A raíz de su muerte, mucho
se ha hablado de D. Adolfo Suárez y todos los expertos y los que tuvimos la
oportunidad de vivir en directo la época de la Transición, somos conscientes
que ha desaparecido una figura clave de la historia de España, uno de los
grandes, el hombre que fue capaz de dirigir a España desde un régimen
autoritario a un modelo de democracia plena en un tiempo récord y hacerlo en
paz, sin la temida repetición de un
enfrentamiento violento entre los españoles; tarea ésta ardua y difícil. El país había asistido al final del régimen
franquista con una gran incertidumbre sobre el futuro, pero también con la
determinación, compartida por todos, de salir del pozo y aislamiento
internacional. Adolfo Suárez logró conducir constructivamente ese temor y
elevar el consenso a categoría política hasta establecer los acuerdos
necesarios para que España se convirtiera en una democracia de hecho a partir
de junio de 1977, en que se celebraron las primeras elecciones libres.
Un hombre que provenía del antiguo “Movimiento” tuvo el
coraje de legalizar, entre otras cosas, el Partido Comunista, de restaurar la
Generalitat de Cataluña trayendo del exilio a su presidente el honorable
Tarradellas; y todo ello enfrentándose a todo un ejército repleto de militares
franquistas y políticos dictadores; pero tuvo la inteligencia de dialogar,
consensuar, para que, pasito a pasito, acabar con lo anterior. He sacado de la hemeroteca algunas frases del
Presidente Suárez: En un homenaje en Toledo para pronunciar delante de los
Reyes la famosa frase de Lincoln: «Se puede engañar a alguien mucho tiempo y a
todos algún tiempo pero es imposible engañar a todos todo el tiempo»…..«Ni el
fin justifica los medios ni los medios justifican el fin. Estoy más convencido
que nunca de que la estrategia maquiavélica del todo vale para permanecer en el
poder es completamente repudiable». Estas frases adquieren hoy toda su vigencia
y actualidad.
Las razones
profundas de por qué la muerte de Suárez ha desatado tan gigantesca ola de
afecto y admiración popular fue esa disposición para el pacto, que
permitió que las fuerzas políticas de todas las ideologías estuvieran presentes
en la Constitución, que fue la primera de la historia de España que se hizo con
el acuerdo de todas las formaciones con representación parlamentaria. Esos fueron,
entre otros, los grandes aciertos del hombre que nos dejó, aciertos de
importancia indiscutible. La España que legó Suárez era ya un país que estaba
fundamentalmente de acuerdo en las cuestiones esenciales para garantizar la
supervivencia de una nación. El golpe de Estado que se produce cuando él ya ha
dimitido, no hace sino demostrar lo dicho.
A su avatar político contribuyó su propio nivel de autoexigencia, pues aceptó convertirse en
un «paréntesis» para que no lo fuera la democracia. Tenía una misión que
cumplió a la perfección por encima de intereses partidistas. ¿Sabían que
Adolfo Suárez fue víctima de un desahucio? Después de ser Presidente le
embargaron su casa de Ávila por falta de pago porque no tenía recursos
suficientes. ¿Creen que eso podría suceder hoy día a un expresidentes del
Gobierno? El modelo de Estado
que él puso en pie se muestra agotado en muchos aspectos. El consenso entre las
fuerzas políticas sobre las cuestiones básicas ha desaparecido. La España
actual no es de ningún modo la que él soñó, ni siquiera la que llegó a poner en
pie. Por eso, el recuerdo de su obra es hoy más vivo que nunca. Ahora el país
está de nuevo necesitado de líderes con visión de Estado y de futuro, pero
también de mujeres y de hombres que sean capaces de colocar el interés de
España por encima del de sus formaciones políticas.
Superar las diferencias ideológicas para trabajar por un
objetivo superior que incluya el interés de todos los españoles; la renuncia a
las pretensiones propias para encontrar un espacio común de acuerdo…. Para eso
hace falta la valentía que en muchos momentos de su vida demostró Suárez, quien
en innumerables ocasiones no dudó en arriesgar su posición personal. Existe
otra forma de hacer política y es necesario recuperar los talantes básicos que
compartieron los líderes de aquella época.
La clase política española, una de las mas rechazadas y denostadas por
su propio pueblo en todo el país, es la que posee mas concentración de poder y
puestos disponibles en el Estado para amigos del poder y militantes de partidos
políticos. También es la más impune ante la justicia y la corrupción y una de
las que menos respeta las reglas básicas de la democracia. Por supuesto, esa clase
política jamás escucha la protesta de su pueblo y prefiere atrincherarse en sus
privilegios y ventajas, protegida por jueces, policías y periodistas sometidos
que afrontar la regeneración que todos reclamamos. En este mundo hay personas
que valen la pena y otras, que simplemente dan pena.
Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com
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