lunes, 23 de noviembre de 2009

ECONOMÍA SOSTENIBLE


Estos días hemos recibido la noticia de que el Gobierno ha anunciado la aprobación de la ley de Economía Sostenible que incorporará reformas sustanciales en los actuales modelos del sistema financiero, una apuesta clara por la potenciación de las energías renovables, impulsar empresas socialmente responsables, y por agilizar y modernizar las administraciones públicas.

Pero, ¿qué es economía sostenible? Una palabra que está de moda y que todo el mundo utiliza. Es aquel desarrollo capaz de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer los recursos y posibilidades de futuras generaciones. Es decir, los recursos naturales no se deben utilizar a un ritmo superior al de su regeneración; no emitir contaminantes a un ritmo superior al que el sistema natural es capaz de absorber o neutralizar. Históricamente es manifiesta la incapacidad de la especie humana para vivir en armonía con el planeta. Hasta hoy, ninguna especie salvo la humana, ha conseguido modificar tan substancialmente, en tan poco tiempo, las características propias de nuestro mundo: Superpoblación, incremento efecto invernadero, modificación del paisaje, erosión, desertización, destrucción de la selva, etc., con una importante interacción en el tratamiento del agua, los residuos domésticos, suministro energético y sistema productivo.

Por lo tanto, es evidente que se hace necesaria una transformación total de nuestro modelo económico. El modelo económico dominante actual es aquel que dice que la economía va bien cuando crece el producto interior bruto (PIB). Este sistema no tiene en cuenta que la capacidad de crecimiento económica es finita, ni tiene en cuenta las limitaciones del sistema natural que están llevando a nuestro planeta al infarto ecológico. Aunque el Gobierno haya anunciado esta nueva ley, no ha concretado cómo lo va ha hacer. Sólo ha dicho que se pondrá el acento en su “capacidad innovadora”; con un gran problema por resolver: el alto volumen de desempleo: 18%. Esperemos que, al final, todo esto no se traduzca sólo en palabras grandicoluentes e ideas inaplicables.

Los políticos deben dejar de sacar conejos de la chistera y abordar, en profundidad, las reformas necesarias a saber: Educación, investigación, desarrollo e innovación, transparencia del sector financiero, mayor dinamismo empresarial, y acción decidida a luchar contra el cambio climático. Las reformas deben ser profundas y progresistas. Tarea difícil pues, para una persona “progre”, el término progresista significa que el primero que tiene que progresar es él mismo. Me temo que eso de la “economía sostenible” signifique que al primero que hay que sostener –aún más—económicamente, sea a los de siempre. Mi madre, como cualquier otra persona ama de casa, quizá sea quien más sabe de economía sostenible: “Cuando se cobra poco, pero se sigue queriendo subsistir, se aplica este principio básico: Gastar menos”. Tal vez los responsables políticos (todos) deberían tomar nota.


Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com
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