Después
de más de un mes que se han celebrado las elecciones, nuestros representantes
elegidos aún no han hecho nada inteligente por el bien del País, y siguen
dedicándose a pelear por los sillones que cada uno aspira; intentando que el
rival ideológico y político tenga las menos posibilidades posibles de incidir
en las decisiones. Para eso se inventaron los pactos. La lucha es tan
encarnizada, tan extremista, que necesitan demonizar al adversario negándole,
casi, hasta la respiración si hiciera falta.
Estamos asistiendo a un espectáculo
bochornoso. Se pasan la pelota de la responsabilidad unos a otros y algunos,
con menor representación, se ofrecen para formar un gobierno con la condición
de apropiarse la vicepresidencia y algún que otro ministerio; por no mencionar
la cesión de senadores a otro grupo político para que puedan formar grupo
propio. No deja de ser una pillería que degrada la voluntad del voto depositado
en las urnas. ¿Para qué nos consultan? Si hacen y deshacen mirando el bienestar
político de su partido. No me extraña que la gente esté harta y muchos digan
que “la política no les interesa” ya que “todos son iguales”. Intentan captar mezquinas migajas de un efímero presente.
Han quedado relegados
temas tan importantes como un pacto serio y consensuado de la educación,
establecer controles y protocolos necesarios para que los casos de corrupción
se detecten antes de producirse, un pacto amplio de todos los partidos sin
excepción, por encima de cada pensamiento ideológico, de modificar una ley
electoral rancia y trasnochada para que sea más justa y equitativa; sin olvidar
que es urgente una regeneración democrática e institucional; una lucha eficaz
contra el paro, modificando una ley laboral donde el trabajador no tiene ningún
derecho y está a merced del empresario de turno, sin olvidar crear situaciones
interesantes para éste que, en definitiva, es quien tiene que crear empleo
ayudando más si cabe al pequeño empresario y al autónomo , porque no puede
tratarse de igual forma a éstos que a las grandes multinacionales; modificando
un Impuesto de Sociedades para que éstas, paguen lo que verdaderamente les
corresponde, luchando contra el fraude que produce alguna que otra ingeniería
financiera; sin olvidar impulsar las políticas sociales.
Son algunos
ejemplos –hay más—de lo que sus señorías podrían dedicarse desde que se han
celebrado las elecciones. La duodécima legislatura tuvo su presentación
el día 13 de enero. Ese día asistimos a un exceso de ligerezas y postureos que
más bien se parecían a una jornada de puertas abiertas que a la constitución
del nuevo Parlamento. El pueblo asistía perplejo ver correr a sus señorías
por los pasillos para sentarse en los mejores sitios. Lamentable, por otra
parte, que a los novatos que acceden a ese club tan exclusivo no se les
informara con antelación de la relación de servicios que la Cámara les ofrece
(ubicación de lavabos, guardarropa, guardería, etcétera); sin olvidar el
sainete de los juramentos con el puño en alto, que más parecía estar asistiendo
a un mitin, que al compromiso de acatar la Constitución. Parecía la taberna de
la esquina donde proferimos frases felices y ocurrentes para impresionar a los
amigos.
El show
del día 13 de enero es pasajero y anecdótico, pero los problemas reales como la
gobernabilidad y unidad de España, así como la reactivación económica con la
consiguiente creación de empleo de calidad deberían ser los dolores de cabeza
de sus nuevas señorías. Y no parece que esto se encuentre en la agenda de sus
prioridades a corto plazo al menos. Por desgracia para todos….. ¡¡Póngase a trabajar de una vez!!.
Miguel F. Canser
www.cansermiguel.blogspot.com