que haya incentivos como en cualquier profesión. Aquí el único incentivo es hacerle la pelota al presidente de turno para que te sitúe en su lista.

Ahora da la sensación de que cualquiera vale para político, cosa que hace años no pasaba. Hay gente que se mete en política porque no vale para otra cosa, porque no tiene otra alternativa. Eso es letal. Y tiene mucho de verdad. El problema es que esto es cada vez más frecuente y tiene efectos perversos sobre lo que debería ser la cosa pública, el servicio a la sociedad. Hay mucha gente que encuentra en la política una forma de vida, un modo de resolver sus problemas de trabajo, de empleo, porque en la empresa privada no durarían dos telediarios. Hacen de la política un juego de supervivencia: mantener su puesto, escalar otros... Nunca se retiran de su posicionamiento por el interés general. Son, a corto plazo, egoístas; y eso la ciudadanía lo percibe: la poca altura de mira, el mucho mirarse el ombligo. Y claro, si la política atrae cada vez más a los mediocres, a los que buscan hacer carrera en ella, es lógico que resulte cada vez menos atractiva para los profesionales de prestigio: Los expulsa, y sólo tienen una meta: el poder. Quitar al adversario aunque las urnas no les hayan dado esa circunstancia.

¿Merecemos lo que tenemos? Mi criterio es que no. Nos falta activismo ciudadano. Cuando el CIS pregunta por lo problemas más importantes, no pregunta por la falta de activismo ciudadano. Des luego, ése, es el mejor camino para exigir e intentar conseguir que, al final, tengamos unos políticos que estén no ya a la altura del betún, sino de las necesidades del país y de la gente. No nos limitemos sólo a ir a votar cada cuatro años, sino hacerles ver que nuestro voto no es un cheque en blanco para hacer lo que quieran, y exigir que la política recupere una credibilidad y confianza que nunca debería haber perdido. Lamentablemente, la política es, quizá, la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación. Y recuerden señores, la corrupción no es obligatoria.

Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com



domingo, 1 de abril de 2018

MEDIOS DE COMUNICACIÓN: ¿PLURALES E IMPARCIALES?


A primera vista, el panorama de los medios de comunicación españoles es amplio y diverso. Los 47 millones de habitantes pueden elegir entre unos 85 periódicos. Dejando de lado los diarios deportivos, el mayor de los seis principales diarios nacionales es El País, con casi 2 millones de lectores diarios, seguido de cerca por el diario gratuito 20 Minutos (1,7 millones) y El Mundo (1.5 millones) sin contar los distintos medios digitales. El País, estrechamente ligado al Partido Socialista, fue considerado durante mucho tiempo el diario de referencia en España, pero ha sufrido una pérdida de lectores, recursos y reputación. El Mundo,  también ha pasado por dificultades. La oferta televisiva es igualmente amplia al igual que la radio. Una ancha franja de redes comerciales existe al lado de canales de financiación pública, tanto nacional como regional; aquéllos copan alrededor del 80% del mercado.

         Pero esta aparente variedad de opciones es engañosa. La gran mayoría del mercado está en manos de unos diez conglomerados mediáticos. El grupo PRISA, que publica El País y sus ediciones globales en español, inglés y portugués, es propietario de un grupo de revistas, cadenas de televisión y radio, productoras y, hasta hace poco, un brazo editorial masivo que llegaba hasta las Américas. El grupo Vocento posee 14 diarios, incluido el diario nacional ABC. El grupo Planeta, la mayor editorial en lengua española del mundo, tiene una participación importante en televisión y es dueño del periódico conservador La Razón; aunque muchos de los grupos comenzaron como empresas familiares, ahora están controlados por empresas transnacionales o un puñado de poderosas instituciones financieras. Es decir, los que “controlan” los diversos medios de comunicación, al final, son unos pocos.

         La prensa, la televisión, la radio, los periódicos digitales, crean opinión. Y Trasladan “su” opinión, mediatizados por la ideología de cada uno de ellos. Así, el comentario de una noticia o un artículo adquiere tinte distinto según el medio que la cuente o la debata; por lo que los medios han contribuido a difundir la idea de que no hay hechos incontestables, sino visiones parciales y distorsionadas de la realidad. Un periodista de un medio de derechas, por ejemplo, no va a hacer autocrítica de si su periódico ha enfocado correctamente una noticia o de un artículo de un compañero suyo. Lo peor, es que uno de izquierdas también hace lo mismo. Es idéntico a lo que pasa en política. Naturalmente el periodista, lo mismo que el político, se debe a la línea editorial e ideología del medio en el que trabaja no sea que se quede en la calle; por lo que podemos asegurar que la prensa, dependiendo de la naturaleza del medio de comunicación, enfocará el tema de forma parcial y no plural. Todos sabemos, cuando nos disponemos a ver una tertulia televisiva, cómo se van a pronunciar dependiendo quién toma la palabra. Así, un  número creciente de españoles están sedientos de noticias políticas pero no confían en que los periodistas les informen de forma honesta. He comprobado que una misma persona ha debatido de forma distinta dependiendo del medio de comunicación donde está. La información que ofrecen los medios de comunicación españoles se encuentra amenazada por diversos factores políticos y económicos que suponen un serio riesgo para su transparencia y su veracidad. Un informe, elaborado por el Instituto Universitario Europeo y cofinanciado por la UE, pone el acento sobre la poca claridad que existe acerca de los criterios del reparto de publicidad institucional y sobre la consabida falta de independencia de empresas públicas de noticias. La política y el periodismo en España han sido dos torres elitistas e inexpugnables, comunicadas entre ellas, en las que el español de a pie ha sido un convidado de piedra.

         La existencia de diversos periódicos y medios de comunicación social en general (escritos, radiales, televisivos, en línea o de cualquier otra clase), es indispensable para que la gente sea bien informada. Siempre ha sido así, desde que existen los periódicos y demás medios de información y divulgación de las opiniones, pero en la época actual, cuando como consecuencia de la grandiosa revolución científica y técnica que está transformando al mundo los acontecimientos que se hacen noticia se suceden a una velocidad vertiginosa; cuando la cantidad de información valiosa disponible es abrumadora pero la gente tiene muy poco tiempo para conocerla y reflexionar sobre ella, la prensa en sus distintas modalidades tiene la función cada vez más relevante de ayudar a entender los hechos, de contribuir a formar opinión pública y abrir el debate social.

