Ya se pasaron. Ya estamos otra vez aquí. Quien más quien menos, hemos cargado las pilas para afrontar el duro invierno y seguir afrontando los avatares de esta crisis que ya dura demasiado. Algunos expertos dicen que ya se vislumbra una tenue luz, que parece que la economía remonta, y que ya sólo es cuestión de poco tiempo para que todo se vaya arreglando. La verdad es que, personalmente, no confío demasiado en las previsiones de estos “expertos”; pero habrá que estar atento por si, en esta ocasión, dan en el clavo. Y darán en el clavo cuando, por encima de la incertidumbre existente, empiecen a bajar las cifras del paro, se recuperen los sectores económicos más perjudicados, y cuando la pequeña y mediana empresa y los autónomos reinicien su actividad profesional de forma continuada. Ese será el barómetro más indicativo.
Pero volviendo a las vacaciones, casi la totalidad de los españoles se han visto afectados, en mayor o menor medida, por la crisis; atrás quedaron períodos de disfrute de un mes actualmente impensables. Viajar más cerca o hacerlo menos días son algunas de las opciones para no renunciar a pasar unos días fuera en verano, ya sea eligiendo destinos y alternativas más económicas, cuando no destinando este tiempo en realizar empleos temporales o disfrutando del verano en casa; y es que los trabajos no están como para desdeñar ninguno, aunque sólo suponga estar ocupado sólo estos meses porque, hoy día, ya es un lujo poder trabajar. Existen sondeos que aseguran que 5 de cada 10 españoles se han quedado en casa durante su período de vacaciones, y que, prácticamente, la mitad se ha debido de apretar aún más el cinturón y han disfrutado sus vacaciones en su ciudad. Y muchos de ellos, casi el 24%, se quedarán sin vacaciones, prefiriendo continuar con su jornada laboral o encontrar trabajos alternativos y programar más adelante sus vacaciones.
Pero si hay una palabra que destaque este año en el disfrute de las vacaciones, es: Austeridad. He podido comprobar in situ la proliferación de neveras portátiles en la playa, con ausencia significativa de asistencia a bares y restaurantes a la hora del aperitivo; aunque éstos han modificado mucho su estrategia abaratando sus servicios. Concretamente, en mi zona, una caña con tapa (a elegir), 1.-€. Esto era impensable en primera línea de playa hace unos años. Las terrazas no se llenan y las que están ocupadas, las consumiciones son muy suaves. Las ofertas de menús diarios, también han experimentado una sensible modificación a la baja. Es el resultado de esta crisis tan profunda, el nivel altísimo de desempleados, y la incertidumbre que impera en todos nosotros. La gente evita gastar dinero para afrontar este año tan complicado.
Esto no sólo ocurre en España, en toda Europa los planes de salida en las vacaciones para este año han experimentado una tendencia a la baja, cuando no renunciar a ellas; aunque existen diferencias dependiendo de la situación económica de cada país en particular, los españoles e italianos, son los que más han ahorrado en vacaciones motivado por el alto índice de paro. Esta austeridad y el hecho de que los ciudadanos renuncien a sus vacaciones, también repercute en otros sectores al margen de la hostelería. Uno de los más afectados es el de las Agencias de viajes, muchas de las cuales han tenido que cerrar. Además, cada vez se contratan más viajes por Internet, una práctica que se ha generalizado muy rápidamente, sobre todo entre la gente joven y que supone un problema para estas empresas. No obstante, seguiremos viajando aunque reduciremos la frecuencia de nuestras salidas y la duración de la estancia; y esperaremos hasta el último momento, para reservar y acogernos a ofertas más económicas.
En fin, con crisis o sin ella, como ya dije en otra ocasión, las vacaciones son un bien necesario para que las personas dispongan de un descanso total o de un receso de sus actividades cotidianas; cambiar de actividad es una necesidad ineludible para que el estrés, la ansiedad, además de otras patologías físicas y emocionales, no sigan alimentándose y aprovechar esos días de descanso para incrementar la convivencia y, por ende, la afectividad de nuestros seres más queridos, porque si bien es cierto que la vida nunca es fácil, la complejidad y las presiones aumentan cuando se está trabajando. Es de vital importancia que en las vacaciones se realicen actividades que generen satisfacción, pues incluso el simple recuerdo de los momentos agradables produce placer y es una fuente de energía para el resto del año.
Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com
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