Son
ya diferentes ocasiones que el tema de la justicia ha llamado mi atención; por
una u otra causa, he sentido la necesidad de escribir alertando sobre el
deterioro progresivo de nuestra justicia. Bien porque no dispone de los medios humanos
necesarios, porque no se le dedica los recursos suficientes para su
modernización, o, lo que es peor, la utilización política de la misma. La
politización, o los intereses de los partidos políticos que influyen en
fiscales, jueces, y estamentos de la justicia, hacen que se desvirtúe el buen
fin de la misma. Si en un país falla esto, olvidémonos de la democracia.
Es
un clamor popular la perplejidad e indignación que la Audiencia Provincial de
Baleares, por unanimidad en el caso Noos, haya dictado una sentencia que el ciudadano,
en su inmensa mayoría, no entiende. En los últimos días han pasado cosas muy
graves que afectan a uno de los pilares de nuestra democracia: la Justicia.
Siempre estamos oyendo que hay que respetar las decisiones judiciales, pero no
necesariamente hay que compartirlas y es que cuando las cosas se alejan del
sentido común, algo no funciona bien. Hace unos días, hemos asistido a la
destitución de tres fiscales que estaban luchando denodadamente contra la
corrupción; uno de ellos, el fiscal superior de Murcia, dos días después de
citar a declarar como imputado al presidente de esa Comunidad en el caso
Auditorio, denunciando coacciones durante su labor al frente de la Fiscalía:
"A los compañeros de Murcia no se nos ha hecho la vida especialmente agradable. Llama la atención que se haya
creado, por ejemplo, una asociación en Madrid con la única finalidad de
querellarse contra mí y mi familia".
La
sentencia del Sr. Urdangarín clama por lo inusual y ha creado una inmensa
alarma social. La gente no sabe ya si sonreír por lo que sospechaba pudiera
ocurrir, o por la incredulidad de lo que verdaderamente está pasando. Está
probado que el matrimonio Infanta-Urdangarín saquearon más de 9 Millones de €,
de los que 6 Millones, pertenecen al erario público, es decir, a todos
nosotros. El fiscal pedía para él 19 años de cárcel. Pues bien, condenan al Sr.
Urdangarín a 6 años y le deja libre, sin fianza, y que siga viviendo en
Ginebra. Por supuesto, la Infanta queda absuelta de todo cargo por ignorante.
Quien más quien menos, algunos nos hemos quedado con la boca abierta. Díganme a
qué ciudadano normal, se le condena a más de 5 años, y le dejan libre, sin
fianza y que, además, pueda seguir viviendo en el extranjero. No conozco a
nadie. Bueno, ahora sí.
No
podemos olvidar que, en teoría, si alguien tiene estudios en ese matrimonio es
la Infanta. Es licenciada en ciencias políticas y trabaja en una entidad
financiera, por lo que, a priori, quien mejor está preparada de los dos es ella;
y para nada da el perfil de “mujer florero” como algún medio ha bautizado. Sin
embargo, el responsable de todo según la justicia, es su esposo que no se le
conoce ningún tipo de estudios universitarios, y su carrera profesional sólo se
le conoce como balonmanista español. Sí sabemos que en 1995 quedó exento del
servicio militar (obligatorio en la época) por padecer sordera total según dice Wikipedia. Parece
que ahora está de moda delante de los juzgados decir que las mujeres no se
enteran de nada (acuérdense de la Sra. Mato, por ejemplo), cuando la verdad es
que se enteran de todo, y están al tanto de todo. Es decir, si alguien pudiera
tener conocimientos financieros sería la Infanta y no él. En fin, a mí me
parece que todo esto es una tomadura de pelo, aunque se ha hecho viral decir
eso de “No sé, no me consta, no lo recuerdo”. Quizá estar enamorada sea un
eximente.
El argumento de la Audiencia de Palma para no
imponer al Sr. Urdangarin medidas cautelares es que no se decretó ninguna
durante toda la instrucción y, por lo tanto, hacerlo ahora sería
desproporcionado. A la postre, el cuñado del Rey, ha acabado beneficiándose del
trato generoso que ha recibido desde un principio por parte de la Justicia y de
la Administración, y ahí está el papel que han jugado la Agencia Tributaria y
la Abogacía del Estado. ¿La justicia es igual para todos? Es evidente que
no. Lo decía Albert Camus: “Si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la
libertad, fracasa en todo”.
Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com
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