         La democracia sólo puede florecer con una prensa independiente, diversa, plural y económicamente robusta. Por el contrario, la democracia se debilita e inclusive tiende a desaparecer, cuando por la razón que sea disminuye el número de periódicos y se clausuran medios independientes, ya sea porque el poder político autoritario los mata directamente o porque son ahogados por las dificultades financieras, pues la fortaleza y la solvencia económica es la base fundamental para la existencia de una prensa libre, independiente y vigorosa.

Miguel F. Canser



jueves, 1 de marzo de 2018

IRRESPONSABILIDAD E IMPUNIDAD


No es la primera vez que escribo sobre las mentiras e incumplimientos de nuestra clase política. Me viene a la memoria un artículo que escribí hace casi ya nueve años, bajo el título: “Mentir en política” y que, al día de hoy, sigue totalmente vigente. Decía entonces que el ciudadano cada día recela más y se fía menos de las promesas que hacen los políticos, porque se fabrican un mundo exclusivo para ellos; con sus estadísticas sobre el pulso social, están en otra dimensión, muy alejados de la realidad de la calle. Además, es notoria la creencia generalizada de que nos mienten casi siempre, que dicen lo políticamente correcto,  pero que nos ocultan datos porque “no interesa” que sepamos más allá de lo que realmente es.

          La situación política que vivimos en nuestro País, es de un deterioro ostensible de calidad democrática. Uno de los pilares fundamentales del sistema democrático constitucional es el de la responsabilidad política; responsabilidad que debe estar unida al nivel de cumplimiento de promesas electorales incumplidas. El P.P. está gobernando con el apoyo de C´s, en base a un pacto entre ambos de 150 medidas que el Sr. Rajoy se comprometió a cumplir. Ahora se cumple un año de la firma de aquel pacto y, sin riesgo de equívoco, se puede afirmar que ninguna de aquellas condiciones previas y de las 150 medidas se ha puesto en marcha. Al menos por la iniciativa del Gobierno que preside Rajoy ni por la del grupo parlamentario popular. Una de ellas era la creación de una comisión parlamentaria de investigación sobre las finanzas irregulares del P.P. Esta comisión ha empezado a funcionar gracias a la iniciativa del PSOE y de Podemos, a la que se sumó C´s tras constatar que el PP se limitaba a 'marear la perdiz' en esta cuestión y, a la postre, dar largas a su socio de investidura.

              Esa ha sido la constante en las relaciones entre el PP y Ciudadanos en el último año, que en los últimos meses ha ido creciendo  provocado por los desaires de la formación conservadora hacia Ciudadanos. El Sr. Rajoy, que habitualmente emplea su ironía, rozó el desdén y provocó que el Sr. Rivera se llevara la palma de la mano a la mejilla varias veces; convirtiéndose en una de las imágenes del curso parlamentario. Los escándalos que salpican al Partido Popular en materia de corrupción son inapelables: Gurtel, Lezo, Púnica, Noos, Bárcenas, Brugal, etc.,(hay muchos más), sin que haya supuesto responsabilidad política en las altas esferas del partido y denota una impunidad grande que hace se resienta nuestra calidad democrática. Desde la dirección del P.P. siempre nos han dicho que se trata de casos aislados, de unos pocos. Nada creíble cuando es el mismo Partido quien está encausado en la financiación ilegal, y la existencia de una Caja B. El Presidente del P.P. dice no se enteraba de el uso y disfrute del dinero negro que ingresaban. ¿Entonces?, ¿cómo va a gestionar el dinero de los españoles un presidente así? Él, parece no se enteró con todas las fuentes de información que dispone como presidente. La mentira e incumplimientos se multiplican: El fiscal general del Estado, que es nombrado por el gobierno, no puede ser independiente, aunque el Gobierno diga lo contrario. Cuando el PSOE subió el I.V.A., el Sr. Rajoy lo criticó y cuando llegó al poder, no sólo no lo redujo, sino que subió el I.R.P.F., justificándolo para no subir el I.V.A. Aprobó el copago farmacéutico en función de la renta de los ciudadanos, incluidos los pensionistas, cuando prometió no hacerlo en campaña electoral. “El PP no pretende abaratar el despido, sino promover que el contrato indefinido sea la regla general”, dijo. Unos meses después, el Gobierno aprobaba una ley que establece el despido procedente con una Reforma Laboral sin precedentes; sin olvidar los constantes incumplimientos del déficit, la reforma de la Ley Electoral, deterioro de la libertad de expresión, o no tener inconveniente en firmar pactos que saben nunca van a cumplir.

Con este panorama, aún no sé cómo los señores de C´s, mantienen su apoyo a este Gobierno que utiliza las instituciones a su antojo y sin ningún rubor. En cualquier otro país democrático serio, no sólo habría habido dimisiones en bloque sino que, quizá, el partido político hubiera sido inhabilitado. Aún así, siguen contando con un apoyo importante en las urnas. ¿Temor a lo que pueda venir?, ¿miedo a la incertidumbre? No sé. Lo que sí sé es que la irresponsabilidad política y la impunidad, campan por sus respetos. Ahora toca rebelarse a los pensionistas que llevan 5 años soportando una miserable subida del 0,25%. ¡Ojo!, porque son 9 millones de votos.

Recordando el artículo que hace años escribí: “La mentira mata la verdad, mina las relaciones humanas y la dignidad de las personas. Los políticos y el Estado, no deben tener reglas morales distintas a las de la ciudadanía”. Un proverbio chino dice: “La primera vez que me engañes, la culpa será tuya, la segunda será mía”. A buen entendedor…….

Miguel F. Canser




jueves, 1 de febrero de 2018

¿DÓNDE ESTÁ EL ESPÍRITU DEL 15-M?


