viernes, 9 de noviembre de 2007

¿POR QUÉ DECIMOS FINANCIACION, CUANDO DEBERÍAMOS DECIR SUBVENCION?

¿POR QUÉ DECIMOS FINANCIACION, CUANDO DEBERÍAMOS DECIR SUBVENCION?

He leído con atención el artículo firmado por Javier Tabarés con el título “Declaración de la Renta”, publicado en su revista “La Gaceta” nº. 70, correspondiente a Julio de este año, con el que coincido en su totalidad; aunque me hubiera gustado más que su crítica se hubiera trasladado también a otros estamentos de nuestra sociedad, y no se hubiera referido únicamente a la Iglesia.

Independientemente de mi creencia católica, soy de la opinión que la Iglesia, como otras manifestaciones religiosas, filosóficas, etc., deberían ser financiadas por sus fieles y afiliados dado que, es totalmente comprensible, que a los ciudadanos agnósticos, nos les satisfaga que el dinero de sus impuestos se destine a subvencionar, que no a financiar, ninguna creencia de tipo religioso o escatológico, sino que preferirían se dedicara a otras obras de tipo social, (hospitales, carreteras, investigación, etc.).

Como decía antes, aquí también incluyo las subvenciones, que no financiaciones, por ejemplo a:

-Sindicatos: Sus dirigentes son empleados de lujo a costa de todos los ciudadanos que, en mi opinión, no justifican el dinero recibido. ¿Rinden cuentas?, ¿qué actividades efectúan con el dinero recibido?, ¿realmente defienden al trabajador de cualquier empresa, o sólo efectúan su actividad en las empresas públicas?... Que los subvencionen sus afiliados. Naturalmente, soy de la opinión que los sindicatos son necesarios, pero también, que deberían estar desligados de cualquier ideología política.

-Partidos políticos: Son organizaciones que se adscriben a una ideología determinada y, en principio, son un movimiento social que reivindican una acción política a una cuestión social. Son de creación libre, amparados en el articulado del “Derecho de asociación”, pero no son órganos del Estado; por lo que cabría decir que se trata de unidades organizativas de carácter particular en su fundación. Las subvenciones, que no financiaciones, deberían limitarse únicamente para poder desarrollar su función política, de acuerdo y en proporción a los votos recibidos de los ciudadanos, excluyendo cualquier otro tipo de ayuda, que debería correr a cargo de sus afiliados.

No voy a extenderme en las ayudas que reciben otro tipo de asociaciones como las Fundaciones que existen de todo tipo, que gozan de privilegios fiscales, y que, en alguna ocasión, efectúan operaciones puramente mercantilistas que no disfrutarían si los efectuara cualquier empresa comercial. Quiero dejar claro que sí estoy de acuerdo en que el Estado subvencione aquellas actividades de relevancia social, que pudiera realizar cualquier organización (ONG, etc.) y que el Estado no pueda atender.

Por ello, no creo acertada la palabra financiación cuando se trata de dar dinero a estas organizaciones. Se puede financiar una vivienda, un automóvil, incluso unas vacaciones, pero siempre hay que devolver ese dinero junto con los intereses reglamentarios. No así ocurre en los casos expuestos.

Miguel F. Canser

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