Los cambios sociales
que han tenido lugar en las sociedades industrializadas, entre ellos, la
liberación de la mujer, el aumento del número de divorcios y de los segundos
matrimonios, el descenso de la fertilidad y el retraso en la edad de contraer
matrimonio, han dado lugar a modificaciones en la estructura y en la dinámica
familiar; además, hay cambios generacionales fácilmente constatables: los
abuelos no son personas ancianas, tienen más salud y, en consecuencia, son más
activos; algunos de ellos, que aún no les llegó la jubilación, están en la
plenitud profesional. En el mundo actual, donde conciliar la vida laboral con
la familiar es cada día más difícil, surge la figura imprescindible de los
abuelos que cumplen una excelente función social. Forma parte de nuestra
cultura la ayuda entre los miembros de la familia, y es una práctica habitual
que los abuelos, de forma voluntaria y solidaria, cuiden de los nietos cuando
sus hijos no pueden atenderlos o simplemente para que éstos puedan
trabajar. En los últimos años, la crisis económica ha ocasionado que
personas mayores estén soportando por decisión propia la economía de
hijos y nietos.
La integración de los abuelos a la vida
familiar suele tener un papel diferente al de los padres. Hay muchos casos en
los que los abuelos sustituyen abusivamente a los padres haciendo de canguros.
Para los padres sale más económico que contratar una guardería o un canguro, pues
saben que sus hijos estarán bien cuidados; no obstante, la mayoría de los
abuelos están encantados con asumir el rol actual, pues disfrutan de sus nietos
a pesar de “hipotecar” su tiempo en vez de dedicarlo a otros hobbies: viajar,
practicar una actividad, etc. Los abuelos, son casi siempre, los encargados de
cuidar a los nietos, pero su papel va más allá: son mediadores familiares, un
modelo de envejecimiento, y una fuente de amor incondicional para sus nietos.
Los nietos son para los abuelos una fuente de satisfacción, el placer de
mimarlos. De los nietos reciben diversión y amor. Nada relaja más a un abuelo que un nieto; nadie más
conseguirá que un abuelo trajeado acabe jugando en el suelo.
Pero debemos tener una idea clara: los
abuelos son sólo un complemento enriquecedor de la educación de los menores, la
educación primordial debe corresponder a los padres; es decir, a menudo no son
meros cuidadores, sino padres subrogados que asumen responsabilidades diarias.
Un papel frecuente en casos de que madres y padres, trabajan fuera de casa a
tiempo completo o de las familias uniparentales. Del mismo modo que la
estructura familiar ha evolucionado, los abuelos también lo han hecho. Gran
parte de las abuelas de hoy no son como antes. Suelen tener una vida más activa
y mantienen una vida social, ya estén o no jubiladas. Ya no están a las órdenes
de los padres de sus nietos. Hacen respetar más su tiempo y sus necesidades.
Aún así, vemos todos los días cómo los
abuelos, verdaderos héroes del verano, pasean a sus nietos, los recogen del
colegio, comen en su casa, cuando no desarrollan tareas de limpieza, cocina, o
se quedan con ellos alguna noche para que los padres puedan salir libremente. Aunque
los nietos son para los abuelos una inyección de vida, y para los nietos supone
un estrecho lazo de confianza, seguridad y cariño, no debe ser una constante,
pues su disponibilidad de ayudar a los hijos, no significa que puedan demandar
siempre y a la hora que sea, de sus cuidados y apoyo. Cuidar de los nietos,
casi siempre, puede ser un placer, o convertirse en una pesadilla diaria.
De manera que, cuidemos a los abuelos porque
tienen mucho que enseñarnos y nunca nos fallarán. Hay un proverbio italiano que
dice que “si las cosas no te van bien, llama a tu abuela”.
Miguel F. Canser
www-cansermiguel.blogspot.com
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