Aún recuerdo aquel emotivo momento del 15-M, también llamado movimiento de la indignación. Fue un impulso ciudadano formado a raíz de la manifestación del 15 de mayo de 2011, convocada por diversos colectivos, donde después de que cuarenta personas decidieran acampar en la Puerta del Sol, se sumaran a ella, de forma espontánea, miles de personas y produjeran una serie de protestas pacíficas en toda España; fue como un tsunami que inundó de esperanza e ilusión a mucha gente, una ráfaga de aire fresco y limpio que promovía una democracia más participativa, alejada del dominio de bancos y corporaciones, del binomio partidista de P.P. y PSOE, reclamando una auténtica división de poderes y otras medidas con la intención de mejorar el sistema democrático.  Surge del hartazgo de que los políticos no nos hagan caso y porque  teníamos las tasas más altas de paro, unas de las peores condiciones laborales y, sin embargo, todo el mundo se quejaba en el sofá o en el bar y, de repente, todo cambia. Como un resorte, la gente se desesperanzaba e inundados por una repentina euforia, salimos a la calle a gritar: “Democracia ya”, “no nos representan”, o “no somos mercancía en manos de políticos y banqueros”. De ahí, nació Podemos, aglutinando  diversos colectivos ciudadanos.

Los activistas que formaban parte de las acampadas y asambleas, empezaron a crear colectivos temáticos y empezaron a formarse nuevos partidos políticos. Podemos se presentó a las elecciones europeas de 2014 obteniendo cinco eurodiputados siendo el cuarto grupo más votado. La imagen de un Podemos casi sin pasado, tomada en la primera asamblea ciudadana de Vistalegre en octubre de 2014, ha quedado caduca en muy poco tiempo: cuatro de los seis integrantes de los que formaron su fundación inicial, han abandonado la dirección y el quinto de ellos —Íñigo Errejón— ha visto mermado su poder en la actual ejecutiva después de celebrarse el congreso de Vistalegre II. Un partido que en apenas cuatro meses consiguió aterrizar en el Parlamento Europeo, en menos de dos años fue capaz de convertirse en la tercera fuerza más votada en el Congreso de los Diputados, revisa ahora su proyecto político de cara a las comicios de 2019 con un futuro incierto.

Tras el descalabro catalán, el silencio se hizo dueño del propio líder de la formación morada, guardando un silencio que denuncia el abandono que Pablo Iglesias hace de su principal baza política, la palabra. Ahora el silencio que ha seguido al ruido de las elecciones catalanas llama más la atención, pues lo que ocurre afecta al Estado y la esencia de la acción política de Podemos es servir, en el Estado, de contrapeso a aquellos que el mismo Iglesias ha descalificado para seguir gobernando. El asunto es grave ahora. Unidos Podemos tiene una fuerza social que, aunque decreciente según las encuestas, aglutina aún a ciudadanos que han optado por esa formación para abordar una oposición que tenga al Estado como problema y a su futuro como objetivo. Podemos ha abandonado la dialéctica para refugiarse en luchas intestinas que ahora se apagan simplemente por falta de entusiasmo en la participación. Y lo que hacen los más dicharacheros es caricatura de la realidad, como si sólo burlándose de ella, ésta dejara de existir. Y, ¿cuál es la realidad? Pues que se han enquistado en la protesta permanente, en la pancarta, en la reivindicación ideológica, en el discurso demagógico y ambiguo; olvidándose de acometer la solución a los problemas que reivindica el ciudadano: el paro, la corrupción, la economía, la clase política, actualizar la Constitución, etc. Se han olvidado de las clases obreras nacionales, se han dedicado a salir en televisión, a hablarnos de hegemonía, de ideología, de las bicicletas por la ciudad, de centros ocupados o de los toros. Resumiendo: las cuestiones folclóricas se han impuesto a las materiales, desplazando desafíos tan complicados como atajar la crisis del alquiler y conseguir la remunicipalización de los servicios públicos.

El funcionamiento del partido morado acaba por dejar fuera a esa mayoría social —votante virtual de Podemos— sin la cual no se puede ganar, que no asiste a las asambleas de los círculos, trabaja o busca trabajo sin parar, tiene muy poco tiempo para militar y que no le impide tener una noción bastante clara de lo que es la justicia y aspirar a un cambio real en favor de mayor igualdad, transparencia y democracia. Dicho de otro modo: la supuesta democracia radical de los 'partidos del cambio' se traduce muchas veces en protagonismo desmesurado de militantes de clase media procedentes de la universidad. Esto implica la exclusión de quien tiene personas a su cargo o es absorbido por su trabajo en la empresa privada, caso de la mayoría de los españoles. El hecho de que en los barrios obreros catalanes haya sido primera fuerza política Ciudadanos, llama la atención. El señor Iglesias renuncia a razonar antes de condenar. Ni siquiera llega a preguntarse qué hubiese debido hacer el Gobierno el 27-O en vez de aplicar el 155. La ambigüedad, la demagogia, y la falta de alternativas, indican que, según ellos, la ideología está por encima de las necesidades.

Miguel F. Canser



lunes, 1 de enero de 2018

CONSUMISMO



         Ya se han acabado las fiestas navideñas. Ya nos hemos gastado (algunos no) más de lo que deberíamos. Quizá otros se hayan endeudado lo suficiente, con las tarjetas de crédito a tope, y pidiendo al banco que nos amplíe el límite para afrontar este mes, la llamada “cuesta de enero”; pero, aún así, estoy seguro que nos zambulliremos en las rebajas de cabeza, a seguir gastando, a comprar cosas que, a buen seguro, no serán imprescindibles. El consumo como concepto no hace referencia a nada malo ni perjudicial. Podemos definirlo como el simple hecho de consumir para satisfacer necesidades o deseos. El problema llega cuando esta actividad se vuelve patológica. Entonces ya no hablamos de ‘consumo’, sino de ‘consumismo’. La Real Academia Española (RAE) define el consumismo como “la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios.”

         El modelo de bienestar de la sociedad actual se basa en la posesión y acumulación de bienes, lo cual sirve de justificación para que prolifere el consumismo entre las personas. Si el objetivo de la vida es tener muchas cosas, la principal actividad que se ve beneficiada es, lógicamente, el consumo. La posesión y acumulación de bienes suele darse siempre de forma inmoderada; y si moderar es evitar cualquier tipo de exceso, inmoderado es algo que no lo hace.  ¿Hasta qué punto necesitamos lo que compramos? ¿Es nuestro consumo necesario para nuestras vidas? Todo aquello que se consume sin ser realmente una necesidad puede considerarse como un exceso, en tanto en cuanto excede las necesidades básicas para la vida de un individuo. Así pues, decir que el consumo actual es inmoderado se ha convertido en algo objetivamente cierto: todos consumimos inmoderadamente, porque consumimos en exceso. No necesitamos todo lo que compramos.

         La sociedad de consumo es reflejo de un alto nivel de desarrollo socioeconómico, que se manifiesta en el incremento de la renta de cada individuo. Así pues, el principal argumento para la defensa de la sociedad de consumo se apoya en que el consumo contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas y que ayuda a las sociedades a desarrollarse, pero olvidan que en esta sociedad ideal donde las personas pueden comprar cualquier cosa que quieran, hay muchos que no pueden consumir, pues el principal requisito para disfrutar de la sociedad de consumo, moderna y desarrollada, es tener dinero o capacidad de crédito. En la sociedad actual sigue habiendo millones de pobres, incluso en países desarrollados, que no pueden participar en la sociedad de consumo. En definitiva, el fenómeno del consumismo depende cada vez más del deseo que de la verdadera necesidad. Pero el consumo actual no sólo tiene como objetivo cubrir necesidades o satisfacer deseos, además sirve para distinguir a las personas entre sí, evidenciando aun más el sistema de clases sociales que forma nuestra sociedad hoy en día.
        
Entre las costumbres heredadas del país más consumista del mundo está el llamado “Black Friday” (viernes negro). Aunque es mentira que sea un día: son varios. Más de 24 horas de rebajas –reales o maquilladas– para alimentar la compra por impulso. Las estrellas de esta pretendida barra libre son la electrónica y la moda. ¿Por qué en España adoptamos Halloween, o Black Friday y Estados Unidos no adopta nuestros patrones culturales? Porque hay detrás un fuerte interés económico; la gente sólo percibe la parte buena y no quiere ver las consecuencias. Todo el sistema está montado alrededor del consumo. Interesa que los aparatos y la ropa se rompan pronto porque es el único garante de que compraremos más. Que las colecciones y modelos cambien rápido. Los talleres de reparación van echando el cierre a medida que los aparatos cierran sus diseños, haciendo imposible abrirlos para repararlos. La ropa cada vez es de peor calidad y va quedando menos gente que sepa arreglarla.

Uno de los rasgos del sistema económico y del consumo actual es que crea necesidades artificiales. Mediante la constante publicidad y otras técnicas, convencen y atrapan a las personas en el círculo vicioso del consumo, del que es muy complicado salir una vez se ha entrado. Con el consumo de masas desenfrenado se avanza hacia una progresiva pérdida de identidad personal, ya que los ciudadanos responden ante modelos de consumo idealizados mediante las efectivas técnicas de marketing. Es decir, hay un gran número de personas que consumen sintiéndose especiales y que realmente forman parte de un mismo grupo social, en el que todos los individuos tienen un comportamiento y una cultura similar.
        
El rápido incremento del comercio electrónico puede ser estupendo para los negocios en línea como Amazon, pero el comercio electrónico no requiere de tantos puestos de trabajo como las tiendas tradicionales. La ciudad se ha convertido en un gran supermercado. La desoladora conclusión es que estamos presenciando el fin de la era de los empleos en los comercios tradicionales.

Miguel F. Canser



viernes, 1 de diciembre de 2017

CARTA A LA PRESIDENTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID, CRISTINA CIFUENTES

          Señora Presidenta:

Me he decidido a escribir estas líneas porque, aunque no coincido con usted en ideología política, siempre he valorado el trabajo y el desempeño con que afronta su responsabilidad al frente de esta difícil tarea, que debe suponer gobernar esta Comunidad Autónoma. Aprecio su sensatez, su desmarque de políticas, otroras rancias de su Partido, su dedicación y, sobre todo, su capacidad de análisis de la política; distinguiendo (así lo ha demostrado en alguna ocasión) lo que más conviene a la ciudadanía, por encima de los intereses de las siglas de turno.

De igual forma que le transmito este reconocimiento, deseo trasladarle la decepción que me supone el olvido de infraestructuras imprescindibles en la ciudad donde vivo, que sólo se explica por la diferencia ideológica entre el partido que usted milita, y de los que gobiernan (hace muchos años ya) este Municipio. Soy vecino de Rivas Vaciamadrid y, aunque no me identifico con ningún partido político (no soy afiliado de ninguno), usted, mejor que yo, debe saber de las carencias que sufrimos en esta ciudad desde hace ya tiempo. Siempre he pensado que la política debe sustentarse bajo el paraguas del sentido común, cubriendo las necesidades de los ciudadanos, por encima de cualquier ideología política; distinguiendo, a la hora de realizar una inversión, entre un gasto necesario de uno imprescindible. Y creo, sinceramente, que con Rivas se está cometiendo una injusticia.

Estoy seguro que no es ajena a las necesidades que padecemos. Somos un Municipio de 85.000.- habitantes, y se sigue construyendo (se dan licencias sin parar, obviando la necesidad de mínimas infraestructuras). Quizá lleguemos, en un futuro cercano a los 90.000 habitantes. Tenemos más habitantes que muchas capitales de provincia, pero sólo disponemos de tres Centros de Salud. Lo más perentorio es que necesitamos con urgencia un Centro de Especialidades Médicas, pues tenemos que acudir, bien a Moratalaz o al hospital de Arganda que, por cierto, tiene la mitad de habitantes y casi el 80% de los pacientes atendidos en el Hospital del Sureste proceden de Rivas; por lo que es imprescindible que ustedes, se decidan ya a realizar esta inversión. Me consta, señora Cifuentes, que nuestro Ayuntamiento lo viene reclamando desde hace más de 10 años con nula eficacia. Además, la Comunidad de Madrid lleva años prometiendo que Rivas tendrá el centro de especialidades que sí tienen otras muchas localidades de la región con menos habitantes. Creo que ya es de justicia.

 Este aumento de la población lleva consigo necesariamente, aun siendo una ciudad joven, que cada vez haya más personas mayores. Según datos del Ayuntamiento, vivimos 8.737.- personas de más de 60 años; siendo insuficientes los medios para acceder a las residencias de mayores. Se necesitan más centros de este tipo. Usted sabe como yo, que la educación es la mejor inversión que un gobierno puede realizar en su proyecto político. Pues bien, también adolecemos de centros públicos de enseñanza y los que existen, sus aulas están muy saturadas. La creación de algún otro centro, aliviaría sobremanera su densidad. No le oculto, asimismo, nuestra reivindicación de tener una salida de acceso a la M-50 pues nos comunicaría, prácticamente, con todas las carreteras y a todos los accesos. 

Ruego que si, en algún momento del día, tiene un minuto para leer esta carta (aunque soy consciente de su dificultad), utilice un examen de estricta justicia; considere entre sus prioridades la realización, ahora sí, de cuanto le expongo en esta carta y rectificar así la tendencia de abandono e indiferencia que padecemos los vecinos de Rivas.  La invito, a título personal, sin políticos por medio, a visitar nuestra ciudad y mostrarle dichas carencias.

Muy agradecido por su atención, reciba mi mejor consideración.

Esta carta ha sido entregada con fecha 28 de noviembre de 2017, a través del blog de la Sra. Cristina Cifuentes

Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com


miércoles, 1 de noviembre de 2017

FRACASO DE LA POLÍTICA

Cuando escribo estas líneas, el Parlament de Cataluña acaba de votar la independencia y proclamar la república catalana. Los peores augurios se han cumplido. Nadie ha podido evitar el salto al precipicio, la sociedad catalana está dividida y fracturada, y se avecinan tiempos difíciles no sólo para Cataluña, sino también para España. La política ha fracasado, ¿o quizá ha sido la clase política? Da igual, el resultado es el mismo. Han sido incapaces de solucionar el problema; porque eso se pide a los políticos: que solucionen los problemas, no que los creen, no que ellos sean el problema. Para eso han sido elegidos. Soy consciente que, a veces, un problema social y político de esta envergadura no es fácil llegar a una solución satisfactoria para ambas partes, lo sé; y que un sentimiento arraigado en muchísimas personas no se puede combatir únicamente aplicando la ley, pero, al menos, sí puede exigirse el esfuerzo necesario para el entendimiento por el bien de los ciudadanos. Si la política fracasa, se quiebra la convivencia social, la economía se resiente, y, a la postre, el bienestar de los ciudadanos se deteriora.

         La falta de diálogo y entendimiento, (hace años que teníamos que haberlo exigido) deja al descubierto la ambición desmedida por el poder. Han primado más los intereses de partido, la defensa de ideología propia, que los intereses de la ciudadanía.  Todos han caído en los mismos errores que ellos denunciaban y que habían venido practicando los partidos, como el hecho de considerarse como un fin en sí mismo y no como un medio para llevar a cabo la política que los ciudadanos expresan en las urnas. Los partidos se han convertido en máquinas electorales que miran más hacia dentro, que a los intereses y necesidades de la población. Estos intereses son muy distintos en una sociedad dividida en clases sociales, con diferencias notables en el nivel de renta y en oportunidades y derechos, al tiempo que se configuran distintas ideologías, que no solamente vienen dadas por la posición social que se ocupa, sino por la concepción que se tiene de la sociedad y qué tipo se desea como modelo político, económico y social. En definitiva, muchas veces basta con aplicar el sentido común para no perder la perspectiva del objetivo final.
        
La política es el arte de gobernar, y su objetivo es usar el poder para beneficiar a todos los integrantes de la sociedad. Es una vocación de servicio a los demás (o debería serlo, a pesar de los tristes ejemplos de corrupción y malos hábitos que tenemos en el mundo). Lo sucedido hoy es el fracaso de la política. La política está para solucionar los problemas, no para crear otros nuevos. No se puede delegar en jueces, fiscales y policías la solución de los problemas políticos, y menos cuando su magnitud los convierte en un problema de Estado. En Cataluña existe un problema político, que no es nuevo, pero que ha crecido por no abordarlo de cara y a su tiempo. Se puede entender que Mariano Rajoy no tuviera margen para negociar nada en septiembre del 2012 cuando España estaba a las puertas de ser rescatada, pero desde entonces han pasado cinco años, la economía se ha recuperado y el Gobierno ha sido capaz, por ejemplo, de alcanzar un acuerdo con el PNV para aprobar los presupuestos que, dicho sea de paso,  privilegia aún más al País Vasco.

El fracaso de la política es un fracaso de todos. No alcanzo a ver el mensaje de lo ocurrido hoy. Y lo peor, nos esperan jornadas muy duras y nuevos episodios de tensión. Nos hemos cansado de pedir diálogo. Pero no de sordos, que es el único al que hemos asistido. La sensación es que ha habido exceso de tecnicismo y ganas de llegar al límite. España está en las portadas de la prensa internacional con imágenes difíciles de explicar en un país occidental. Mal negocio para la marca España. Una pésima noticia para la Unión Europea. Fracasar en política es el fracaso de la capacidad de entendernos. No es cierto que el vencedor sea siempre quien tiene la razón. Tiene la razón quien es capaz de asumir consensos, de convencer con sus ideas y de consensuar causas. No se pueden traspasar las leyes, es cierto; pero tampoco se puede cruzar la línea del sentido común. La incapacidad colectiva de abordar un problema profundo es un fracaso compartido. Y en el caso que nos ocupa todavía no somos capaces de conocer su dimensión sobre nuestras vidas.

En definitiva, estamos ante un fracaso de la política al no afrontar los grandes desafíos ante los que estamos, que son globales y locales. La mal llamada bonanza económica fue sembrando las semillas de su destrucción y las instituciones políticas se han deteriorado por el abuso de poder, la corrupción, el mal funcionamiento y la pérdida de credibilidad. No creo que los políticos puedan arreglar los muchos problemas que se derivan del mal funcionamiento de un sistema que prima el poder con mayúscula a escala mundial, en la Unión Europea, y en nuestro país. Pero sí al menos dar respuestas locales a los problemas globales, porque no se trata de construir una sociedad perfecta, que no ha existido ni existirá, pero sí una sociedad mejor.

Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com


domingo, 1 de octubre de 2017

POSICIONES ENQUISTADAS

El problema catalán no es de ahora, no es nuevo. El deseo de independencia ha estado siempre ahí, forma parte del ADN catalán. El independentismo catalán plantea sus tesis sobre el principio de que el pueblo de Cataluña es una nación soberana, aludiendo básicamente a la interpretación de su historia, cultura, lengua propia y al derecho civil catalán, y sobre la afirmación de que Cataluña no alcanzará su máxima plenitud cultural, social ni económica mientras forme parte de España. Defienden la tesis de que Cataluña es una nación oprimida por España desde su ocupación por las tropas borbónicas en 1.714. Cualquier argumento es válido y aprovechado por sus líderes políticos para despertar y reivindicar ese sentimiento apagado y dormido al que nunca han desistido; pero no es cierto.

           Cataluña siempre ha estado en España, estuvo dentro de la Hispania fenicia, después en la Iberia griega y luego en la Hispania romana desde sus inicios en el 218 aC. Con la entrada de los visigodos en el s. III dC, Barcelona sería incluso por un breve período de tiempo capital de la Hispania visigoda. Tras la conquista musulmana de la península ibérica en el 711, Cataluña se encontraría también en la España árabe. Iniciada la reconquista, Barcelona y Gerona pasarían durante unos 200 años a la Marca Hispánica,  aún estando la Península Ibérica dividida entre reinos cristianos y el califato árabe, se llamaba España tanto a los territorios árabes como a los cristianos, con el Condado de Barcelona entre ellos, y en el 1137 ya se produce la fusión del condado de Barcelona a la Corona de Aragón. Las coronas de Castilla y Aragón se unen con el matrimonio de los reyes católicos en el 1469, ya denominándose reyes de las Españas. Por tanto la historia nos dice que Cataluña no fue nunca nación. 

Los independentistas sostienen que hay que superar la Constitución de 1978 porque es "hostil a los catalanes", y pretenden derogarla basándose en los 1.9 millones de votos a partidos independentistas en las elecciones autonómicas, (planteadas como plebiscitarias) de 2015: un 47,7% de los votantes. Pero la Constitución fue apoyada por 2,7 millones de catalanes, el 91,9% de los que votaron en el referéndum de diciembre de 1978. Fue, junto a Andalucía, la comunidad que más respaldo dio a la Constitución. ¿Se puede modificar, actualizar a los nuevos tiempos? Naturalmente que sí, pero nunca a la conveniencia de unos pocos porque, para ello, hay que contar con todos los españoles, que creo, también deben expresarse. El derecho a decidir no sólo corresponde a Cataluña.

Con respecto al pacto fiscal, los famosos 16.000 millones e € que anualmente pierde Cataluña, sólo se obtiene mediante el inflado cálculo de la balanza fiscal llamado "flujo-monetario"; no se han tenido en cuenta la porción del gasto estatal que se produce en los ciudadanos de todos los territorios españoles, es decir, lo que corresponde a gasto militar, política exterior, competencias no transferidas, etc., que benefician a todos los españoles. Los resultados de las balanzas fiscales autonómicas muestran en términos PIB, que los madrileños transfieren el 1,32% de su PIB al estado, el doble que las Baleares (0,7%) y casi cuatro veces más que los catalanes (0,36%). Por tanto, la queja de que Cataluña es discriminada no se sustenta. Y sobre la denuncia del déficit de inversión en infraestructuras públicas, un informe elaborado por la Fundación BBVA, Cataluña es la autonomía que acumula mayor inversión absoluta.

Cataluña implica actualmente el 18% del PIB español, y Barcelona es el principal centro industrial de España, del que parten el 26% de las exportaciones de todo el Estado. Hoy día, el puerto de Barcelona tiene las mejores infraestructuras del Mediterráneo en la logística de contenedores, y actualmente es el único puerto de España conectado en ancho europeo con Francia. La conexión ferroviaria internacional de Cataluña es, junto con Madrid, la mejor de España. Se puede circular en AVE desde Barcelona a París y su red de carreteras y autopistas es posiblemente la mejor de España, aunque muchas de ellas sean actualmente de peaje, algo que podría cambiar cuando la Generalitat dejase de mantener estas concesiones. Y Cataluña dispone de seis aeropuertos. El aeropuerto de Barcelona-El Prat, es el segundo de España en el total de mercancías y personas y la puerta aérea en España para el comercio del Mediterráneo, Europa del Este, Oriente Medio y Asia. Se encuentra integrado en una plataforma logística única en toda Europa. Esta descripción muestra que el agravio comparativo en la inversión de infraestructuras que aquejan los independentistas, carece de sentido.

Todo esto es algo que se sabe de sobre tanto en la Generalitat como en el Gobierno central, pero aún así están buscando la crispación de los ciudadanos con el proceso soberanista. Se han atrincherado en sus posiciones; unos aplicando sólo la ley, sin dar salida a una negociación dialogada, y los otros, esgrimiendo ese deseo irrefrenable de poder que significa el independentismo. España es uno de los países más antiguos del mundo, y parte del mundo se le debe a España. No dejemos que unos políticos corruptos, de una y otra parte, que han intoxicado este país, nos intoxiquen también a nosotros.  

Miguel F. Canser





viernes, 1 de septiembre de 2017

¿EN NOMBRE DE QUÉ DIOS?

Los ataques últimos en Cataluña vuelven a recordar la vulnerabilidad de las sociedades abiertas en el actual combate a los grupos extremistas islámicos. El deseo despiadado y el fanatismo de los terroristas suicidas (y no tan suicidas), es un nuevo factor que hace todavía más difícil su prevención. Europa, por geografía, demografía, economía, y bienestar social, es uno de los frentes principales en la lucha desencadenada por el Estado Islámico (ISIS) en su meta de propagar un brutal califato por todo el mundo. Pero la amenaza es global, ya sea organizada y bien planeada por grupos o por el “lobo solitario”, que toma acciones aisladas por su propia mano, pero no por eso son menos mortales.
Si el propósito es causar pánico y terror, la verdad es que lo consiguen a la perfección. La intención del terrorismo es matar inocentes con el fin de intimidar a la sociedad, de quitar a la gente el sentido de seguridad ya sea en un café de Paris, un complejo de vacaciones de Mali, un aeropuerto en Bruselas, trenes en Madrid o más recientemente en Barcelona. Los terroristas han dejado de ser selectivos y su acción es ahora sistemática e indiscriminada contra quienes no pueden defenderse. Pero, ¿cuál es su verdadero objetivo? Crear un Estado musulmán regido por la ley islámica, llamada Sharía, que esté sujeto al mando del califa, quien en este momento y por autoproclamación es Abu Bakr al-Baghdadi. Este hecho tuvo el efecto de una voluntad expansiva, al llamar a los yihadistas que viven en otros países a unirse a dicha proclama. El Estado Islámico es un grupo radical suní que ha ocupado a la fuerza los territorios de Irak y Siria, levantándose en armas contra sus gobiernos. Como objetivo de la yihad global, promueven la guerra santa y arremeten contra los “infieles”, grupo integrado por todos aquellos musulmanes no radicales. Una guerra contra todo aquel que esté en contra de ellos, es decir, están en contra de todos, pues hasta los propios musulmanes los rechazan por los crímenes que cometen y por darle al Islam una reputación de religión belicosa que carga metralletas a dondequiera que va, lo cual dista mucho de las enseñanzas y proclamas del Corán y sus adeptos. «La muerte en nombre del Islam lleva de modo directo al paraíso de delicias reservadas a los creyentes».

Pero, ¿en nombre de qué dios está justificada la matanza indiscriminada de hombres, mujeres y niños para conseguir el “paraíso celestial”?, ¿existe alguna religión que para conseguir “el cielo”, proclame que haya que masacrar a quien no sea como uno mismo?, ¿a quién no piense como tú? Se trata sin duda de mentes obtusas y desequilibradas que se aprovechan de descerebrados sin cultura ni opinión propia. El primer derecho humano, el más general, por el cual estamos protegidos todos los individuos que constituimos la especie humana, es el derecho a la vida. La vida es el primer bien que poseemos, sin el cual no existe base para cualquier otro bien, sustancial o accidental, que podamos considerar. Por tanto, cualquier otra posesión está subordinada a la vida. Puede hablarse -y se habla- de otros derechos, y serán muy nobles y, como tales, tenerse en cuenta, pero todos ellos, hasta los más importantes, deben ceder la prioridad al derecho a la vida. La vida propia y la de los demás. De ahí que nadie tiene derecho a arrebatar ni mermar una vida, cualquier vida, porque sus ideas sean distintas. Esa sangre tan absurdamente derramada, esa locura, ese odio tan descomunal hacia el prójimo, necesita estudiarse con serenidad, sangre fría y mucha política. Una política donde todos los partidos sin excepción, al margen de su ideología, deben de estar unidos para luchar contra esta lacra mundial.

Me ha decepcionado la postura de Podemos al no unirse al Pacto Antiterrorista y acudir sólo como observador. ¿Observar qué? Sus opiniones y sus propuestas, hubieran sido muy importantes se incluyeran en el mismo. La prevención a través de la colaboración entre servicios de inteligencia ha probado ser la manera más eficaz de luchar contra el terrorismo. El problema es que las autoridades pueden desbaratar muchos atentados, pero basta que uno tenga éxito para estremecer a todos. Su trabajo es la protección, lo que no quiere decir que haya un peligro inminente. Ésta es la realidad de estos tiempos y, sin ignorarla ni rendirse ante ella, hay que vivir con un nuevo peligro. Pero sin exagerar ni dejar que el miedo a lo que podría ocurrir domine al individuo y a la sociedad. El temor exagerado y la destrucción de los pilares de una sociedad libre en nombre de la seguridad son las victorias del terrorismo. Para combatirlo se necesita la fuerza individual para mostrar que no se le tiene miedo y la institucional para proteger a todos con inteligencia, cooperación y sin discriminación. Solo una colaboración sin fisuras y el compromiso de todos los países de Europa pueden hacer que la posibilidad de vencer al yihadismo sea real.

Miguel F. Canser


sábado, 1 de julio de 2017

EL PROBLEMA OKUPA

Hace unos días surgió la noticia que un matrimonio mayor, jubilados, beneficiarios de una pensión baja y después de disfrutar de un viaje del Imserso, se encontraron a su vuelta que su vivienda, alquilada, de renta antigua, había sido ocupada por otras personas. Reconozco que, cuando ví la noticia, me invadió una profunda tristeza y una sensación de impunidad surgió en mi interior. Quizá fuera porque no se trataba de ningún piso vacío propiedad de una entidad financiera, ni porque los que la ocuparon no fuera una familia con niños y sin recursos, ni de deudores de los bancos que no pueden hacer frente al pago de su hipoteca. Nada de eso. Se trataba de personas que hemos acogido, que se dedican al trapicheo de droga, insolidarios con otros vecinos y muy violentos. Hace años, el movimiento okupa que se define como un movimiento social, se limitaba a edificios públicos abandonados con el fin de utilizarlos como un gesto de protesta política y social contra la especulación, y lo utilizaban como centros sociales y culturales para defender el derecho a la vivienda frente a las dificultades económicas o sociales.

Pero, desde hace unos años, el problema ha evolucionado y se ha vuelto tan grave y ha crecido tanto la delincuencia alrededor de los pisos, que ya no solamente se ocupan edificios públicos y casas abandonadas; ni siquiera viviendas vacías, el descaro llega a invadir casas habitadas que sus dueños han dejado por pocos días o incluso horas. El problema okupa necesita una atención inmediata desde el marco legal, porque la invasión de la propiedad privada es un delito y se está convirtiendo en un grave problema que obliga a revisar todo el marco legal que proteja a los propietarios de un fenómeno tan abusivo y de creciente magnitud que afecta seriamente a nuestra sociedad. No es de recibo que los juzgados tarden, si todo va bien, entre 8 y 12 meses en practicar un desahucio por vivienda ocupada y que el desamparo del propietario sea total. La policía, ante una denuncia, no puede desalojar la vivienda. Tiene que ser el juzgado.

Lo que vemos detrás de los okupas es un vacío legal que permite a las mafias actuar. No se trata siempre de inquilinos empobrecidos que no pueden pagar su alquiler; es mucho más grave que eso. Las mafias son organizaciones que se encargan de localizar pisos vacíos, tienen personal experto en abrir cerraduras, inquilinos dispuestos a pagarles por vivir de manera invasiva en el piso y leyes que protegen a los que se han instalado en una vivienda y la declaran su "propiedad privada"; porque las personas que ocupan, empiezan a contar con asistencia jurídica que les permite conocer sus derechos y, sobre todo, les ayuda a conseguir su bien más preciado hasta que se produzca el desalojo: el tiempo.

La morada, según su definición jurídica, se constituye cuando un domicilio es el sitio donde una persona vive y desarrolla su espacio de intimidad. A partir de ese momento la persona "tiene la posesión del inmueble". Y el allanamiento de morada protege precisamente la posesión del espacio, no la propiedad. Hay personas que viven en su coche, no tienen otro lugar y es donde duermen y tienen su intimidad, igual que en una tienda de campaña. Otro ejemplo sería el alquiler de una vivienda. En el momento en que hay un arrendatario viviendo en ese lugar el propietario de la casa no pueden entrar sin su permiso expreso. Sucede igual en el caso de una ocupación aunque el dueño del inmueble sea el que pretenda acceder a él. Sería invadir el espacio personal de alguien. El propietario lo que tiene que hacer es acudir a los tribunales y allí se decretará o no el desalojo; pero entrar sería tomar la justicia por su mano y, en efecto, podría ser constitutivo de un delito de allanamiento de morada. El problema va en aumento. Sólo en Madrid, según la Delegación del Gobierno, se han detectado 1.205 viviendas ocupadas desde que en abril se habilitó la Oficina de Seguimiento de viviendas de este tipo, que en cuatro meses ha recibido cerca de 3.500 denuncias.

Así están nuestras leyes. ¿Para ésto pagamos un sueldo a 350 diputados? Deben hacer leyes justas y equitativas. Según informes policiales, nadie va a la cárcel por un delito de "usurpación de vivienda". Así, el infractor "se va de rositas", acumulando notificaciones y multas que generalmente no paga. Es una encrucijada legal que la política no afronta con seriedad. Es un problema más social que económico y de orden público. Más vivienda protegida y más vivienda social es la solución; una política ambiciosa de alquiler social que dé respuesta a lo que la sociedad necesita, es atajar el problema y, desde el marco legal, debe haber una ley para la defensa y recuperación inmediata de sus propiedades por los ciudadanos. El Gobierno tiene la obligación legal de protegerlos. Porque nunca entenderás el daño que le hiciste a otra persona, hasta que a tí te hagan los mismo.

Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com  


jueves, 1 de junio de 2017

CARTERA POR BANDERA

Es frustrante y cansino que cada mañana, desde que te levantas, te desayunes con el independentismo catalán. A veces pienso que en España no existe ninguna otra región digna de mención. ¿Existe Extremadura, la Rioja, Aragón, las dos Castillas?  Son los eternos olvidados. Los que vivimos en el centro peninsular hemos sido siempre víctimas del llamado “centrismo”; soportamos tener las instituciones más importantes del Estado: Congreso, Senado, sede donde viven los Monarcas y el Gobierno, etc., y eso nos ha llevado a que las demás regiones nos miren de otro modo. Ellos no sufren el agravio de tener que soportar siempre todo tipo de manifestaciones, protestas de toda índole sobre problemas que afectan a otras Comunidades y que perjudican nuestra convivencia diaria. Todo el mundo viene a protestar aquí. Pero, no quiero escribir sobre esto. Sólo es un sentimiento de impotencia cuando nos martillean con los mismos temas cada día. Y no voy a ser una excepción.

La relación entre el Gobierno Central y la Generalitat de Cataluña es cada vez peor, están enquistados cada uno en su posición, y las posibles soluciones al conflicto, están muy alejadas. Mientras el Sr. Rajoy se enroca en la legalidad --nuestra Constitución no permite un referéndum secesionista--, el Sr. Puigdemont dice que, sí o sí, habrá consulta aunque no sea legal. Si nuestra Constitución señala la indisoluble unidad de la nación española, también es cierto que la democracia debe estar por encima de toda Constitución. La consulta y el derecho a decidir que reclaman, sólo es posible mediante el diálogo, el debate, y el acuerdo político para poder modificar nuestra Constitución y demás leyes que, ahora, impiden su celebración. El derecho a decidir es inalienable, personal e individual, pero dentro del marco jurídico establecido; abandonar éste cuando “yo quiera”, no es permisible.

Mientras tanto, el Sr. Rajoy confía en que su “aguante” acabe enfriando el pulso nacionalista. El crecimiento económico, a más del 3%, el IBEX que vuelve a acercarse a los 11.000 puntos, el crecimiento de puestos de trabajo (aunque sean de mala calidad),  el bienestar de un verano lleno de turistas, o la sensación de seguridad en medio de una Europa acosada por el terrorismo, las encuestas van dando, poquito a poco, un retroceso de la opción independentista en la población catalana mientras el cabreo del resto de la población española aumenta. Los actuales miembros de la Generalitat lo saben: se les está acabando el tiempo. Si en otoño que viene no toman alguna medida, pueden ser el pitorreo de sus propios conciudadanos. La no celebración de un referéndum, o que sea una segunda edición del de las urnas de cartón, sería un ridículo al que no podrían sobrevivir. Por eso las prisas en insistir en un “diálogo” que saben imposible. El intercambio de cartas, o el viajecito a Madrid, es un plan para intentar que el tema salte a los medios de comunicación. Ni siquiera Pedro Sánchez se atreve a poner en cuestión la soberanía del “pueblo español”, aunque hable de naciones culturales dentro de la Nación Española.  Si se le ocurriese apoyar a los independentistas en alguna de sus peticiones, es probable que hasta sus bases le diesen la espalda. En todo caso, Puigdemont tiene la necesidad de responder a la CUP, que le empuja. Porque la CUP también sabe que el tiempo se acaba para el proceso soberanista y para su opción anarco-comunista.

Pero en términos más concretos, me importa más la voluntad y el deseo de la gente que los datos objetivos por los que quiera separarse un territorio. Comparémoslo con una pareja donde uno de los dos dice que ya no quiere estar, porque se le pasó el amor. Esa es una razón, claro. Pero debe ir acompañada de una voluntad de concertar entre los dos. Tienes que hablar con el otro y garantizar a los ciudadanos que sus derechos están protegidos. La lengua (también la castellana), la historia o la cultura diferencial también hay que tenerlas en cuenta. Y, sobre todo, que la mayoría que busca separarse sea una mayoría suficiente. Con la inversión democrática hemos obtenido que, ahora, lo que manda es el dinero, los políticos están a su servicio y por detrás de todos aparecemos los ciudadanos. Eso es muy grave y delata a un país con un sentido de la justicia insuficiente.

Vivimos una situación político-jurídica que no tiene solución. Sin embargo, el Gobierno de España está obligado a encontrar una salida al conflicto. Una salida que no pasa por ceder, pero sí conceder. Históricamente nuestra frágil democracia siempre ha solucionado los problemas nacionalistas con dinero. A ver, señores Puigdemont y Junqueras, ¿cuánto cuesta que se olviden por un tiempo de la independencia? Ya se sabe que a nuestros políticos, en su mayoría, aman la cartera tanto o más que a la bandera. ¿Cuántos millones de euros nos costará la NO independencia de Cataluña?

Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com